Cuando la misa de nuestra parroquia se encuentra «secuestrada» por la personalidad del sacerdote o cuando se cometen actos arbitrarios en su celebración y se trasforma en una misa es defectuosa o abusiva, por la salud de nuestra alma y por el amor a Cristo debemos buscar otra.
Si tu Misa es defectuosa o abusiva, encuentra otra, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
El uso de las lenguas vernáculas y las “opciones” permitidas por el moderno Rito Romano permiten a un sacerdote y a la “comunidad de culto” “hacer suya la liturgia”. Esto ha sido con frecuencia promocionado como una gran fortaleza de la reforma: su elasticidad y adaptabilidad a las comunidades locales.
Sin embargo, este enfoque sufre de un problema básico: para empezar, la liturgia nunca es de ellos, o tuya, o mía, esta pertenece a Cristo como su don y a la Iglesia como su herencia. Esta es la razón de porqué la Iglesia siempre ha insistido en que ningún sacerdote tiene el derecho a desviarse de las rubricas establecidas en los libros litúrgicos y que cada sacerdote está obligado por su oficio sagrado a conformar su conducta a los principios y guías establecidas por la Iglesia para su culto público.
Sin embargo, tal como sabemos, se toman demasiadas libertades al ofrecer la Santa Misa.
En el momento en que el Concilio Vaticano II propuso lo que sonaba como a cambiarlo todo, ya sea que con esto significara modificar todo de a poco o renovarlo desde los cimientos (interpretaciones del Concilio varían mucho, y de hecho lo hacen tanto como y de la misma manera ¡cómo una parroquia o liturgia varía una de la otra!). Había sido generado un momento incontrolable de “ganas de cambiarlo todo», que trabajaba contra la conservación de muchas especies en peligro de extinción en el ecosistema católico, como la tradición, la reverencia, la humildad, la sobriedad, la adoración y la contemplación.
Por consiguiente, la prevalencia de la liturgia, conducida por una clericalización, produjo una situación en la cual muchas personas asisten a cierta parroquia o liturgia por lo que podría llamarse un “culto a la personalidad” del celebrante. A ellos les gusta “cómo hace cosas”; les gusta que sea un contador de historias y un humorista; les gusta su originalidad, su espontaneidad, su voz cuando canta, o lo que sea. Pero si la Misa se supone que es la representación del Sacrificio del Calvario por el cual somos conducidos místicamente hacia el Paraíso Celestial, la personalidad del un sacerdote dado, aunque puede hacer mucho con la calidad del sermón, no debiera tener casi nada que ver con la manera en que la misa como tal es celebrada. Si nosotros tomamos nuestra venerable tradición en el culto más seriamente y ponemos nuestros egos a un lado, donde ellos pertenecen, las liturgias donde quiera que sean serían solemnes, dignas, bellas y devotas. Todos los fieles darían a Dios el culto que él merece; todos derivarían de la Misa los beneficios que se pretenden lograr.
Muchos buenos católicos sienten un entendible dolor acerca de las injustificadas libertades, improvisaciones, distracciones, mala música (amplificada, no menos, a imitación de cada espacio secular, ahogando el silencio interior, la reflexión o la oración), avisos y intervenciones extendidas y otras pretensiones de autenticidad y solicitud. En cierto punto están tentados a dejar de ir a una liturgia donde las cosas son hechas indignamente y en cambio, buscar un verdadero hogar espiritual. Tal vez, contrariamente a lo que el Papa Francisco cree acerca de la Oración del Señor, esta es una de aquellas “tentaciones” a las cuales el Señor nos conduce y a lo cual Él desea que nosotros sucumbamos.
Para poner esto más abiertamente: si tu estás constantemente distraído en la adoración de Dios Todopoderoso en los cuatro grandes actos de adoración, contrición, súplica y acción de gracias por causa de las payasadas en el santuario, violaciones de las rubricas, homilías heréticas, dar la mano o dar abrazos de osos a los vecinos, la pandilla de ministros “extraordinarios”, o de los jazzísticos sonidos de la teclas y de las cuerdas rasgadas con estridencia, entonces no solo te está permitido buscar, sino que estás en la obligación de buscar una parroquia o liturgia, siempre y cuando tú u otros que tengan la misma preocupación hayan intentado, de alguna manera razonable, mejorar los problemas.
Abandonar un barco que se está hundiendo no es cobardía o crueldad, sino un legítimo amor propio y un deseo de agradar a Su Corazón.
Porque Dios es el único que debe ser obedecido en primer lugar y por encima de todo.
La Sagrada liturgia debiera reflejar y corresponder al Sagrado Corazón del cual fluyen los signos sacramentales y al cual retornan las sagradas oraciones, los cánticos de alabanza, las nubes de incienso, y los gestos de reverencia. Si te alejas de un desastre en busca de un verdadero hogar, no eres culpable de seguir una forma más sutil del culto a la personalidad; no eres un “compra parroquia” o uno “que se salta la parroquia”. Es más, está buscando correctamente lo sagrado y el rostro de Cristo. Él es tu amado, tu Sumo Sacerdote, el uno que puede merecer un culto de (divina) personalidad.
Peter Kwasniewski
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/if-your-mass-is-defective-or-abusive-find-another-one
Si te ha gustado este artículo sobre qué puedes hacer si tu Misa es defectuosa o abusiva y deseas conocer la Santa Misa Tradicional, en este artículo podrás aprender más.
*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.
NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB
Marchandoreligión no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:
- Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
- La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor