¿Volvemos a la fiesta de Octubre? Continuamos de la mano de Miguel con esta maravilla que sucede todos los años en Munich y a la que nuestro compañero ha querido acercarnos
«La procesión de la fiesta de octubre en Munich (II)», Miguel Toledano
A las once y media de esta noche en Munich cerrarán las tiendas de la 186ª edición de la Fiesta de Octubre.
El propio Alcalde Superior de la ciudad apagará las luces en “Bräurosl”, donde antes imperaba el canto a la tirolesa de Karolin Weidner (ver el artículo de la semana pasada). Antes, al mediodía, habrán sonado desde las gradas de la colosal alegoría femenina de Bavaria las doce salvas a cargo de sesenta cazadores de ambos sexos. Es el momento, como al final de las festividades dedicadas a San Fermín en España, de recordar con una cierta tristeza lo que ocurrió hace exactamente dos semanas, cuando también más de sesenta cofradías masculinas y femeninas recorrían los siete kilómetros de distancia entre la estatua del rey Maximiliano II y la Pradera de Teresa, que lleva el nombre en homenaje a la nuera de aquél.
Habíamos dejado a los suabos de Senden y a la caballería de Württemberg desfilando por la calle de Maximiliano, donde hoy se alojan los comercios más caros de la ciudad. Frente al estilo bávaro, los atuendos regionales de Suabia se caracterizan por las botonaduras abundantes en las chaquetas masculinas. En cuanto a las caballerizas, las monturas de Ochsenhausen están suficientemente entrenadas como para no espantarse ante el estruendo de los tambores de Ravensburg.
De Austria llegaron las mujeres ataviadas con sus tocas de oro, que a menudo precisan más de trescientas horas antes de ser terminadas y, por consiguiente, costaban tradicionalmente al presupuesto de esas mismas familias de Linz tanto como valía un caballo. Hoy, esta prenda está reconocida como patrimonio cultural de la UNESCO.
El carro de Löwenbräu, una de las seis cervezas muniquesas presentes en la Fiesta, transportaba un gigantesco barril de 800 litros del afamado líquido, acarreado por dos bueyes gordísimos, que precedían a más de mil cazadores de Baviera. El número es imponente, pero nada comparado con las cuatrocientas ochenta mil licencias de caza existentes en el estado federado, lo que hace de dicha práctica el tercer deporte más popular de toda la región. Esto, en el país del animalismo y de los verdes, es casi una provocación. No sin motivo se muestran sucesivamente dos piezas difíciles de disimular por parte de los comentaristas televisivos: un ciervo postrado sobre sus cuatro patas y un jabalí colgando boca abajo de un palo.
Cada uno de las ocho provincias de caza que en Baviera suceden a los antiguos gremios de cazadores está presidida por un Maestro Cazador; el conjunto de dichos Maestros Cazadores lo preside a su vez el Maestro Cazador del Estado, el Sr. Christian Kühn, que saludaba a la multitud desde su carroza. A su vez, las distintas disciplinas atraen a Baviera a cazadores de todo el mundo para participar en sus campeonatos; los ganadores de cada especialidad añaden una nueva insignia a la “Königskette” o cadena del Rey de los diferentes estilos cinegéticos, como por ejemplo la joven Sarah Lipfert, de la ciudad de Ludwigsstadt, en la foto. En la misma Pradera de Teresa, hoy en el centro de la ciudad donde tiene lugar la Fiesta, se producían antaño partidas de caza.
No sólo participan en la procesión cazadores bávaros, sino también tiroleses, que en diversas ocasiones históricas -como por ejemplo la Guerra de Sucesión española- desplegaron una función militar que precisamente les enfrentó a los bávaros; tal es el caso de los cazadores de Bolzano, hoy englobados en la República de Italia.
Tras la Segunda Guerra Mundial le fue prohibida a los alemanes la posesión de armas de fuego, con lo que las Hermandades de Cazadores quedaron disueltas. Posteriormente, en 1950, resultaron rehabilitadas, primero en Baviera y luego en el resto de la nación germana.
A los cazadores les siguió la asociación bávara de trajes regionales, que cuenta con ciento sesenta y cinco mil miembros, agrupados en veintidós asociaciones comarcales.
El gusto actual por los atuendos tradicionales procede de una revitalización en el siglo XIX a cargo de la dinastía de los Wittelsbach, cuyos titulares gustaban ellos mismos de portarlos, dando ejemplo a todos sus súbditos. En la década de 1960 y 1970 la moda decayó ligeramente, pero hoy en día Munich se ha convertido en la gran urbe, posiblemente la única, en la que es habitual ver pasear a sus vecinos después de Misa un domingo luciendo orgullosamente esos signos distintivos de sus tradiciones.
Cierro así esta segunda parte de la crónica, que espero hayan disfrutado nuestros lectores. ¡Ánimo, que ya sólo faltan 349 días para la fiesta del año que viene!
Miguel Toledano Lanza
Domingo decimoséptimo después de Pentecostés, 2019
Les invitamos a leer la primera parte de este artículo:
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