¿Podremos mantenernos fieles hasta el final en el espíritu de la Cristiandad?
La esperanza y la cristiandad. Un artículo de Alberto Mensi
Me parece que es de suma importancia para los católicos que tengamos en claro este tema.
¿Por qué? ¿Qué es lo que me motiva a ello?
Simplemente ver que muchas personas, grupos, asociaciones de muy buenas intenciones estamos unidos cuando peleamos en contra de… pero estamos separados cuando peleamos a favor de…
Y no hablo aquí de mala voluntad, o de intereses personales, deseos de figurar ni nada de ello, que pueden estar en el fondo de algunas posiciones, pero del interior juzga Dios nosotros nos limitamos a los hechos.
¿Qué es lo que nos debe mover en esta lucha?
¿Por qué emprendemos esta lucha?
En principio digamos que si es el éxito lo que nos mueve, ya estamos condenados al fracaso aunque tengamos éxitos parciales.
Si Cristo hubiera buscado su éxito parcial no hubiera terminado en la Cruz, hubiera arreglado una salida intermedia, claro está que hubiera fracasado finalmente pues, además de traicionar a Dios (cosa imposible en Él porque Él es Dios) hubiera sido utilizado por el Sanedrín y luego desechado.
Por eso nos enseñó a mantenernos fieles hasta el final. Hasta en el último instante clavado en la cruz, siguió dando testimonio de la Verdad, simplemente porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Con lo cual ya tenemos un primer escalón en esta subida que emprendemos.
Fidelidad a la Verdad revelada sin ninguna concesión.
Fidelidad al Depósito de la Verdad que ha sostenido la Iglesia Católica en todas partes, en todo tiempo, de manera total.
Y para esto no hace falta ser prepotentes, basta con seguir las huellas de Cristo Rey, manso y humilde de corazón, que ama a los pecadores pero no tolera el mal, que perdona a la adultera pero que le indica que no vuelva a pecar.
Nos fundamentamos en la Esperanza no en el éxito.
Y la Esperanza se fundamenta en Dios, en su promesa.
Hace unos años leyendo al querido P. Leonardo Castellani, una de las más esclarecidas mentes y fervorosos corazones que ha tenido nuestra Patria Argentina, me llamaba la atención una explicación que hacía acerca de la clave de bóveda y la piedra fundamental, dos conceptos aparentemente similares pero que en realidad se aplican a dos personas totalmente distintas: Nuestro Señor Jesucristo y San Pedro, su Vicario.
En el Evangelio de San Mateo y en su paralelo de San Marcos podemos leer: “Jesús les dijo: ¿No habéis leído nunca en la Escritura ‘la piedra que desecharon los que edificaban es ahora la piedra angular, el Señor es quien hizo esto y es un prodigio a nuestros ojos?”1
Y también en el Evangelio de San Lucas: “Él, fija la mirada sobre ellos dijo: ¿qué es aquello que está escrito: la piedra que desecharon los que edificaban es ahora la piedra angular?”2
Parecería que no tiene mucho sentido esto que dice Jesús en cuanto a que desechan la piedra angular, pues más de uno puede pensar: si la piedra ya está puesta ¿cómo la pueden desechar?
La dificultad se desvanece cuando comprendemos que esta piedra es la conocida en la Edad Media como CLAVE DE BÓVEDA.
Durante la construcción de las bóvedas se van sosteniendo las paredes con andamios pues tienen una gran inestabilidad, particularmente cuando se van armando los arcos finales. Estos arcos encuentran su equilibrio cuando se coloca la última piedra que los une en lo más alto, y esa tensión que va hacia arriba se fija en la clave de bóveda.
Por ese motivo la piedra angular o clave de bóveda es una piedra diferente, distinta y aparentemente sin uso durante la construcción.
Entendemos ahora que aquellos que desconocen el sentido de esa construcción desechan una piedra que no les sirve a sus propósitos y más bien les estorba sus movimientos.
En cambio los que realmente saben cómo se realiza la construcción, la valoran, la aprecian y la tienen en cuidado, a un lado, hasta que llega el momento en que ordenará todo el trabajo en esa fuga de tensiones hacia lo más alto.
Cristo es esa PIEDRA ANGULAR, esa CLAVE DE BOVEDA que eleva todo el tejido de la civilización hacia el Padre en lo más alto de los cielos. Podemos graficarlo con las palabras del Apóstol de las gentes: “todo es vuestro, mas vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios” 3
La confusión con Simón Pedro, piedra fundamental, es que Pedro también es llamado piedra y así podemos leer en el Evangelio de San Mateo: “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella”4.
Se confunde la piedra angular con la piedra fundamental.
A diferencia de la piedra angular, la piedra fundamental ( de fundamento o base) es la primera piedra que se coloca en la construcción del edificio y en función de ella se van entrelazando las otras piedras, de manera que luego es imposible desecharla pues ha quedado abajo y engarzada con el resto de la construcción.
Cristo construyó la Iglesia sobre la piedra que es Pedro, y en frase bella de San Agustín diríamos que por Cristo fue: “colocada la doctrina de la verdad en la cátedra de la unidad”5.
Cristo sabe de construcción y empezó eligiendo y poniendo la primera piedra que fue Pedro, y enlazadas con esta piedra fue colocando las otras que Él eligió: apóstoles, discípulos y así se va entrelazando la construcción, elevándose a lo más alto hasta que en la culminación de esta construcción espiritual se ponga Él mismo como clave de bóveda que dé sentido final a todo lo construido, es la recapitulación de toda la obra.
La razón fundamental de esta confusión está en que las piedras ejercen su presión hacia abajo, por peso propio, en cambio en la bóveda la tensión va hacia arriba y se equilibra en la clave de bóveda a la cual se le reconoce el sentido de ser, recién cuando está colocada.
El gran drama de la Iglesia es cuando sus pastores, presbíteros y fieles se dejan llevar por ese peso de la piedra que tira para abajo, los encierra en la mera temporalidad, les hace buscar el éxito y para ello necesariamente se deben acomodar al mundo, a lo mundano, en lugar de transformarlo. La esperanza, que en realidad daría sentido a todos nuestros afanes, queda relegada así como queda relegada la clave de bóveda.
Nuestra esperanza es Cristo y propiamente, porque Él lo ha querido así, en estos últimos tiempos es María Santísima la mujer prometida del Génesis, la que aplasta la cabeza de la serpiente infernal.
Tengamos éxito o no en nuestras empresas temporales, debemos conservar la esperanza por encima de todo, a pesar de la persecución que cada vez se generaliza más contra los cristianos y los hombres de buena voluntad.
“Cuando estas cosas comiencen a ocurrir (las señales finales) erguíos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”6
Alberto Mensi
1 San Mateo 21, 42 San Marcos 12, 10
2 San Lucas 20, 17
3 1Cor.3, 22-23
4 Mt. 16, 18
5 San Agustín Ep. 105,16
6 San Lucas 21, 28
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