El Covid está presente en todo el mundo y hay hogares que están padeciendo en primera persona sus efectos, no obstante, el dolor y el sufrimiento en familia pueden ser una ocasión para crecer en vida interior.
El Dolor y el Sufrimiento en Familia; Una Oportunidad. Un artículo de Rosario Prieto
En medio de la pandemia habría querido escribir de varios temas que pudieran llegar a tu corazón, que te hicieran pensar, reflexionar, sentir, luchar… y pensando en ello, me di cuenta que todos sentimos dolor, preocupación, estrés, algunos angustia, otros desesperación… Emociones que podemos tratar de evadir o de enfrentar de muchas maneras, algunas adecuadas, otras no tanto y otras más totalmente inadecuadas e incluso perjudiciales… Eso me ha llevado a hablarte hoy del dolor y del sufrimiento.
Se agolpan de pronto las ideas, y debo decirte querido lector, que sin saberlo, hoy, la vida me pondría a prueba y no solo a mí sino a toda mi familia.
La medida del amor es el amor sin medida, decía San Agustín…
Una persona a la que amo con toda el alma tiene covid y lo contrajo no por irresponsabilidad o inconsciencia, sino por dar su vida a los demás y entregarse a la vocación a la que fue llamada, médico para salvar vidas, para llevar vida, aliento y esperanza, cuidados, aliento y respuestas a sus pacientes y a sus familias. Investigadora incansable, capaz, fuerte, resiliente, alegre y generosa; que ha renunciado a tanto, que ha decidido ofrendar su vida diaria procurando un mundo mejor y más humano, porque como afirmaba San Juan de Dios «Nada de lo humano le es ajeno»
El dolor llegó más cerca, sabíamos que había riesgo, para todos, pero ella, Doctora, decidiendo amar al extremo, no abandonó a sus pacientes, sino que, con todas las medidas de protección cumplía con gran dedicación su vocación atendiéndolos, a ellos y a sus familiares. No se sabe cómo es que se ha contagiado, este virus es tan pequeño y tan poderoso a la vez… Lejos de casa, sin poder verle y cuidarle, nos ha hecho una videollamada familiar… «Me he contagiado» nos ha dicho, las lágrimas brotaron de inmediato, la voz se nos ha cortado… ante el peligro inminente…
Hoy, en mi familia, como a muchas otras personas en el mundo, nos acompaña el dolor, la incertidumbre, el pesar, la preocupación, nos damos cuenta en carne propia lo vulnerables que somos y nos enfrentamos a la realidad de nuestra finitud en la tierra…
¿Cómo debemos enfrentar esta realidad que nos afecta tan de cerca? Poniendo todo en manos de Dios, tener Esperanza en que se recuperará, encomendándola en nuestras oraciones, confiando que Nuestro Señor le concederá la vida y la salud.
Tristísimo lo que hemos vivido en el mundo con esta pandemia, aunque no solo con esta, cabe aclarar que hay muchas pandemias que atentan contra el ser humano, algunas causadas por él mismo… sin embargo, ha sido un golpe para la humanidad fuerte, catastrófico durante algunos… y si, la economía, el turismo, la vida social, la vida normal se ha detenido… nuestras vidas han tenido que cambiar de formato… hay problemas nuevos, graves, y otros, que venían ya de tiempo que se han acentuado en la mayoría de los países, sino es que en todos.
Nos enfrentamos a lo desconocido… esto genera miedo, tristeza, ira… cuidado, no nos perdamos… No debemos vivir con estos sentimientos en el corazón, los pensamientos que se detonaran serían dañinos para nosotros y los que nos rodean… pero las personas enferman, muchas mueren… ¿Qué hacer?
Aceptar el dolor en nuestras vidas como parte de nuestra naturaleza y el sentido del sufrimiento, para enseñarlo a los hijos y vivir reconciliados con la realidad, no queriendo taparla o maquillarla para evitar el sufrimiento a toda costa, pues sería una vida inhumana, irreal, falsa y hasta psicótica, en el sentido de que estaríamos alejados de la verdad y nos quita la posibilidad de ser sensibles al dolor propio y del prójimo, la responsabilidad social, la justicia, la caridad…
¿Cómo hablar del dolor como una oportunidad en la familia?
Enseñar a los hijos a que en la vida el sufrimiento humano es algo inherente a nuestra naturaleza, ocultar esa verdad por no verles tristes jamás, sería injusto y no crecerían mentalmente saludables. Además, el sufrimiento nos acerca al amor… ¿No decía la Madre Teresa de Calcuta: Ama hasta que duela? Pues así es, la entrega duele, el amor conlleva sacrificios y renuncias, la mayor felicidad es un estado presente de vivir en el amor de Dios, Único Dios, que experimentó el dolor, el sufrimiento y la muerte por ti y por mí y si unes tu sufrimiento al de Él, resucitarás junto con Él. Resistirse a la realidad por no sentir dolor, por no sufrir, solo nos traerá mayor dolor, sufrimiento y enfermedad.
La misión de la familia es ser maestra de amor, de cobijo, ahí podemos ser, ahí podemos conectar con los más amados, es el mejor lugar para el encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás, es ahí donde aprendemos a vivir con amor el dolor y llenar de vida el sufrimiento; responsabilidad, fortaleza, resiliencia, caridad…
¡Este tiempo es maravilloso para desprenderse de todos los apegos del mundo… y es que hemos sido creados para la eternidad! Enseñemos eso a los hijos, aferrémonos a la vida que no muere, la vida eterna y enseñemos a los nuestros, con nuestro ejemplo, que esta vida es solo un camino, que es transitoria, temporal y que los dolores y el sufrimiento nos ayudan a purificar la vida, la mente, el corazón para ser verdaderamente libres y eternamente felices.
La enfermedad, la muerte, los problemas económicos y todo tipo de dolor, es preciso vivirlo desde lo humano, pero no quedarnos ahí, sino trascender, y sufrirlo con amor transformador y reparador, purificador.
Todo tiene remedio menos la muerte dice un dicho por ahí… pero aún la muerte tiene remedio y este es nada más ni nada menos que el Cielo Prometido.
No nos gusta hablar del dolor, pero hemos de trabajar en ello, el dolor estará independientemente de nuestra voluntad, pero el sufrimiento nos hará trascender si buscamos el para qué ¿Para ser más fuerte, más paciente, para ser resiliente? Todo esto es bueno, pero lo que no debemos perder de vista, es que el dolor, aunque no lo comprendamos, aceptado por amor y con amor, es nuestro camino al Cielo
El dolor y el sufrimiento en la familia, no es deseable, pero es algo natural y es preciso aprender con sencillez, docilidad y nobleza a tratar esta realidad, no sólo es una oportunidad para encontrarnos y crecer, sino también una bendición si sabemos abrazarlo y transformarlo en un bien que nos permitirá trascender de la manera más hermosa… para toda la eternidad.
Te invito a que eleves tus oraciones por el mundo entero, por la humanidad, los gobiernos y especialmente por todas las familias y si me permites, querido lector el atrevimiento, ora también por mi familia, mi hermana y su esposo, para que Dios nos permita cumplir con amor siempre Su Voluntad, que sea lo que Él quiera, cuando Él quiera y como Él quiera.
Mtra. Rosario Prieto Eibl
Psicología Clínica
Persona y Familia
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