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Cómo el Vaticano II elevó la participación activa de los fieles sobre la adoración a Dios

Muchas veces hemos escuchado que el Concilio Vaticano II se preocupó especialmente por darle a los fieles una mayor participación activa en la liturgia, sin embargo lo que al final se hizo fue rebajar la adoración a Dios, un artículo del profesor Peter Kwasniewski

Cómo el Vaticano II elevó la participación activa de los fieles sobre la adoración a Dios, por Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

El historiador Yves Chiron, en su exitosa biografía sobre Annibale Bugnini, observa la creciente popularidad de una frase que estaba muy de moda por los años de 1950 y 1960, y que hoy probablemente más les haría poner los ojos en blanco:

La “participación activa de los fieles” en la liturgia fue un tema muy recurrente en este periodo, antes que se convirtiera en la palabra clave que la reforma del Vaticano II había previsto. En septiembre de 1953 el cardenal Lercaro, arzobispo de Boloña, hizo de esto el tema de su discurso de apertura en el Encuentro Internacional de Estudios Litúrgicos en Lugano, Italia: “La participación activa, el principio fundamental de la reforma pastoral y litúrgica de Pio X.” Dos años después publicó una guía diocesana litúrgica para Boloña con este significativo título:  A messa, figlioli! Direttorio liturgico per la partecipazione attiva dei fideli alla santa messa letta (“¡A misa, hijitos! Directorio litúrgico para la participación activa de los fieles en la misa rezada”). Esta guía circuló ampliamente.

A mí mismo como autor me llaman a menudo la atención las discrepancias que existen entre las posiciones atribuidas a los autores y las posiciones reales sostenidas por los mismos autores en una mirada más cercana. El Papa San Pio X fue alabado como autor de este mantra “participación activa” pero ¿fue el cardenal Lercaro, o alguna de estas lumbreras menores, quien dijo esta clase de cosas siendo realmente fiel al pensamiento de San Pio X?

En el Motu Proprio Tra le Sollecitudini de 1903, san Pio X llamó a una reforma de la música sacra, no con el fin de actualizarla (aggiornamento)

sino precisamente para sacar las modas de esos días, como el estilo operístico de la música de iglesia que era lo más corriente, y regresar a la saludable condición caracterizada por música verdaderamente adecuada para la liturgia, que identificó con el Canto Gregoriano y la música inspirada y compatible por con éste como con canto polifónico renacentista. Sin embargo, antes de que él estableciera las reglas específicas para la música sagrada, Pio X primero enunció la regla general que motivó y justificó estas acciones:

Siendo nuestro más ardiente deseo que vuelva a florecer y preservar el verdadero espíritu cristiano, y se mantenga en todos los fieles, es necesario mirar ante todo por la santidad y dignidad del templo donde los fieles se reúnen precisamente para encontrar en él ese espíritu en su fuente primera e indispensable, que es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la oración pública y solemne de la Iglesia.

Como es usual con los antiguos documentos papales, la fraseología aquí esta exquisitamente elaborada así que cada idea calza con la totalidad en su orden correcto.

El propósito o causa final de la reforma de Pio X es “el deseo que vuelva a florecer y preservar el verdadero espíritu cristiano”.

Dice esto contra el telón de fondo de una Europa devastada por el anticlericalismo y el invasivo secularismo. Entonces, él identifica la manera a través de la cual este propósito sería alcanzado. Primero y principalmente (“antes de cualquier otra cosa”), “la santidad y dignidad del templo” deben estar enfocadas para que todo conduzca a la santidad y a la nobleza de la adoración católica, que tiene que ser puesta en primer lugar. Puede así entonces suceder el segundo paso: los fieles reunidos ahí para adquirir el espíritu cristiano desde su “fuente indispensable”. La “participación activa” del pueblo, una frase usada aquí por primera vez, no es presentada como una meta o un fin, simplemente hablado, ni tiene una prioridad sobre la formalidad y la dignidad de la adoración.

Poniéndolo en términos más simples: la finalidad es el verdadero espíritu cristiano. Son dos las medidas, por una parte, la oración pública y solemne de la Iglesia en sí misma la que debe hacerse correctamente con santidad y dignidad, y por otra, la participación activa de los fieles en esta oración de manera que su espíritu pueda ser de ellos. Se nota aquí que el Papa Pio X está asumiendo que los fieles se asimilarán al espíritu mismo de la liturgia. Lo que es y será; lo que no es, nunca podrán llegar a ser.

Comparemos ahora el texto de arriba con otro, esta vez del Sacrosanctum Concilium de del Concilio Vaticano II de 1963, sesenta años después.

Al reformar y fomentar la sagrada Liturgia hay que tener muy en cuenta por encima de todo es esta plena y activa participación de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano, y por lo mismo, los pastores de almas deben aspirar a ella con diligencia en toda su actuación pastoral, por medio de una educación adecuada.

CONSTITUCIÓN SACROSANCTUM CONCILIUM SOBRE LA    SAGRADA LITURGIA       Capítulo 1,  n.2, 14

No puede escapar de nuestra atención que este texto pone las cosas de cabeza. Donde Pio X había dicho que sería “mirar ante todo por la santidad y dignidad del templo”, el Vaticano II dice que “hay que tener muy en cuenta por encima de todo” es “la plena y activa participación de todo el pueblo”. Haciendo esto, se invierte la jerarquía de bienes. Ahora la adoración de Dios y su correcta ejecución se convierte en algo secundario a la participación de la gente.

La actividad de los fieles se toma como algo prioritario en la reforma y en la conducta litúrgica.

En la práctica, sabemos a lo que conduce: la santidad y la nobleza de la adoración hecha para la gloria de Dios sufre un grave daño porque toda la atención está focalizada en hacer que la gente se “involucre” de modo legítimo como ilegítimo. En vez de colocar primero el bien objetivo de una auténtica liturgia y  de colocar  en segundo lugar el subjetivo bien de la participación, que es el orden correcto, el Vaticano II dio a entender que el bien subjetivo tomaba la prioridad e incluso debía determinar el contenido del bien objetivo. Es interesante notar, también, que mientras Pio X habla en esta conexión de “sagrados misterios” y de “solemne oración pública”, el Vaticano II simplemente habla de “sagrada liturgia”. Desde luego, la frase es correcta, pero uno ve una la disminución de la nota de majestad y misterio.

Entonces, mientras superficialmente puede parecer que los dos documentos están diciendo la misma cosa, una mirada más cercana muestra que ellas difieren en un punto de no menor importancia. El cardenal Lercaro cometió la torpeza, por tanto, de afirmar que “la participación activa  [es] el principio fundamental de la pastoral y de la reforma litúrgica de Pio X”.

No deberíamos sorprendernos que los puntos de vista de Pio X son mucho más parecidos a aquellos de su predecesor inmediato, León XIII, que, en su espléndida carta Testem Benevolentiae de 1899, enseña que el trabajo primordial de la actividad de los laicos es vivir como fieles cristianos en el mundo y elevar la oración a Dios, mientras que el trabajo primordial de los clérigos es predicar la sana doctrina y celebrar la gloriosa liturgia en honor a Dios, el más Grande y el Mejor:

Las Escrituras nos enseñan que es deber de todos estar solícitos por la salvación de nuestro vecino según las posibilidades y posición de cada uno. Los fieles realizan esto por el religioso cumplimiento de los deberes de su estado de vida, la rectitud de su conducta, sus obras de caridad cristiana, y su sincera y continua oración a Dios. Por otro lado, quienes pertenecen al clero deben realizar esto por el instruido cumplimiento de su ministerio de predicación, por la pompa y esplendor de las ceremonias, especialmente dando a conocer con sus propias vidas la sana la doctrina que inculcó San Pablo a Tito y Timoteo.

Testem Benevolentiae LEÓN XIII Carta al Emmo. Card. James Gibbons sobre el «Americanismo» 22 de enero de 1899.

La Iglesia se enriquecerá cuando tengamos mucho más de “la sana forma de doctrina” y de “ la pompa y el esplendor de las ceremonias”, así que antes de todo lo demás, la santidad y la dignidad del templo pueden ser debidamente proporcionados para que, de esta manera, los fieles puedan ir a participar más fructíferamente en los santos misterios.

Peter Kwasniewski

Puedes leer este artículo sobre la participación activa de los fieles en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/how-vatican-ii-elevated-worshipers-active-participation-above-worship-of-god

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https://marchandoreligion.es/2018/09/misa-tradicional-explicada/
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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/