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La transfiguración

MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO

«LA TRANSFIGURACION», Rev. D. Vicente Ramón Escandell

Relato evangélico (Lc 9, 28b-36)

Tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Comentario al Evangelio

Jesús, tras su ministerio publico en Galilea, se pone en camino hacia Jerusalén para cumplir allí su misión de ofrecerse al Padre para la salvación de los hombres. En ese camino, tratará de explicar a sus discípulos el sentido de esa peregrinación y el destino que le espera en la Ciudad Santa; ellos, sin embargo, no entenderán nada de cuanto les dirá, porque todavía piensan como los hombres y no como Dios. En ese contexto, Jesús se manifiesta en el Monte Tabor en todo su esplendor, en toda su Humanidad glorificada, como anuncio de lo que será su gloriosa resurrección. Rodeado por Elías y Moisés, por la Profecía y la Ley, Jesús se revela a sus discípulos como el cumplimiento de todo cuando fue anunciado por ellos; también el Padre interviene en esta teofanía, y declara a sus discípulos que Él, que su Maestro, es su Hijo amado, al que deben escuchar y seguir. Pedro, Santiago y Juan quedan atónitos ante la revelación de la que son testigos, cuyo sentido siguen sin comprender. No será hasta la Pascua, hasta la Resurrección, cuando entiendan aquello que han presenciado y el sentido de las palabras de Jesús a lo largo de su vida terrena.

Reflexión

Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo escribe san Jerónimo al inicio de su comentario al libro del profeta Isaías.

En este tiempo de Cuaresma, tan propicio para las prácticas de piedad, no hay mejor medio para conocer su significado que acercarse a la Sagrada Escritura, Palabra de Dios en palabra humana. La Iglesia, en su sabiduría, ha querido que sus hijos se acercasen a esta fuente divina para conocer el plan salvífico de Dios, manifestado a lo largo de la historia de la Salvación, cuya culminación es Jesucristo, Nuestro Señor. No es necesario, pues, recurrir a la sabiduría humana para descubrir los misterios de Dios, cuando estos se encuentran en las páginas de la Sagrada Escritura, divinamente inspirada por el Espíritu Santo y que tiene a Dios por autor. En ellas descubrimos quien es Jesucristo y cuál ha sido su mensaje, sobre el cual la Iglesia ha edificado el edificio de su Magisterio con plena y absoluta fidelidad a su Maestro y Señor. Sin embargo, esta debe ser leída en el seno mismo de la comunidad que nos la ha transmitido, de ahí, que para entender su sentido debamos escuchar la voz de los Santos Padres, testigos privilegiados de los inicios de la Iglesia; de los santos Doctores, cuyo pensamiento ha iluminado los puntos más oscuros de sus páginas; y del Magisterio de la Iglesia que, fiel a ella, ha sabido aplicar su sabiduría a los problemas espirituales y temporales de la Humanidad. No es, pues, nuestro criterio personal el que determina su significado, sino el de la Iglesia que, asistida por el Espíritu Santo, ha descubierto y anunciado su sentido autentico a todas las generaciones que nos han precedido y a las que nos seguirán. Conscientes, pues, de todo esto, acerquémonos a la Palabra de Dios y dejémonos guiar por ella, haciendo oídos sordos a las voces que nos piden abandonarla por obsoleta, o interpretarla según nuestros criterios o los del mundo. En la Iglesia y con la Iglesia acerquémonos, pues, a la Palabra de Dios para que sea verdaderamente fuente de vida y camino de salvación.

Testimonio de los Santos Padres

Sin duda esta transfiguración tenía sobre todo la finalidad de quitar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz (…) Las páginas de una y otra alianza, en efecto, se confirman mutuamente, y el resplandor de la gloria presente muestra, de una manera manifiesta y cierta, lo que las antiguas figuras habían prometido bajo el velo del misterio.

San León Magno (?-461), Sermón 51, 3-4

Oración

Jesucristo, Verbo eterno y amado del Padre, que has querido hacerte presente en la fragilidad de la palabra humana, haz que te escuchemos con atención y devoción; que ningún viento de doctrina nos aleje de ella, y que sea, lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad.

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Author: Rev. D. Vicente Ramon Escandell
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad: Nacido en 1978 y ordenado sacerdote en el año 2014, es Licenciado y Doctor en Historia; Diplomado en Ciencias Religiosas y Bachiller en Teología. Especializado en Historia Moderna, es autor de una tesis doctoral sobre la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús en la Edad Moderna