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Basta de consignas masónicas I

¿Estamos llenando nuestros mensajes de consignas masónicas? ¡Cuidado! Por ahí no vamos bien

Basta de consignas masónicas I. Un artículo de Alberto Mensi

No es posible para un católico tener como referencia el trilema de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad, que es la bandera tricolor de la Masonería, aunque la enarbole un mitrado, un presbítero o quien sea.

Ha llegado la hora en que es necesario llamar al pan, pan y al vino, vino.

Muy bien decía el P. Castellani que cuando ve a un francés festejar el 14 de julio la Revolución Francesa, le hace pensar en un enfermo celebrar el día que se contagió la tuberculosis.

Hoy podríamos decir que los clérigos que celebran la Revolución Francesa, o ponen como modelo su trilema, de hecho festejan el martirio de tantos Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que fueron decapitados, fusilados, ahogados o muertos de diferentes maneras por esa época de terror.

Pero como alguno puede considerar que es cierto lo que dicen medios aún católicos, en realidad de pura estirpe liberal o socialista, que esto es fruto de “mentes calenturientas que se resisten al viento del progreso y de la historia”, lo mejor es considerar qué es lo que han dicho algunos personajes revolucionarios, que vivieron en aquel momento, acerca de esa nefasta 2da etapa de la Revolución Anticristiana (la 1ra fue la revolución protestante con el desquiciado de Martín Lutero).

Son ellos mismos los que definen su pensamiento.

René Hébert, del periódico Le Pére Dúchense: “Legisladores, poned el terror en el orden del día”.

Jean Jaques Rousseau: “Para establecerse y subsistir, el estado revolucionario deberá destruir a la Iglesia y los cuerpos naturales de la sociedad”.

Jean Paul Marat: “para asegurar la tranquilidad pública deberán cortarse 200.000 cabezas”.

Pierre Gaspard Chaumette: “El pueblo ha dicho basta de sacerdotes, basta de otros dioses que no sean los de la naturaleza”.

Stéphane Mallarmé: “A la creación de los siete días sigue la creación de la Constitución francesa. Ya no es una virgen pariendo sin dolor a un hombre-dios, sino el pueblo siempre puro e incorruptible dando a luz la libertad. Ya no estamos obligados a adorar la trinidad incomprensible de los cristianos, lo que debemos incensar es la libertad, la igualdad y la fraternidad”.

Club des Molins: “Juro que nunca tendré otro templo fuera del de la Razón, otros altares que los de la Patria, otros sacerdotes que nuestros legisladores, otro culto que el de la libertad, la igualdad y la fraternidad”.

En 1878 el diputado Albert de Mun decía: “La Revolución no es ni un acto ni un hecho; es una doctrina social, una doctrina política, que pretende fundar la sociedad sobre la voluntad del hombre en lugar de fundarla sobre la voluntad de Dios, que pone la soberanía de la razón humana en lugar de la ley divina”.

Por ello, coherentemente, el General Turreau comandante de las “Columnas luciferinas” (como se llamaban a sí mismas), enviadas por la Revolución a la región católica y monárquica de la Vendée, da como consigna y arenga a sus infernales: “emplearemos todos los medios para descubrir a los rebeldes, todos serán pasados al filo de la bayoneta, las ciudades, las granjas, los bosques y todo lo que pueda ser quemado, será entregado a las llamas”. Al final quedarán registrados unos 600.000 muertos en aquella tierra mártir, hoy traicionada por tantos clérigos.

Con estos testimonios tomados de entre tantos y tantos ¿puede algún católico proponer el trilema revolucionario Libertad, Igualdad y Fraternidad como un camino para la humanidad?

Desde ya le respondo que NO.

Todos los hombres somos sustancialmente hermanos por haber sido creados por el mismo Dios Padre, redimidos por el mismo Hijo de Dios Jesucristo nuestro Señor y tener la posibilidad de recibir a Dios Espíritu Santo para ser santos y bienaventurados en la vida eterna.

Pero ese mismo Dios que nos ha creado a todos, a todos nos ha hecho libres y no todos aceptaron, aceptan o aceptarán la Redención, antes bien seducidos por el mundo, el demonio o la carne prefieren, antes bien, hacerse como dioses y construir una ciudad según su voluntad en contraposición a la Voluntad de Dios.

El trilema Libertad, Igualdad y Fraternidad es la oposición blasfema a la Fe, la Esperanza y la Caridad.

Nada de sujetarse a Dios por la Fe, Libres como dioses.

Nada de esperar en la Misericordia de Dios y perseverar en su fidelidad, todos iguales: ni santos ni pecadores, ni bienaventurados ni condenados, todos borregos de este gran rebaño.

Nada de vivir en el amor a Dios y al prójimo por Dios y en Dios, fuera tanta molestia de Dios, todos iguales y suficientes, la humanidad como suprema meta elevándose fraternalmente como una inmensa Babel.

¿Y la Iglesia Católica? ¿Qué harán con ella? El P.Castellani decía sabiamente: la van a dejar como dejan los museos, como dejan una biblioteca, como dejan un teatro con funciones agradables para turistas.

Que el buen Dios por la intercesión de Su Madre Santísima nos encuentre confesados y arrepentidos porque esto cada vez se acerca más a un desenlace tremendo.

En un siguiente artículo continuaremos este ensayo.

Alberto Mensi

Nuestro artículo recomendado: El obstáculo, ¿Cuál será el Katéjon?

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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)