¿Conocen a Franz y Franziska Jägerstätter? El Dr. Mario Guzmán nos habla de este matrimonio y de su vida, que ha sido llevada al cine
¡No hay nada que ver!: La historia de Franz y Franziska Jägerstätter. Un artículo del Dr. Mario Guzmán
Con frecuencia mi esposa y yo nos encontramos buscando algo que ver en el televisor, ya sea una serie o una película, algo que nos haga desconectarnos de nuestras preocupaciones e incluso de nuestras responsabilidades y que nos permita descansar y pasar un rato agradable. Desafortunadamente, el mayor de las veces terminamos frustrados diciendo “¡no hay nada que ver!” y es que las series televisivas, las películas y hasta los eventos deportivos suelen estar llenos de postmodernidad. Sexo, violencia, ideología de género, mensajes marxistas y ataques contra la Iglesia Católica parecieran reinar en la industria cinematográfica y televisiva. Por tal motivo, nuestro consumo de dicha industria es cada vez menor y menor.
Estoy seguro de que no somos la única pareja que experimenta ese hartazgo ideológico que ha inundado los medios de comunicación, muchos han compartido su frustración conmigo. Sin embargo, en esta ocasión sucedió algo distinto, mi esposa trajo a casa la película titulada “A Hiden Life” (Vida Oculta, 2019) del director Terrance Malick, con los actores August Diehl y Valerie Pachner quienes dan vida a la fascinante y heroica vida de Franz Jägerstätter y su esposa Franziska (Fani). Esta pareja que se encontraba viviendo en una pequeña aldea en las montañas de Austria tuvieron que experimentar el régimen Nazi y la exigencia a su adhesión. Franz es llamado al frente militar y con ello se ve en la disyuntiva de jurar fidelidad a Hitler, pero siendo un devoto católico él sabe que hacer eso es ir en contra de al único al que le debemos lealtad absoluta, al Dios trino.
La historia de Franz y Fani es un extraordinario testimonio de fidelidad a Dios y a la consciencia. Las pruebas que tuvieron que enfrentar, el rechazo de sus seres queridos e incluso la invitación del clero a claudicar a sus convicciones, me hace pensar en lo que muchos hemos tenido que vivir en los últimos 15 o 20 años donde nuestra sociedad se ha transformado radicalmente dando pie a ideologías contrarias a la fe y donde más y más se alinean con dicho pensamiento ideológico y totalitario. Al igual que en la época Nazi, pareciera que cada vez más nos cuesta reconocer y distinguir el bien del mal. Lo que antes era consenso sobre el pecado, ahora se ve como virtud, lo que antes era rechazado por la mayoría, ahora es recompensado, lo que antes era sentido común, ahora es señal de un supuesto retroceso o falta de apertura y de tolerancia. Al igual que en la época Nazi, quienes disentimos de la ideología dominante estamos en riesgo de experimentar el ostracismo, la crítica e incluso la pérdida laboral. Cada vez más y más profesores universitarios son despedidos de sus trabajos por afirmar que 2 + 2 = 4, los postmodernos se empeñan en decir que es igual a 5. La advertencia Orwelliana se ha hecho realidad en gran parte de la sociedad Occidental, y con ella la habituación y la indefensión aprendida han ocupado el lugar de la consciencia de millones y millones de ciudadanos.
Pero Franz y Fani son un extraordinario ejemplo de lo contrario, ellos actuaron heroicamente sabiendo que su consciencia debe de estar por encima de la aprobación de los demás e incluso del bienestar personal. Ellos estuvieron dispuestos a sufrir todo tipo de vejaciones, torturas y hasta pérdida de la libertad y de la vida con tal de no claudicar a sus convicciones, a su fe en Dios y a no participar en la injustica. Como le dijo el padre de Fani a su hija; “es mejor vivir injusticas que cometerlas”.
Esta pareja representa un extraordinario ejemplo a lo que todos los católicos estamos llamados; a vivir con la mirada en el cielo y los pies en la tierra, a saber que «en el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.» (Juan 16, 33). Los católicos de hoy estamos viviendo una nueva prueba, somos testigo del reducimiento de la Iglesia en occidente y del surgir de una sociedad que algunos llaman “post-cristiana”, esto mismo lo profetizó el cardenal Ratzinger en 1969 en una entrevista radiofónica, pero también alertó que era la oportunidad de construir islas de salvación con fieles más espirituales, entregados a Dios y a vivir acorde a su voluntad.
Franz y Fani tuvieron miedo, ¡y quién no lo tendría en una situación así!, pero ellos decidieron actuar no acorde al miedo, sino acorde a Dios. Al igual que ellos, nosotros podemos experimentar miedo cuando se trata de decisiones importantes en la vida o cuando tenemos que enfrentar al mundo en su injusticia, en su irracionalidad, en la imposición de su ideología. Las parejas tenemos que enfrentar el reto de si estaremos abiertos a la vida y aceptar los hijos que Dios decida enviarnos o si usaremos métodos anticonceptivos y vivir acorde a nuestro miedo y nuestra voluntad. Mujeres embarazadas tendrán que enfrentar si respetarán la vida y la dignidad de su hijo o si se irán con la mentira de los “derechos reproductivos de la mujer” y terminarán matando al hijo que llevan en el vientre. Los padres de familia tendremos que enfrentar el reto de si educaremos a nuestros hijos en base a su realidad biológica y espiritual o si aceptaremos la ideología de género y sus falacias deconstructivistas. Los sacerdotes y los obispos tendrán que enfrentar si serán una expresión viviente de Persona Christi o si se dejarán llevar por la tendencia relativista y políticamente correcta que tantos han adoptado en el seno de la Iglesia. Los católicos estamos llamados, hoy más que nunca, a ser contraculturales, pues sabemos que el “Fatherland” del que hablaba Hitler y los Nazis y que hoy los progresistas buscan imponer a su manera, no está en la tierra sino en el cielo.
Franz Jägerstätter, fue reconocido con el pasar del tiempo como un mártir y beato de la Iglesia. Franz hizo bien en no seguir el consejo de su sacerdote, de sus seres queridos e incluso el amor de sus hijos y esposa y es que Jesús nos advirtió: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.» (Mateo 10, 34-39)
Y es que no hay nada de malo en pedir consejo, ni en amar a nuestros hijos o a nuestros padres, lo que está mal es ponerlos por encima de Dios y eso es lo que Franz y Fani no hicieron, no comprometieron el lugar principal que Dios debía de tener en sus vidas. Ambos estuvieron dispuestos en tomar su cruz y seguirle.
Esta película, es un claro ejemplo que si hay cosas que ver en la industria cinematográfica y televisiva. Tal vez hay pocas opciones, pero esta es una gran alternativa. Si los premios Oscar fueran sensatos le darían a esta película múltiples reconocimientos, tanto por su fotografía, como por su música, su dirección, su actuación, pero sobre todo por mejor historia, pues esta historia de la vida real no tiene paralelo con lo que suelen ofrecernos.
Franz fue beatificado y tal vez algún día su canonización sea completada. Esperemos que el proceso de Fani sea el mismo, pues el sacrificio y el ejemplo heroico no fue solo de él, sino también de ella. Es más, sin su apoyo, su oración y su disposición al sacrificio, es probable que Franz no lo hubiera logrado.
Les mando un abrazo y espero que disfruten la película tanto como yo, y sobre todo que encuentren la inspiración para aspirar al cielo y no al mundo.
Por Mario Guzmán Sescosse
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En la página del Vaticano pueden leer la historia de Franz y Franziska Jägerstätter: https://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20071026_jagerstatter_sp.html
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