En este escrito, sobre la sociedad de la muchedumbre, haremos referencia al concepto de sociedad poliédrica y su influencia en el pensamiento católico actual y sobre sus principales conceptos. Reflexionaremos sobre sus consecuencias y empezaremos a exponer una visión alternativa definida como sociedad orgánica.
Catolicismo y política.Conceptos sociológicos (2ª parte). La Sociedad de la muchedumbre. Un artículo de Leonardo Olivieri
Como mencionamos en el artículo anterior, en la actualidad estamos frente a un paradigma que interpreta a la sociedad como multiforme, sin un fundamento último, definida como sociedad poliédrica. El cristianismo como base de lo social pareciera que ha dejado de existir.
Este diagnostico sobre la actualidad lo manifestó el Papa Francisco, en su discurso a la Curia Romana en diciembre de 2019: “No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada. Esto fue evidenciado por Benedicto XVI cuando, al convocar el Año de la Fe (2012), escribió: «Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas»”.
Estas palabras pronunciadas por el Papa reflejan la gran perplejidad que enfrenta hoy en día el mundo cristiano. La secularización, el laicismo, la concepción materialista del hombre, el catolicismo liberal, o sea el modernismo teológico, contribuyeron notablemente a esta situación actual de confusión y de pérdida de la fe
En el año 2015 en Bolivia y en su discurso para los movimientos sociales el Papa decía lo siguiente: “A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme transmitirle mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas la pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y nos fortalece a todos.”
En estos tiempos, lo que se plantea es una cosmovisión de la diversidad como materia fundacional de lo social, en donde la Verdad cristiana debe insertarse, de alguna forma, plegándose a este contexto de lo multiforme. Ya no hay una sola Verdad sino una pluralidad de verdades. El cristianismo debe necesariamente constituirse como una verdad parcial y relativa con respecto a otras. La evangelización ya no es mostrar al Dios verdadero y a su doctrina, sino que es la construcción de acuerdos y consensos para la conformación de una sociedad más humana y fraterna.
Ya no hay un Orden Natural en sí mismo, o sea, una disposición justa de las cosas, ni mucho menos una unidad a la cual todo debe converger. La unidad es el resultado de la suma de la diversidad (incluso con principios antagónicos).
El concepto de sociedad poliédrica, atribuido al Papa Francisco, hace referencia a una lógica conflictiva entre homogeneidad y diversidad. Aceptar que estamos ante una sociedad de “muchas caras”, como hecho natural, implica como consecuencia negar la existencia de la una Verdad con mayúsculas. Por otro parte, se coloca a la doctrina cristiana como una más entre tantas otras, fomentándose el indiferentismo religioso y también el relativismo.
La definición de Orden Natural se contrapone a este relativismo de la sociedad poliédrica. Existen principios, valores y una cosmovisión universal que es única y verdadera. A su vez, trasciende las esferas particulares ya que las comprende y forma la esencia genuina de cada una de ellas.
Por lo tanto, la particularidad se reduce a una cosmovisión única, universal y verdadera que le da su sentido y su particular razón de ser. Por lo tanto, no se niega lo particular, pero si se lo manifiesta como una parte integrante de una totalidad que es mayor que ella y la comprende.
Por otra parte, la visión fragmentaria y poliédrica de la sociedad nos lleva a una aceptación pesimista en relación a la posibilidad concreta, real e histórica sobre la existencia de una sociedad cristiana. Es cierto que desde el inicio de la modernidad estamos ante el avance progresivo de formas de pensar, y de modos de vida anti-cristiano. La misma Europa, que fue centro del cristianismo, ya no es la misma. Sin embargo, ¿esta situación nos obliga a pensar de manera poliédrica?, o todo lo contrario, nos desafía a pensar que hay cuestiones internas dentro de la Iglesia que contribuyeron a que hoy muchas personas hayan perdido la fe.
Existen cuestiones sociológicas que explican el alejamiento de la sociedad europea con respecto a la fe católica. El materialismo, una cultura hedonista del bienestar y la secularización son elementos importantes, y combinados con el incremento de la inmigración proveniente de países no cristianos, nos permiten reflexionar ampliamente sobre esta problemática. Pero hay que tener algo en claro, los inmigrantes se encontraron con una Iglesia que no enseña la doctrina católica, no evangeliza sino que presta un servicio social. No está entre las intenciones de este artículo debatir sobre si es correcto o no. Nosotros creemos que sí, que la Iglesia debe tener una acción social, pero sin abandonar la tarea de la conversión y evangelización.
Quizás esta falta de evangelización concreta en doctrina y no sólo entendida como praxis, sea el justificativo de los párrafos del discurso del Papa Francisco citados más arriba.
Decir que ya no estamos más en la cristiandad o que no haya una sola cultura genuina o verdadera, como lo es la católica, constituye un avance de un tipo de pensamiento fundado en el indiferentismo y en donde la praxis (lo pastoral) sustituye a lo doctrinal. En realidad, como ya hemos dicho en otros artículos, este indiferentismo presenta una idea de Dios abstracto, sujeto a condiciones históricas y culturales específicas de una época.
También nos presenta una concepción de sociedad alejada de los principios cristianos. Es posible que exista una sociedad ordenada y justa sin cristianismo y si necesidad de dicha fe. Lo religioso se reduce a una serie de creencias en seres sobre-naturales, que todavía la razón no permite conocer de manera efectiva. Incluso puede ser considerado como patrimonio cultural de la misma sociedad. Pero no es considerada como parte de su fundamento último y como condición necesaria de la misma sociedad.
Volvemos a repetir de manera sencilla, la sociedad es un conjunto de partes fragmentadas, que para “funcionar correctamente” se hace necesario que dichas partes establezcan acuerdos, y que tales acuerdos aseguren que la unidad sea de carácter artificial y sin una finalidad propia y de sentido único.
Se registra una confusión entre totalidad y las partes. Al negar la existencia de formas que trascienden lo individual, la totalidad no encuentra sentido. ¿Para qué se necesita una moral cristiana que direccione los comportamientos humanos?, si sólo basta que las partes acuerden una mínima coordinación y listo. Pero esto es engañoso, en realidad el particularismo que rechaza la universalidad de la cosmovisión cristiana, impone a otra forma de universalidad que es el Estado. Las partes, de esta sociedad multiforme y poliédrica acuerdan entre sí, pero los resultados de estos acuerdos deben ser ejecutados y controlados por una organización como el Estado. Es esta organización estatal secular y laica la que se impone por medio de su razón de Estado, a las particularidades. O sea, el Estado es “entronado” como nuevo universal.
Por último, se rechaza el concepto de sociedad orgánica. Para empezar diremos que por el término “orgánico” hace referencia a que en una sociedad existe una pluralidad de modos de asociación entre los individuos que, en tanto partes esenciales, con sus respetivos fines y están estructurados en base a una funcionalidad específica, pero que participan de una finalidad única definida como bien común. La existencia de esta finalidad única que trasciende a las partes y las comprende, constituye la expresión manifiesta de la existencia de una totalidad anterior y superior a cada parte.
En el próximo artículo desarrollaremos más el concepto de sociedad orgánica como forma y modelo de organización humana alternativa a la concepción poliédrica.
Leonardo Olivieri
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Nuestra recomendación externa, el canal del Padre Javier Olivera Ravassi: QNTLC
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