En este escrito haremos una reflexión sobre los principios ideológicos en los cuales se sustenta el pensamiento progresista y de izquierda. Haremos mención a sus elementos más importantes en lo que respecta a Dios y a la religión. Y a partir de ahí podremos establecer la gran diferencia que tiene esta ideología con la Verdad católica. Resultando, por lo tanto incompatibles.
Catolicismo y Política. La Izquierda y Dios, consideraciones sobre la religión. Un artículo de Leonardo Olivieri
Para la izquierda y el progresismo, tanto a nivel filosófico como ideológico, Dios es simplemente un constructo cultural simbólico-ideológico, no existiendo nada divino en sí mismo. Lo religioso, como construcción social, tiene implicancias culturales, ideológicas y políticas-económicas. A la existencia de Dios, se lo considera una creación fantástica, que lo único que hace es dilatar y distorsionar el conocimiento de la verdadera realidad: un mundo donde la lucha de clases es la esencia y el motor de la historia.
La religión es un baluarte de reacción, oscurantismo y conservadurismo. El político socialista argentino Juan B. Justo nos decía que la eliminación de la religión como ilusoria felicidad del pueblo, es la condición para su felicidad real. El estímulo para disipar las ilusiones de la propia condición, es el impulso a eliminar un estado que tiene necesidad de ilusiones. “La angustia religiosa es al mismo tiempo la expresión del dolor real y la protesta contra él. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, tal como lo es el espíritu de una situación sin espíritu. Es el opio del pueblo” (Marx, 1969a: 304).
Al fin y al cabo, Marx veía la religión como la alienación de la esencia humana y que liberarse de ella era el inicio del camino para la verdadera libertad del ser humano y el desarrollo de una humanidad plena.
Es evidente que la crítica esencial hacia la religión parte de una concepción materialista de la historia y del mismo ser humano. El elemento clave de esta perspectiva para el análisis de la religión, consistía en acercarse a ella como a una de las diversas formas de ideología, entendida como la producción espiritual de un pueblo; esto es, la producción de ideas, representaciones y formas de conciencia, necesariamente condicionadas por la producción material y las correspondientes relaciones sociales. En síntesis, toda la historia intelectual, moral, política y social de la humanidad es un reflejo de su historia de las condiciones materiales-económicas.
La concepción materialista de lo religioso involucra a una concepción de hombre, también fundada en ese materialismo. Karl Marx considera al hombre en dos sentidos: Uno como ser real de carne y hueso; y otro, como resultado de la historia económica, de la producción de la misma historia. El hombre, se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus necesidades en un proceso dialéctico en el que la transformación es mutua. La autogeneración del hombre es un proceso real, histórico–dialéctico, entendiéndose la dialéctica como proceso y movimiento a través de la superación sintética de las contradicciones.
Por lo tanto, nada escapa a la concepción materialista de la historia, y fundamentalmente nada está por fuera de esa dinámica dialéctica del movimiento y de las contradicciones. Lo religioso ya no es e volver a ligar o unir al hombre con Dios y con la Verdad, no es descubrir la unidad esencial de todos los hombres en Dios. Todo lo contrario, lo religioso es ideología que legitima el dominio y la hegemonía de una dialéctica opresor-oprimido.
El filósofo anarquista Mijail Bakunin consideraba a la religión como una ideología de la animalidad y que reducía al hombre a la servidumbre de una lógica del rebaño y del sometimiento. A esta situación de animalidad le oponía dos condiciones esenciales del ser humano: la facultad de pensar y la necesidad de revelarse. Es así que el hombre avanza en la historia y es así como lo religioso quedará superado. Haciendo mención al texto bíblico del pecado original, este autor nos dice que el hombre se ha emancipado al desobedecer el mandato de Dios, y por lo tanto, se ha separado de la animalidad para constituirse como hombre. La historia de la humanidad como tal, comenzó con ese acto de desobediencia.
Tal como mencionamos más arriba, el hombre se constituye como tal cuando se decidió a abandonar la sujeción a Dios y decidió ser como él, liberándose de toda atadura y autoridad externa. O sea, se vuelve autónomo dejando de ser heterónomo.
Entonces después de todo esto, ¿qué es lo que queda?, la respuesta es que lo único que hay es la voluntad, el movimiento, la rebeldía, y la búsqueda de la libertad. Una libertad que es comprendida negativamente, como ausencia de condiciones externar a la libre elección del hombre. El hombre en sí es un ser abstracto definido por esos movimientos pero que se desempeña y vive en un contexto histórico y social. Por lo tanto, lo que somos consiste en una combinación de esa “esencia” abstracta con lo simbólico-cultural de la época. Y evolucionamos por esa oposición dialéctica del conflicto permanente.
Por esencia, la religión vacía al hombre y a la naturaleza de todo su contenido, transfiere ese contenido al fantasma de un Dios en el más allá, que por gracia, cede una parte de lo que le sobra a los hombres y a la naturaleza. Mientras la fe en ese fantasma del más allá es fuerte y vivaz, el hombre, por ese desvío, sólo alcanza un muy escaso contenido (Carlos Marx, Federico Engels y Juan B, Justo, Religión-Ideario)
Para esta visión, la alienación religiosa se basa en el dominio de la conciencia del interior humano; pero la alienación económica es la de la vida real. Sin embargo, esa alienación interior es una barrera para la verdadera compresión de la realidad material en que se vive. Como se dijo, es un opio o una droga que adormece a la conciencia con respecto a la realidad.
Para el filósofo comunista francés Louis Althusser el capital necesita condiciones que aseguren su propia reproducción. No entraremos aquí en detalle sobre el tema, pero sí nos interesa el lugar que ocupa la religión, según este autor, para asegurar la supremacía y supervivencia del modo de producción capitalista. Althusser plantea que no sólo constituye la represión estatal como estrategia política de dominación. Está además, lo que él denominó Aparatos ideológicos del Estado, que consiste en un conjunto de instituciones distintas y especializadas, entre las cuales figura al sistema religioso y que se diferencia del carácter represivo del Estado por funcionar mediante la ideología. Volvemos a lo que hemos ya dicho antes, la religión es ideología.
La Iglesia es percibida como una institución subordinada a los medios de producción capitalista, que pretende asegurar mediante la ideología religiosa, las condiciones de reproducción del capital. Aquí Dios no es más que un fundamento simbólico-ideológico, que sirve de fundamento del orden capitalista-burgués.
Esta concepción de subordinación de la iglesia y de la religión como aparato ideológico sufrió una re-significación con la teología de la liberación, en donde se pretendía conciliar los principios de la filosofía marxista con una interpretación del cristianismo. No entraremos en detalles sobre este apasionante y polémico tema Solamente nos limitaremos a citar al filósofo argentino Conrado Eggers Lan y su concepto de cristianismo: “Considero al cristianismo –en su aspecto histórico, y con prescindencia, por ende, de su significación trans-histórica, a la cual, sin embargo, está esencialmente unida– como un movimiento cuyos esfuerzos se centran en la realización plena de la persona humana, y que procura, pues, su liberación de los factores que la esclavizan y degradan.” (Marxismo y Cristianismo) En suma, lo que se pretender en conciliar la lucha de clases con el evangelio y en particular las menciones a los pobres y oprimidos.
Sin embargo esta “conciliación” lleva implícita un cambio radical en la Iglesia como institución, que tendrá como consecuencia un cambio doctrinal significativo. Para que la Iglesia esté al servicio de los oprimidos y deje de ser funcional a la clase opresora, se hacen necesarios un proceso de modificaciones sustanciales, tanto de los componentes de la institución (jerarquía), como una transformación en la formación del clero, y fundamentalmente en una re-interpretación y re-significación de las bases doctrinales.
Pero más allá de la teología de la liberación, la izquierda en general considera a la religión como legitimadora ideológica de la servidumbre y la dominación. Busca reducirla al ámbito puramente privado e incluso la considera anacrónica con el progreso y de la libertad humana.
Lamentablemente la ideología de izquierda hizo raíz dentro de la misma iglesia, no sólo por medio de la teología de la liberación, sino por la aceptación de parte de muchos fieles del ideario progresista en general. La separación Iglesia y Estado es un claro ejemplo de la reducción a la mera conciencia interna de la doctrina católica y alejarla de la realidad social. La evocación de un Estado presente que pretende constituirse como una fuente de verdad y justicia por encima de lo religioso también forma parte de este ideario nefasto progresista. Para el Estado todas las religiones son iguales y verdaderas, pero deben estar sometidas al marco normativo e institucional del Estado.
Como vemos, la influencia de la izquierda es mucho más profunda que una disputa ideológica, ya que contiene no sólo un modo de pensar, sino una cosmovisión de un mundo sin Dios y sin la Verdad cristiana. La producción material es, pues, el fundamento de la vida y del devenir de la sociedad. Asimismo, el modo de producción, la vida material de la sociedad condiciona el carácter de un régimen social, de las instituciones políticas, la mentalidad de los hombres, sus opiniones, sus ideas, sus teorías, su religión. Por último, el materialismo histórico terminó de una vez por todas con las teorías idealistas para las cuales la historia de la sociedad era el resultado de la actividad desordenada y arbitraria de los individuos, la resultante de las voluntades y de los deseos de los hombres, instituciones, etc., que es una consecuencia directa del tipo de base material presente en la sociedad.
Leonardo Olivieri
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