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El lenguaje de la Liturgia-Me acercare al altar de Dios

El lenguaje de la Liturgia

Velen también éstos (Obispos y Superiores Generales de Órdenes religiosas), con paternal preocupación, para que ninguno de sus súbditos, por desmedido afán de novedades, escriba contra el empleo de la lengua latina tanto en la enseñanza como en los ritos sagrados de la Liturgia

¿Qué les parece semejante afirmación? ¿Piensa alguien que está sacada del Concilio de Trento?

Estas inspiradas palabras las escribió nada más y nada menos que el Papa Juan XXIII (sí, ese Papa en cuya película de su vida nos intentan hacer creer que estaba obsesionado con quitar el latín de la liturgia y otras cosas; película que se parece más a “Cuéntame como NO pasó” que a la realidad). E invito a teclear en el buscador de su ordenador “Veterum Sapientia” y leer la Constitución Apostólica para fomentar el estudio de la lengua latina que escribió el mencionado Papa el 22 de enero de 1962 ( nueve meses antes de iniciarse el Concilio Vaticano II).

Hay que desmontar mitos sobre todo a cuenta del uso del latín en nuestra liturgia, lengua que el mismo Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Liturgia “Sacrosanctum Concilium” en su número 54 dice:

Procúrese, sin embargo, que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde

Niego, por tanto, la mayor de los que dicen que “la Misa en latín” es preconciliar y contra el Concilio Vaticano II. El mencionado Concilio no sólo no la prohibió sino que en latín se dijeron todas las Misas mientras duró el Concilio (1962-1965) puesto que el Misal Novus Ordo y traducido a la lengua de los fieles, tal y como hoy lo hemos conocido, no se promulgó hasta 1969.

Es más: los fieles que saben leer (antes y ahora) cuando van a la Santa Misa Tradicional lo hacen con su misalito bilingüe (latín-español u otra lengua según la nación) por lo que la atención es muchísimo mayor que cuando se oye la Misa en español y normalmente nadie lleva misal.

El lenguaje de la liturgia-Marchando Religión

En una ocasión un fiel que salía de la Misa que acababa de celebrar en español me dijo: “Padre: hoy sí me ha gustado la Misa porque la ha dicho en español y no como cuando las dice en latín que no me entero”. Inmediatamente le pregunté: ¿De qué trataba hoy el Evangelio? ¡No supo responderme! ¿Y la primera lectura? ¡Nada!

Es, por tanto, completamente falsa la afirmación que me hizo aquella persona. (Y el no haberse enterado es tanto por la tendencia a distraernos como porque el registro de español que se usa en la liturgia no se corresponde con las palabras que usamos en español coloquial ya que se trata de un español teológico y culto equivalente al registro científico…) por otro lado tanto cuando damos fotocopias bilingües como cuando se lleva el Misal completo los fieles tienen a mano unos textos de la Palabra de Dios y de la liturgia para su propia oración personal y, además, un solo Misal completo evita tener que comprar cada año esos “Evangelios de cada día”.

Como dije en mi primer artículo mis colaboraciones no pretenden ser una reflexión erudita sobre los asuntos que trato sino una catequesis que se pueda entender por todos; ni siquiera lo que escribo es original mío sino que voy extrayendo de varios libros que han escrito insignes liturgos y profesores y que muestran el interés que ha tenido la Iglesia en que los fieles conozcan la Divina Liturgia.

Sobre el tema de hoy voy a seguir al Monje Benedictino Andrés Azcárate que en su libro La flor de la liturgia, Editorial Pax, y que ya en su introducción dice que pretende ser un manual para Seminarios, noviciados, círculos de Acción Católica, etc… trata extensamente a comienzos de la década de los años 40 del pasado siglo y de una manera pedagógica gran parte de los asuntos de la Liturgia.

En primer lugar hay que decir que en la Misa tradicional se usan el latín principalmente pero también el griego (Kyrie eléison, Agios, Theos en el trisagio del Viernes Santo) y el hebreo (amen, alleluia, hosanna, sabaoth…)

Los Evangelios nos dicen que el lictor de la Cruz de nuestro Señor estaba escrito en tres idiomas: latín, griego y hebreo.

Las ventajas de usar el latín en la liturgia son muchas frente a algún pequeño inconveniente. Las ventajas son: 1ª Que contribuye poderosamente a conservar la unidad de la fe; 2ª Que facilita a los eclesiásticos de todas las naciones y de todas las lenguas el desempeño en cualquier iglesia y país de sus sagradas funciones; y 3ª que envuelve de cierto misterio y majestad a los actos de culto.

El uso del latín en la liturgia ha evitado a lo largo de los siglos la unidad e inmutabilidad de la fe. Gracias a la lengua única nuestra fe es proclamada siempre y dondequiera con las mismas fórmulas las cuales nos han sido transmitidas desde los Apóstoles de generación en generación. Piensen los lectores de cierta edad, nacidos en España, cuando tuvimos que cambiar la traducción del Padrenuestro que habíamos aprendido desde niños para asemejarlo al que se reza en Hispanoamérica y porque entendían que el término “nuestros deudores” ya no expresaba tan correctamente el sentido como “a los que nos ofenden”; en latín esto no pasa.

Celebrar en toda la Iglesia en latín supondría que no habría templos extranjeros ni fieles o sacerdotes advenedizos (hoy sobre todo cuando la gente viajamos tanto y cuando los nacionalismos se sirven de la lengua para dividir) todos los fieles se sentirían como en su propia parroquia. Para la liturgia no deben existir ni dialectos, ni celos regionales, ni patria chica puesto que todos somos hijos de una madre común: la Iglesia Romana y todos rezaríamos en la misma lengua materna que es el latín.

La antigüedad y venerabilidad del latín y el ser hoy una lengua muerta contribuye a revestir los ritos litúrgicos de cierta gravedad y misterioso misticismo. Es cuando menos curioso que muchas veces se rechace el latín por parte de quienes luego aprenden canciones en otros idiomas o se aprenden mantras en sánscrito o se tatúan frases en árabe…

Contra estas indiscutibles ventajas sólo aducen los enemigos del latín que es ininteligible al común de los fieles.

El inconveniente es cierto pero no es tan grave como a primera vista aparece.

No es tan grave porque en gran parte se ha remediado con las traducciones y comentarios del Misal y porque para orar bien no es necesario, aunque sí sea muy conveniente, entender todas las fórmulas de oración que se usan , ya que es la Iglesia quien ora y nosotros meros portavoces. Para bien orar basta unir a la adoración en espíritu y en verdad, la pronunciación y presencia materiales.

PRONUNCIACIÓN DEL LATÍN

Lo bueno del latín en cuanto a la pronunciación se refiere es que prácticamente se lee tal y como se escribe con algunas excepciones. Se recomienda la pronunciación romana aunque un servidor defiende la pronunciación a la española que es la que aprendió de los sacerdotes mayores.

Normas generales: Se pronuncian todas las letras y nunca se acentúa la última sílaba de las palabras.

Los diptongos “ae” y “oe” se pronuncian “e” ejemlo: Coeli se pronuncia “Celi” y laetare se pronuncia “letare”.

Ch” se pronuncia “k”. Ejemplo: Cherubin se pronuncia “kerubin”

J” se pronuncia como “y”. Ejemplo: Jerusalem se pronuncia “Yerusalen” Joannes se pronuncia “Yoannes”…

Ll” se pronuncia como dos “l” Ejemplo: alleluia= al-leuia.

Ph” se pronuncia como “f”. Ejemplo “Joseph”= Yosef; Philosophia= filosofía.

T” entre dos vocales se pronucia “z” Ej. Laetitia= letizia; Gratia= Grazia

Padre Juan Luis García

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Author: Padre Juan Luis Garcia
Datos biográficos: Juan Luis García Rodríguez n. Guadix (Granada) 1976. Sacerdote desde 2003. Ha ejercido su ministerio como sacerdote en Galera, Huéscar y Puebla de Don Fadrique (Diócesis de Guadix) y profesor de religión en el IES La Sagra de Huéscar durante ocho cursos. Actualmente es Capellán Castrense.