Un bellísimo himno de Sir Henry Baker, «el rey del amor es mi Pastor», esta es la propuesta musical para hoy, ¿Se animan a un rato de buena música?
El rey del amor es mi Pastor, un artículo de Miguel Toledano
El salmo 23 es uno de los más conocidos del fiel cristiano. Antes del amanecer, los benedictinos entonan cada domingo las palabras del Rey David: “El Señor es mi pastor; nada me falta.”
En el mundo anglosajón, la oración es igualmente popular, gracias al himno “The King of love my Shepherd is”, obra del Barón Sir Henry Baker, clérigo anglicano del siglo XIX pero no obstante defensor del celibato sacerdotal y devoto de la Santísima Virgen más allá de lo que es habitual en el mundo protestante.
Los lectores de Marchando Religión pueden escuchar una versión completa en el siguiente enlace. Se trata, como veremos, de una verdadera oda a la unión entre Antiguo y Nuevo Testamento.
El texto, publicado en 1868, se caracteriza por la simplicidad del lenguaje, la naturalidad del ritmo y una sombría elegancia. Se compone de seis cuartetos, con versos impares octosílabos y pares heptasílabos. Esta métrica no es frecuente en la poesía castellana, pero como ya hemos apreciado en esta serie, es utilizada a menudo en los cánticos ingleses, así por ejemplo en “Dios es amor” o, sobre todo, en “Guíame, oh Tú gran Redentor”.
Cada una de las estrofas se corresponde a su vez con los seis respectivos versículos del salmo.
La primera completa la cita del Antiguo Testamento con una referencia implícita al Evangelio de San Juan: La relación entre el Creador y sus criaturas es biunívoca; el Pastor conoce a sus ovejas y ellas le siguen (Jn 10, 27).
En la segunda, las aguas quietas hacia las que nos conduce el Señor se convierten en “corrientes de agua viva”, nueva conexión con la fuente de agua que brota para la vida eterna del cuarto relato evangélico, tanto en el encuentro con la samaritana (Jn 4, 14) como durante la discusión con los judíos en el templo (Jn 7, 38).
La tercera estrofa la recitó Sir Henry mientras moría: “Perverso y necio a menudo me desvié/y sin embargo Él me buscó en el amor/y me apoyó suavemente sobre Su hombro/y me llevó con júbilo a casa.” A través de ella, el autor traza un paralelismo entre la restauración del alma en el salmo y la parábola de la oveja perdida (Lc 15, 1-7).
Por lo que se refiere a la cuarta, los tres primeros versos siguen literalmente al salmo en el valle de la muerte, con el consuelo que aportan la vara y el báculo del Señor, pero vuelve a añadirse al final un signo neotestamentario, el elemento neotestamentario por excelencia, la cruz, como gran guía en la tribulación.
El quinto cuarteto, de terminología inglesa más arcaica que las demás (“bestoweth”, “floweth”), transforma el cáliz del Rey pastor David en el purísimo Cáliz del mismo Cristo.
El himno termina con la apropiación explícita, tomada de los capítulos evangélicos citados de Lucas y Juan, hecha por Nuestro Señor de la alegoría bíblica del Buen Pastor, a través de la famosa parábola recitada ante publicanos y pecadores, para escándalo de fariseos y escribas, que Lo llamaban endemoniado. La benignidad divina no fallará a lo largo de toda la vida del cristiano, quien habitará para siempre en la casa del Señor, alabando a tal Buen Pastor.
La melodía, del mismo año que el texto, es obra del anglo-católico John B. Dykes, otro clérigo protestante con predilecciones por la liturgia, la celebración ad orientem, la Sociedad Camden de Cambridge y el Movimiento de Oxford, que no pocas fricciones costaban en el siglo diecinueve con la jerarquía anglicana. A Dykes le unía con Baker una relación tanto de amistad como profesional en lo relativo a la publicación de himnos, además de su común filia por algunos de los elementos más característicos de la Fe católica, que no llegaron a abrazar. Por cierto, que estando ahora en solfa el celibato sacerdotal, cabe recordar que, a diferencia de Baker, Dykes sí se casó, procreando ocho hijos.
Escrita en sol mayor, la partitura transmite las notas de sosiego, transparencia y ternura aparejadas a dicha tonalidad.
Miguel Toledano Lanza
Domingo de Sexagésima, 2020
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