Imaginación y cultura-MR

Imaginación y cultura

«A imaginação tem que ser treinada para ela se tornar um instrumento de compreensão da Realidade e não uma atividade ociosa que vai fazer você ficar especulando sobre coisas que não vão acontecer jamais, que não têm a menor possibilidade e que são somente um jogo.».Olavo de Carvalho[1].

En la Gramática del Asentimiento, San John Henry Newman distingue entre dos clases de asentimiento: el nocional y el real. El primero tiene que ver con la aprensión de inferencias, es decir, cuando asentimos a proposiciones abstractas al percibir la coherencia entre premisas y conclusión. Un ejemplo sencillo de asentimiento nocional es el siguiente: 2+2=4. En el asentimiento real, por otra parte, uno se encuentra con imágenes y objetos concretos que tienen fuerza sobre el espíritu; una fuerza más grande – o una presencia, se puede decir – que en las proposiciones abstractas. “Las experiencias y sus imágenes alcanzan y ocupan el espíritu de una manera que las abstracciones y sus combinaciones no lo pueden”[2].

Monseñor Robert Barron dio un ejemplo muy interesante del asentimiento real. Él contó que una mujer había decidido abortar y se fue a la clínica. Mientras esperaba que la llamaran, se percató de que en el descanso de la silla en que estaba sentada había impresiones digitales. Se detuvo un momento a mirarlas y repentinamente pensó: “mi bebé ya tiene impresiones digitales”. Esta constatación fue suficiente para impedirla de llevar adelante el aborto. El medio material y visible de las impresiones digitales la hizo pensar en su hijo de una manera que no había pensado antes; la realidad del niño y de lo que le iba hacer cayó de golpe sobre ella.

Newman hace hincapié en el poder que los objetos, las imágenes y por supuesto las personas tienen sobre nosotros. El ejemplo de Monseñor Barron nos lo aclara precisamente por ser una imagen del asentimiento real en la vida de una mujer y su hijo todavía no nacido. Cuando decimos de alguien que “predica con su ejemplo”, nos referimos a la manera cómo ciertos principios se realizan en su vida, no sólo en el discurso sino especialmente en la acción. Lo que nos invita a seguir el ejemplo es la visión de integridad en la vida de alguien. Os dejo con esa verdad de Perogrullo: las imágenes alimentan nuestra imaginación.

Verdad de Perogrullo y todo, detengámonos en ella un momento. Desde que nos damos cuenta del mundo y de las personas que lo conforman a nuestro alrededor, las imágenes alimentan a la conducta (actuamos por imitación) y contribuyen a la formación de unos principios que, aunque no seamos capaces de elaborarlos discursivamente, le dan forma a nuestra primera figura de mundo. Creo que Alasdair MacIntyre acertó al decir que el hombre es un animal contador de historias. Nuestra narrativa – aunque sea inarticulada, lo reitero – consiste en el conjunto de imágenes, en las cosas que vemos hacer y en las que hacemos, en las imágenes que guardamos como ya realizadas y como todavía posibles.

Las imágenes ya realizadas influyen en las que son todavía posibles, en el proyecto de vida que tenemos. Pensemos en el matrimonio. Alguien puede leer una novela como Señora de rojo sobre fondo gris, de Miguel Delibes[3], y creer en la posibilidad humana que cuenta el narrador: en una tal comunión entre el hombre y la mujer, que la vocación de uno esté estrechamente vinculada a la del otro. Ese lector pensará que es hermoso el relato y además verosímil: el narrador dejó de pintar cuando se enfermó su mujer. Añadamos una característica más a mi hipotético lector: que sea católico y conozca lo que enseña la Iglesia acerca del matrimonio. Entonces verá reflejada parte de la enseñanza magisterial en la novela de Delibes. Reiterará la belleza y verosimilitud del relato gracias a lo que sabe, a lo que ha leído. Pero le faltará algo, que le hará pensar: “es hermoso y además cierto, pero no es para mí”.

¿Por qué “no es para mí”? Las circunstancias que han llevado mi hipotético lector a semejante juicio están más cercanas al asentimiento nocional. Aunque una obra de arte – como la novela de Delibes – apele a la imaginación por medio de acciones e imágenes humanamente posibles, su recepción por parte del lector tendrá que enfrentarse con la experiencia, con la biografía, del mismo lector. El lector que recibe una nueva experiencia humana posible, pero alejada de la suya propia, tendrá a la vez una apertura y un conflicto: la apertura para reconocer el aspecto de la realidad que le era hasta entonces ajeno y el conflicto de pensar que la nueva experiencia sea o no realizable en su propia vida. Reconocer la verosimilitud de una experiencia humana no es lo mismo que creerla realizable para mí.

La comunión entre el hombre y la mujer, tal como presentada en la novela de Delibes, puede ser posible, pero no “para mí”. Una vez más, ¿por qué? Las imágenes anteriores del lector, las que componen su biografía, podrían sugerirle que una posibilidad como esta no se realizaría. A lo mejor habrá tomado conocimiento de esa realidad sólo por los libros y no viéndola encarnada; en su familia, tal vez, ninguna de las parejas vivía ni siquiera algo parecido. Sus padres, abuelos, tíos, padrinos e incluso amigos se soportaban y nada más. ¿Es imaginable un tal escenario? Desgraciadamente, sí. Me acuerdo de un profesor que dio una conferencia sobre el matrimonio y, al final, se le acercó una mujer joven y le dijo: “profesor, yo no puedo creer en la fidelidad porque nunca la he visto”. El profesor dijo que la mujer le dio la impresión de hablar sinceramente.

Las imágenes que ella había recibido en su vida tenían más fuerza que la conferencia del profesor. Sin embargo, tanto en el ejemplo de la conferencia como en el de mi lector hipotético hay un conflicto: si la mujer ni quisiera creer en el matrimonio no habría acudido a la conferencia ni mucho menos le habría dirigido un comentario al profesor. Y el lector de la novela de Delibes, confiado en el testimonio de la obra de arte y en sus estudios del Catecismo, reconoció la posibilidad de comunión entre hombre y mujer, aunque no para él mismo. El lector estaba en el asentimiento nocional y, siendo optimista, creo que la mujer lo ponderaba.

En el mundo interior del hombre y de la mujer – como en el nuestro – se enfrentan dos visiones distintas acerca de la misma posibilidad humana. Ni hace falta decir que el caldo de cultivo para la visión negativa del matrimonio – que no es posible a secas o que no es posible “para mí” – está en las experiencias anteriores, en las imágenes, que a su vez reflejan la perspectiva que nuestra cultura tiene de las relaciones humanas. Las imágenes conocidas y vividas, por contrastantes que sean con los principios que reconocemos verdaderos, nos arrastran mediante la fuerza del mal ejemplo. El asentimiento real demanda el contacto con nuevas imágenes encarnadas delante de nuestros ojos o bien la confianza en los testimonios que sabemos verdaderos. Puse la conjunción disyuntiva, pero el conocimiento de las nuevas imágenes y la confianza en los testimonios van de la mano. No os olvidéis de quiénes predican con el ejemplo.

La cultura tiene un papel importante en nuestros proyectos de vida, en lo que creemos realizable y buscamos. Al fin y al cabo – aquí os dejo con otra verdad de Perogrullo – ella es el cultivo de la vida humana. Si nos encontramos desarraigados como aquélla personaje de Kirstin Valdez Quade de la que he hablado en otro artículo[4], si los principios que sabemos verdaderos no se han encarnado delante de nosotros en las personas con quienes convivimos, tendremos que encarnarlos nosotros.

Reconocer y señalar los errores de nuestra cultura es imprescindible. Pero tenemos que hacerlo a la vez que reconocemos nuestra participación – por mínima que sea – en ellos. Los defectos que percibimos alrededor también son nuestros en alguna medida. Tal reconocimiento no nos desesperará, sino que dará la conciencia de cómo tendremos que actuar para encarnar lo que nocionalmente sabemos cierto, pero no lo vemos a menudo. El proyecto humano que es nuestra vida – como ha enseñado Julián Marías – le debe mucho a la imaginación.

Gilmar Siqueira


[1]Olavo de Carvalho. AImaginação. Recuperado de: https://olavodecarvalhofb.wordpress.com/2017/05/26/a-imaginacao/.

[2] John Henry Newman. An Essay in Aid of a Grammar of Assent.Londres: Burns, Oates, & Co., 1874.

[3]Cf. mi artículoAmor y atención, dedicado a la novela de Delibes.

[4]Cf. mi artículo Raíces secas.

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Author: Gilmar Siqueira
Feo, católico y sentimental