«El infierno es el infierno», dicen los santos
¿Por qué los condenados no se convertirán? Porque ya no tendrán tiempo. ¡Oh, momento a partir del cual ya no habrá tiempo!…la eternidad (San Agustín). Será el eterno presente. El siempre siempre, jamás jamás…He aquí lo que aplastará al condenado. Es un castigo tal que ni podemos imaginarlo» (Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola)
Hablar sobre el Infierno es estos tiempos liberales y paganos es casi como dar una prédica en el desierto. La mejor jugada que ha hecho del demonio es hacerle creer a la humanidad que él no existe ni tampoco el Infierno. ¿Preocuparnos por la salvación eterna? ¿Para qué si todos están salvados? El otro día escuchaba por la radio a un «médium» que decía que él no creía en el Infierno porque todas las personas que se habían contactado a través suyo estaban felices, cualquiera que haya sido su vida, ahora gozaban de una paz absoluta. Todos felices, no hay nada de qué preocuparse. Le recomendaría al médium leer The Necromancers, de Benson. No es bueno jugar con aquello que no conocemos y que está más allá de nuestro alcance y dominio. Tal como lo dijo Chesterton, es como jugar con fósforos en un polvorín.
Pero la existencia del Infierno es un dogma de fe. Nuestro Señor habló en varias ocasiones acerca de él y sus palabras no son para nada dulces y livianas. Es un tema serio porque la eternidad está en juego: la eternidad…¿podemos llegar a conmensurar lo que significa esta palabra? Si en algunas ocasiones, estando a la mitad de la vida, estamos ya cansados y agotados por los problemas, dolores, incomprensiones, ¿qué será una eternidad sufriendo sin descanso?
Si el Infierno no existiera, ¿para qué iba a encarnarse Cristo? ¿Qué sentido tendría su dolorosa Pasión y Muerte si todos estamos ya salvados? Podemos hacernos un sinnúmero de preguntas y todas nos conducen a aceptar la realidad del Infierno. Es ahora, en cada hora de vida que se nos regala, que nos jugamos la Vida Eterna. Viéndolo de esta manera bien vale la pena aguantar el sufrimiento por amor a Dios, porque sabemos que no quedará sin recompensa. Nos unimos a la Cruz para vivir también nuestra pasión y de esta manera ganar el Cielo, y para ayudar también a ganarlo para nuestro prójimo.
Por eso es necesario cada día hacer el ejercicio de recordar que el Infierno existe. Debe movernos principalmente el dolor de ofender a Dios (contrición), pero también está ahí en nuestra mente el recuerdo de que podemos perderlo todo y sufrir por siempre si pecamos (atrición). La tarea no es fácil. La vida no lo es. Pidamos a Dios que nos ayude a vivir conforme a Su voluntad, a serle fiel hasta el final. Solos no podemos. Nadie está libre de caer en el último momento, aunque bien es cierto que moriremos según hayamos vivido. No hay que bajar la guardia ni creerse que por estar ligado a la Tradición uno está salvo. Confiamos en que Dios tendrá misericordia con nosotros, y para que la tenga, debemos estar preparados para morir en cualquier momento. Es indudable que, si por la gracia de Dios nos salvamos, nos vamos a encontrar con muchas sorpresas al toparnos con gente que no pensábamos encontrar, y a su vez extrañaremos la ausencia de algunos que pensábamos encontrar y que no están.
Ahora les dejo este sermón de la época de anglicano de R.H.Benson. De anglicano no sé que tendrá, pero es así. El libro desde donde lo traduje se llama Sermon Notes, vol.1. El volumen 1 está dedicado a los sermones anglicanos. Son una serie de prédicas recogidas por el biógrafo oficial de Benson, el padre Martindale, s.j, y más que sermones elaborados son bosquejos, esquemas o apuntes. Estos volúmenes fueron publicados después de la muerte de monseñor y el padre Martindale se los dedica a Lord Halifax, muy amigo de Benson. Recalco la idea de que son bosquejos, y por eso a veces resulta medio extraño seguirlos. No son textos plenamente armados, sino esquemas. Va lanzando ideas que, lógicamente sabiendo donde quiere llegar, uno puede unir. Algunos están más elaborados que otros, pero todos son iluminadores y siguen siempre el mismo método de predicación que ya habíamos anunciado. Están traducidos tal cual están en el libro a fin de no dar interpretaciones mías particulares. Este sermón corresponde a un grupo de prédicas del tiempo de Adviento que incluye a demás los siguientes temas que iremos traduciendo de a poco: Muerte, Juicio y Cielo. (Beatrice Atherton)
INFIERNO
«Donde el gusano no muere y el fuego no se apaga»
Marcos, 9, 44-46, 48
Introducción: -¡Es una materia tremenda! Temo hablar de aquello, ¡Dios mío, guíame! Es un tema impopular. Existe un gran movimiento en este siglo contra el Infierno.- «Irreconciliable con la misericordia de Dios.» ¿Cómo se atreven los hombres a hablar así? El punto es: ¿ se nos reveló a nosotros? No hay nada en el mundo que entendamos. «En todo caso, ¿no es el evangelio del Amor.» Pero las palabras de nuestro Señor son claras – (texto) Lo repite tres veces. – «Nuestro Señor fue tan tierno.» Entonces lo terrible es que Él que es todo Amor, que llora «vengan todos a mí», que sufrió tanto, diga precisamente esas terribles palabras. Dice nuevamente: «mejor hubiera sido para ese hombre no haber nacido.»
Una vez más está la Rebelión contra la idea de que las personas que nunca han tenido la oportunidad deben ser condenadas, pero no lo están. Sabemos que Dios quiere que todos los hombres se salven. Todos los hombres tienen la oportunidad de escapar – Sólo irán aquellos que persisten en rechazar – quienes usan del libre albedrío contra Dios – quienes lo rechazan continuamente.
I. ¿Qué es el Infierno?
Nuestro Señor habló de Fuego: no es, desde luego, exactamente un fuego material ( Nota del padre C.C. Martindale: Los católicos abrazamos la idea de que es fuego «real», aunque no necesariamente hay fuego «material» en el Infierno) aunque «fuego» nos otorga una mejor imagen acerca de lo que es el sufrimiento. Nosotros tendremos cuerpos espirituales; y ahí habrá una agonía como la agonía del fuego. Nuestro Señor encontró en la palabra «fuego» la mejor expresión – luego yo también puedo usarla. Pero esto no es todo.
(a) La ausencia de Dios. – El único lugar donde Dios no está ( nota del Padre C.C. Martindale: Dios está presente en el Infierno por su ubiquidad [ubiquity]). El lugar donde los hombres que han cerrado su corazón a Dios, encuentran su hogar. Esto es posible, lo sabemos. «No apaguen el espíritu» (1 Tel. 5, 19). «Mirad que estoy en la puerta y golpeo» ( Ap. 3,20) – Lo que es la agonía – En este mundo un hombre perverso vive en la Presencia de Dios – Dios está a su alrededor – El amor de Dios lo envuelve con un manto. Todas las cosas agradables de la tierra – el amor del hogar – la naturaleza – todo contiene a Dios: en el Infierno todas estas cosas están ausentes – todo es oscuridad – desesperación. La vida del cuerpo es un don de Dios – en el Infierno, es muerte en vida.
(b) Los compañeros.- En la tierra hasta el más impío y el más miserable tiene un amigo. La falta de amigos es casi uno de los más terribles dolores. En la prisión muchos hombres solitarios han sido salvados de su locura por una criatura – un ratón, una araña. La naturaleza humana clama por el compañerismo – En el Infierno hay algo, algo peor que la soledad – cada falta encuentra su hogar ahí. Miren los rostros de la lujuria, de la desesperación, de la pasión desenfrenada. En la tierra hay algunos puntos a favor – difícilmente un hombre cualquiera es del todo malo. En el Infierno no hay ningún rayo de bondad o amor – todo está negro con el pecado.
(c) El remordimiento.- El alma en el Infierno ha visto la terrible gloria de Dios. En el Juicio ella ha visto el espíritu de los Santos – el Rostro del Señor – y ahora sabe lo que ha perdido; y lo peor de todo, uno sabe que es enteramente por culpa de ella. En la tierra nos consolamos a nosotros mismos – «Bueno, no fue mi culpa – Yo estaba extraviado – la tentación fue más fuerte.» En el Infierno el alma observa que ella tuvo su oportunidad – que ella pudo ser conquistada, y que Dios le otorgó las gracias suficientes para ganar, y que por su propia falta ella está en el Infierno – «Allá seré el llanto y el rechinar de dientes» (Mt. 8, 12,etc)
(d) La ausencia de esperanza.- En la tierra siempre miramos el futuro con esperanza. Hay una tenue luz que brilla – algún día yo seré feliz. Al menos podemos esperar morir – hay una oportunidad de que será mejor – el suicida espera eso. Pero en el Infierno no hay esperanza ( Nota del Padre C.C. Martindale: en contraste con el Infierno, el Cielo no puede describirse como un lugar de esperanza) La Esperanza habita en el Cielo. Ella se sienta ahí, junto a los Santos – ( En el Infierno. n.tr) No hay siquiera ganas de morir – Solamente hay eternidad y un interminable abismo – Y al final de los siglos ni estará más cerca del final que del primer momento.
II. Escuchen el lamento de las almas en pena.
«Nosotros alguna vez fuimos hombres y mujeres como ustedes – vivíamos en el mundo de Dios. Reíamos y llorábamos como ustedes – pecábamos y hacíamos nuevos propósitos como ustedes. Teníamos amigos – padres, hogares. Vimos el amanecer y la nieve – el maravilloso mundo hecho por Dios. Alguna vez fuimos cristianos como ustedes – fuimos bautizados, confirmados, comunicados – escuchamos sermones, dijimos nuestras oraciones – Pero – estamos aquí.
Tengan cuidado, tengan cuidado, para que vosotros no vengáis a este lugar de tormento.»
R.H.Benson, Sermon Notes, 1917
Artículo original publicado en Bensonians: “Sermón sobre el infierno”
Bensonians: Sermón sobre el infierno
Esperamos que este «sermón sobre el infierno» les ayuda a profundizar en su vida espiritual. Les invitamos a quedarse en nuestra sección de:
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