Un tema escabroso pero real y recogido en prensa, los abusos en el colegio de Downside. Nuestro compañero nos relata como fueron los hechos.
Abusos en el colegio. Un artículo de Miguel Toledano
En el artículo anterior publicado en esta serie, daba cuenta de la marcha por parte de los benedictinos de una abadía en Somerset. A diferencia de lo que ocurre en España con esa honrosa orden religiosa, la « resignificación » de Downside viene justificada por las actividades homosexuales y de encubrimiento perpetradas en el interior de su recinto neogótico.
Hoy nos proponemos exponer la verdad sobre los abusos ejecutados por los responsables del centro sobre sus alumnos, que en lugar de estar presidido por la caridad era presa del pecado, la ocultación y la mentira. Tales conductas no son dignas del carácter sacerdotal ni propias de la Santa Iglesia, a la que manchan con su desviación.
Hasta un total de doce fueron los autores convictos de las fechorías; múltiples, lógicamente, sus jóvenes víctimas.
Todo empezó a finales de 1969. El P. Anselmo Hurt fue denunciado por dormir con un alumno de 17 años y, posteriormente, por masturbarse mutuamente con otro de 16. El Ministerio de Educación pidió un informe psiquiátrico del P. Hurt. En su dictamen de 1970, el Dr. Seymour Spencer afirmó que el P. Hurt había cometido un error al elegir la carrera religiosa.
En la década siguiente, el P. Nicholas White aprovechó su fama de severo para abusar de varios alumnos. Primero lo hizo con un niño de 11 años, a quien masturbó, a lo largo de 1987, sin que el pequeño supiera de lo que se trataba. En el curso siguiente tuvo a cargo a unos ochenta niños de 12 a 13 años de edad. Siguió abusando del primer alumno en la forma habitual, pero además añadió la acción sodomítica (penetración anal) sobre otro.
La cuestión fue publicada en la prensa un año más tarde; el P. White fue trasladado a Cambridge, mientras que los nuevos responsables preguntaron a la víctima si había comentado el problema con alguien más, tratando de mantener discreción sobre las tropelías cometidas. El chico declararía más tarde que, para él, los sacerdotes eran los representantes de Dios y, por lo tanto, su actuación debía considerarse siempre correcta.
Un tercer alumno declaró más adelante que, ya en 1985, el P. White había abusado de él unas doce veces, incluyendo la práctica de la sodomía. Un cuarto estudiante del centro explicó que, en la misma época, el P. White intentó molestarle sexualmente en diversas ocasiones: en la primera, le agarró del brazo y del hombro, y posteriormente le tocó la ingle, mientras el sacerdote estaba desnudo; en la segunda, el clérigo le dijo que fuera a las duchas sin motivo aparente; en la tercera, fue llamado a las habitaciones del sacerdote en el internado, donde éste se quitó la toalla con la que únicamente estaba cubierto, mostrando su pene al chaval; en la última, mientras estaba en el comedor, el P. White le agarró por sus partes pudendas, estrujándole el escroto.
En la década de los noventa consta documentado el tercero de los agresores. Su nombre ha sido mantenido confidencial, pues los autos se refieren a él como « RC-F65 ». En todo caso, se trata de un miembro de la dirección del colegio en 1996, que mantuvo relaciones homosexuales con un alumno de 16 años. Se acreditaron besos entre ambos, además de que el joven practicó sexo oral -como se dice ahora- a su superior. Un segundo alumno de último curso denunció que, en 1991, RC-F65 le puso las manos sobre los genitales.
Algo después, en 1997, el P. Desmond O’Keeffe fue sorprendido contemplando pornografía juvenil en los ordenadores del colegio, de contenido principalmente homosexual. El P. O’Keeffe accedía a dicho servicio de pago mediante tarjeta de crédito en horas nocturnas y primeras horas de la mañana. Consta documentado en autos durante un periodo de dos meses; el total listado de archivos informáticos de carácter depravado adquiridos por el sacerdote fue de mil quinientos cuarenta.
Algunos alumnos de Downside conocían estos vicios del clérigo. A pesar de todo ello, el P. O’Keeffe fue nombrado secretario personal del P. Abad al año siguiente.
En un informe neuropsiquiátrico de 1999, se reveló que el P. O’Keeffe, desde los 10 años de edad, se sentía atraído hacia los adolescentes masculinos y hacia las mujeres en general. En su habitación del colegio, tenía fotos de mujeres desnudas, en posiciones procaces, sobre las que pegó la cabeza de los retratos escolares de hasta dieciséis alumnos.
En 2003, la policía arrestó al sacerdote tras sorprenderle masturbándose en el coche a la salida de un centro escolar. En su declaración ante las fuerzas de orden, el P. O’Keeffe reconoció haber repetido la misma práctica en al menos diez ocasiones, aunque no se aclaró si se sentía sexualmente estimulado por los niños, por sus madres o por los alumnos de mayor edad.
En la misma década de 1990, otro clérigo del colegio fue acusado de prácticas depravadas, en este caso de contenido sádico. Su nombre se ha mantenido también bajo secreto de sumario, figurando como « RC-F77 ». Cuando se destaparon sus abusos, el director hizo referencia a una situación semejante que se remontaba incluso a los años setenta.
RC-F77 ordenaba a los estudiantes que se recostasen sobre sus muslos y les acariciaba eróticamente mientras les amenazaba; en otra ocasión, golpeó a un alumno al que previamente le había exigido que se desnudara, le hizo meterse en un baño repleto parcialmente de orina y, con posterioridad, le ordenó que saliera a los jardines del colegio, de noche, en medio del invierno.
Este sacerdote era conocido por la dificultad de trato con él, debido a su personalidad, y por su firmeza en el uso de la vara como castigo; en una ocasión, la empleó sobre un alumno al que previamente había exigido que se quitara los pantalones y la ropa interior, poniéndose a cuatro patas.
Por la misma época, un nuevo sacerdote cuya identidad se ha preservado, referido en el dossier de Downside como « RC-F66 », invitaba a sus alumnos de catorce años a tomar el té, aprovechando seguidamente para tocarles y acariciar su pecho.
Existe referencia documental de otros dos clérigos abusadores en el colegio, denominados « RC-F130 » y « RC-F123 », aunque no he logrado identificar más datos que una general mención a « pedofilia » en ambos.
Además, un noveno sacerdote, « RC-F84 », padecía una « obsesión enfermiza » de naturaleza homosexual; y « RC-F98 », otro benedictino, así como « un ex-monje » al que no se ha conferido código en clave, quedan registrados como posibles nuevos casos judiciales en el futuro, si se acreditasen ulteriores pruebas.
El último de los abusadores que aparece en el dossier sobre el colegio es el único de carácter no homosexual, o al menos no exclusivamente homosexual. Nos vemos impedidos a revelar una vez más el nombre del agresor, que en los archivos judiciales es conocido como « RC-F80 ».
Ya en 1985, cuando este sacerdote tenía 52 años, mantuvo relaciones íntimas con la hija de una familia del colegio, que acababa de cumplir 18. Justificándose, el clérigo explicó que la chica le había pedido « que mantuviese nuestro secreto ».
Investigado por la policía por posible abuso de menores, se encontró en su domicilio una carta de un antiguo alumno, fechada en 1975, en la que éste le decía al sacerdote: « Que no te pillen ».
Cuando el colegio admitió chicas, RC-F80 seguía siendo profesor. En una clase celebrada en el año 2010, pregunto una vez a las estudiantes de género femenino: « ¿Cuántas de entre vosotras os metéis el dedo? » Durante una reunión del consejo de estudiantes del curso anterior, había afirmado: « Comenzamos la Cuaresma, así que no debéis meneárosla ni vosotras meter el dedo ».
Uno se pregunta cómo pudo suceder todo esto, una y otra vez. Una relevante empleada del centro, durante las investigaciones, hablo de la « cultura de acoso que existía en la comunidad », donde los religiosos eran considerados superiores. Cuando le preguntaron si los abusos debían mantenerse en secreto de acuerdo con el código no escrito del centro, ella respondió: « Absolutamente ».
Además de esa peculiar versión británica de la omertà mafiosa, se menciona en los informes la homosexualidad como un vicio extendido en dicha institución religiosa.
Resulta, en conclusión, un buen ejemplo de la desviación conocida como clericalismo. Para muestra, un botón: El director del colegio en 2012 decidió quemar los archivos en el jardín, que previamente había transportado con sus propias manos en una carretilla. Como se trataba de documentos correspondientes a más de treinta años, tuvo que realizar varios viajes hasta que consumó su objetivo.
Miguel Toledano Lanza
Domingo décimo noveno después de Pentecostés, 2020
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