Secularización, subjetivismo e indiferentismo religioso en la sociedad moderna.-MR

Secularización, subjetivismo e indiferentismo religioso en la sociedad moderna.

El objetivo de este artículo es tratar el tema de la secularización desde sus consecuencias sociales. No perseguimos desarrollar conceptos doctrinales sino solamente a los referidos a las ciencias sociales que, de hecho, es nuestro campo. Para cuestiones doctrinales o de fe, recomendamos leer el Catecismo de la Iglesia Católica y pedir asistencia a un sacerdote.

Por el resto, intentaremos exponer la temática tratada de manera simple y concisa a fin de que el lector, independientemente de su formación académica pueda comprender los conceptos fundamentales.

1-Subjetivización de lo religioso

La secularización como elemento constitutivo del mundo moderno ha dejado a toda expresión religiosa cristiana recluida en el interior de la conciencia de los individuos. Es decir,una religiosidad de tipo subjetivista y antagónica con relación a toda forma institucionalización o externalización. Ya no se pretende la exposición social de un credo que proponga la existencia de una Doctrina verdadera absoluta y de un sólo y único Dios.

De esta manera, la religiosidad adquiere una re-significación, ya no se trata de doctrina y dogma inmutable que se expande a lo largo de los tiempos históricos, sino de un conjunto de enunciados y contenidos polifacéticos, abstractos y con una fuerte presencia de la historicidad o temporalidad. Lo histórico es determinante para la comprensión del significado de la propia fe. Yo no es ésta la que da sentido al devenir de los hechos sociales sino es a la inversa.

Además se instala una cultura que sólo persigue el bienestar material temporal, la vida del » aquí y del ahora», una espiritualidad light basada en el antropocentrismo que sirve como una especie de auto-ayuda a los dilemas existenciales de las personas. Asimismo, se registran como elementos definitorios de esta cultura, el relativismo y hasta el rechazo manifiesto con respecto a la realidad trascendente. Creer o no en Dios, hablar de él, referirse a principios doctrinales, son considerados básicamente indiferentes e improductivos. Incluso resultan ser hasta ofensivos para determinados grupos sociales, como ser los colectivos feministas , lgtb, entre otros.

En efecto, el feminismo contemporáneo en las sociedades occidentales inspirado en la ideología marxista, está marcado por una crítica virulenta hacia la religión. Ya que todo lo religioso sería, de esencia opresiva y discriminatoria para las mujeres y las minorías sexuales. Desde está perspectiva, las creencias religiosas siempre fueron justificativos ideológicos de dinámicas represivas en diferentes contextos sociales y políticos. En términos marxistas, una superestructura ideológica.

Por lo tanto, y tal como lo plantea el Cardenal Paul Poupard, la opción religiosa o de creyente es asunto meramente subjetivo, de elección personal, cuyos efectos son también subjetivos y objetivamente en nada distintos de los que un no creyente experimenta. No hay diferencia entre creer y no creer.

En términos sociológicos y según Max Weber, la secularización puede entenderse como la pérdida del monopolio de la concepción religiosa del mundo, de tal manera que la secularización mantiene una estrecha relación con el pluralismo y el individualismo religioso. La religión ya no es como antaño, ese gran metarrelato que a todo lo que existe le otorga un fundamento y una legitimidad. No hay más un fundamento trascendente único y verdadero. Para Weber, el mundo como una totalidad homogénea ha dejado de existir, más bien lo que hay es un conjunto de múltiples discursos religiosos susceptibles de validez, pero ninguno de ellos logra o puede atribuirse como la única Verdad absoluta. Por lo tanto, al no existir una religión que pueda considerarse como verdadera, todas valen lo mismo.

Como parte de este pluralismo religioso, surge la “religiosidad interna”, o sea como mencionamos más arriba, la subjetivación de las creencias . Todo esto ocasiona un progresivo proceso de desacralización, por una lado, la religión ya no se percibe de forma objetiva sino subjetiva. Por otro lado, con respecto a lo social propiamente dicho, su legitimidad ha abandonado el espacio público para ser recluida en un espacio íntimo individual. Pero también se destruye a una cosmovisión que ponía el acento no sólo en lo terrenal sino en una mirada de la vida humana que va más allá de lo material.

Fue el filósofo alemán Oswald Splenger quien percibió esta dinámica y sus efectos negativos para la vida de los hombres. Según su análisis de la cultura occidental, se llega a establecer un diagnóstico en donde prácticamente se asiste a la decadencia del mundo occidental. Esta etapa está caracterizada especialmente por la crisis de la religión, que según este autor, constituye el alma de toda cultura. Dicho de otro modo, se instaura el predominio de una cosmovisión materialista e inmanente de la cultura y de lo social.

El Papa Pío IX en su Encíclica Quanta Cura y Syllabus del 8 de diciembre de 1864, alertaba sobre un conjunto de errores que lo único que producían era una corrosión de la sociedad católica. El auge de todo un entramado de ideas y pensamientos que incentiva la separación y el alejamiento tanto de la sociedad civil como del Estado con respecto a la región y principalmente con la Iglesia Católica.

Por eso mismo afirmaba «Y al mismo tiempo no dejéis jamas de inculcar a los mismos fieles, que toda la verdadera felicidad viene a los hombres de nuestra augusta Religión y de su doctrina y ejercicio, y que es feliz aquel pueblo que tiene al Señor por su Dios (Salmo 143). Enseñad «que los reinos subsisten teniendo por fundamento la fe católica» (San Celestino, Epístola 22 ad Synod. Ephes. apud Const. pág. 1200) y «que nada es tan mortífero, nada tan próximo a la ruina, y tan expuesto a todos los peligros, como el persuadirnos que nos puede bastar el libre albedrío que recibimos al nacer, y el no buscar ni pedir otra cosa al Señor; lo cual es en resolución olvidarnos de nuestro Criador, y abjurar por el deseo de mostrarnos libres, de su divino poder» (San Inocencio, I Epístola 29 ad Episc. conc. Carthag. apud Const. pág. 891)».

Es lícito preguntarnos los motivos que tuvo el Papa para tales afirmaciones. Una autonomía de la política (del Estado) la coloca prácticamente libre de toda restricción. Es ella misma a través de su propia dinámica a autojustificarse. Segundo, la política siempre implica diferencias,confrontaciones, alianzas, disputas por el poder,etc. Si la política se autojustifica, el fundamento es resultado de una lucha facciosa ( violenta o democrática) por el poder. De ahí que el «espíritu» de las leyes y de un buen gobierno sea el producto de una lucha relativista entre diferentes partes. Sería imposible entonces, la existencia de una restricción objetiva externa en referencia los límites al poder mismo.

2-Nihilismo y vacío espiritual.

Según varios diccionarios de filosofía, el término nihilismo (del latín nihil, «nada») aparece asociado a un modo de pensar la realidad y la vida en general como carente de sentido o finalidad última.

El hombre se transforma en alguien que no cree en nada, un pesimista que piensa que la vida carece de sentido. La sociedad se queda vacía, agotada de los valores considerados como ficticios representados en la metafísica, el cristianismo y la esfera de la moralidad.

También encontramos un nihilismo más moderado, éste se expresa argumentando la inexistencia de la Verdad pero si acepta la validez de enunciados de carácter parcial y relativos. La verdad es relativa y precaria, por lo tanto se hace referencias a pensamientos débiles, que con el devenir de la historia, quedarán caducos y serán reemplazados por otras verdades parciales.

El filósofo Friedrich Nietzsche afirma que el nihilismo significa que los supremos valores se devalúan porque su incoherencia y su inanidad han dejado a la realidad carente de sentido. Los porqués que antes se habían respondido desde Dios, ahora ya no tienen respuesta, y eso significa que estamos sin brújula en el desierto de la historia.

Se renuncia así a la búsqueda de la Verdad y ella misma se vuelve un conglomerado de enunciados abstractos sin contenidos concretos y firmes. Asimismo se rechaza la Doctrina y los dogmas a favor de un pensamiento abierto que privilegia la practicidad y las acciones en lugar de lo contemplativo y lo reflexivo.

3-Ecumenismo e igualdad de creencias.

Sobre el ecumenismo y sus efectos negativos sobre la fe católica trata la Encíclica del Papa Pío XI Mortaliun Animos del 6 de enero de 1928.

En el comienzo de la Encíclica, el Papa ya hace un diagnóstico de las creencias modernas sobre los sentimientos religiosos y las creencias de distintas religiones conducen a una fraternidad universal. «Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual».

El ecumenismo niega por lo tanto, la existencia de una sola Iglesia, de una sola Doctrina y de una única fe verdadera con respecto a una sólo Dios Verdadero. Para esta perspectiva el sentimiento religioso y esa búsqueda de «dios» es lo que alcanza y lo necesario. Todas las creencias, aunque divergentes, son iguales porque al fin y al cabo el concepto de Dios es una representación de ese sentimiento religioso. O sea, Dios es el mismo aunque se llame de diversas formas. Esas representaciones son el resultado de factores subjetivos e internos de las personas, como así también de componentes culturales, sociales e históricos.

Es por eso que el Papa Pío Pío XI nos advierte de la confusión que esto genera y de sus peligros.

«Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio».

Al fin y al cabo, se instala una especie de relativismo en donde todo vale de la misma manera, ya no hay error, herejía o falsedad. La verdad se manifiesta como factor subjetivo- cultural, y a su vez como diálogo interreligioso. La unidad se logra por medio de un consenso o pacto democrático entre religiones. Ya resulta lo mismo que creer, todo depende de las elecciones que cada persona o grupo humano hagan.

Conclusión

En el mundo actualtodo es aceptado, la creencia en Dios es un hecho de libre conciencia y cada quien elige en qué y en cómo creer. Los factores culturales influyen en esa representación de Dios, ya que no hay una idea inmutable ni es posible un conocimiento objetivo del mismo. Todo intento de discernir o de manifestar la existencia de un único Dios y de una única Iglesia es considerado como un acto fundamentalista e integrista y se la tilda de reaccionaria. Llegando hasta ser perseguida y proscrita.

El resultado de toda esta dinámica es evidente. Una sociedad sin fundamentos de sentido, con altos niveles de desintegración y conflicto, millones de seres humanos olvidados y desplazados, pobreza, miseria, guerra y hambre. Todo esto marcado por la ausencia de valores y principios sólidos que sirvan de horizonte y guía de vida tanto para los individuos, como para las sociedades.

Vivimos en un mundo que ha perdido su rumbo, que ha renunciado a la fe verdadera y a su Dios. Es entonces importante recordar las palabras de nuestro Señor Jesucristo » Os digo que hará justicia prontamente. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» ( San Lucas, 18-8).

Leonardo Olivieri

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Author: Leonardo Olivieri
Tradicionalista Catolico, Licenciado en Ciencia Potitica por la Universidad de Buenos Aires, posgrados en ecomonia e integracion regional. Además músico.