Continuamos con los matrimonio mixtos y hoy profundizamos en un aspector que es el siguiente: Un católico no debe enamorarse de un no católico, ¿La razón? ¡En este artículo!
Matrimonio mixtos: Un católico no debe enamorarse de un no católico
EL HOGAR CRISTIANO: UNA GUÍA PARA LA FELICIDAD EN EL HOGAR
Celestino Strub, O.F.M.
Traducido por Augusto Pozuelos
Sin idealismos elevados
Por tanto, al pedirle, querido lector, que acepte como propia la posición de la Iglesia sobre los matrimonios mixtos, no estoy apelando a nada extraordinario o heroico. Adoptar esta posición no implica un idealismo elevado, que esté completamente fuera del alcance de los mortales comunes. No es nada más que simple catolicismo. Cualquier otra actitud es anticristiana y contraria a la enseñanza de nuestra santa Fe.
Que un católico corteje y se case sólo con un católico no es únicamente un ideal sublime, que la Iglesia espera ver realizado solo en sus hijos más perfectos.
El matrimonio de un católico con un católico es la regla general para todos, la única unión verdaderamente católica; la única unión que la Iglesia sanciona y aprueba positivamente.
Cualquier otra unión conyugal en la que entra un católico, sin importar cuán segura sea, con permisos, advertencias y dispensaciones, en el mejor de los casos sólo se tolera, se tolera como un mal menor, ya sea para corregir un mal irremediable o para evitar uno mayor, inminente.
La ocasión principal de los matrimonios mixtos
Confío en que todo joven, hombre o mujer, que lea lo que he escrito aquí quedará tan profundamente impresionado por lo indeseable de los matrimonios mixtos como para resolver no sólo no contraer nunca un matrimonio mixto, sino también evitar la ocasión principal que lleva a tal matrimonio; es decir, el compañerismo con los no católicos.
Mezclarse libremente de manera social con los no católicos y decir que uno está seriamente decidido a nunca casarse con un no católico es como remar por los rápidos del Niágara con la determinación de no golpear una roca.
La joven o doncella católica, por lo tanto, que se preocupa seriamente por evitar un matrimonio mixto no tendrá citas con un no católico y no aceptará invitaciones a asuntos sociales no católicos.
Enamorarse: no es inevitable
Pero, ¿y si un católico se enamora de un no católico? ¡Un católico no debe enamorarse de un no católico!
Hay personas, es cierto, que sostienen que el enamoramiento es algo que simplemente sucede y está completamente fuera del control de una persona; pero tal idea del amor se opone a la razón y al sentido común.
El amor humano no es simplemente una pasión que estalla espontáneamente en la percepción de un objeto adecuado. También es una decisión totalmente libre de la voluntad. Por lo tanto, está sujeto al control de la voluntad, que puede controlar e incluso extinguir la pasión por una persona a quien la propia razón declara ser una pareja indeseable o incluso imposible en el matrimonio; por ejemplo, así sucede con la fuerza de voluntad del pobre asalariado que le evita enamorarse de la hija de su rico amo.
¿No es la consideración de la imposibilidad de un matrimonio lo que impide que muchos (no todos, lastimosamente!) se enamoren de una persona ya casada o obligada por el voto de virginidad o celibato? ¿Por qué, entonces, la consideración de los males de un matrimonio mixto, más la gracia de Dios, no debería bastar para evitar que un católico se enamore de un no católico?
Incluso el corazón humano, que es una criatura extraña y obstinada, no es tan intratable que, con las debidas precauciones, no se le pueda impedir desear frutos prohibidos. De ahí que el niño y niña católicos que parte de la correcta actitud católica de que los matrimonios mixtos son frutos prohibidos, y que no juega con el peligro mezclándose socialmente con no católicos, evitará enamorarse de un no católico sin una dificultad extraordinaria.
EL HOGAR CRISTIANO: UNA GUÍA PARA LA FELICIDAD EN EL HOGAR.
Celestino Strub, O.F.M. (Intercomunión con un no católico)
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