Nuestro compañero Alberto nos invita a profundizar en el Evangelio de San Mateo 24, en el que encontramos, según nos dice nuestra firma, muchos misterios ocultos. Vamos paso a paso, hoy nos situamos en los pasajes del 1 al 6
Mateo 24 (1-6): Esto debe suceder pronto. Un artículo de Alberto Mensi
1Cuando salió Jesús del templo y caminaba, se le acercaron sus discípulos, que le señalaron las edificaciones del templo, 2y él les dijo: «¿Veis todo esto? En verdad os digo que será destruido sin que quede allí piedra sobre piedra».
3Estaba sentado en el monte de los Olivos y se le acercaron los discípulos en privado y le dijeron: «¿Cuándo sucederán estas cosas y cuál será el signo de tu venida y del fin de los tiempos?». 4Jesús les respondió y dijo: «Estad atentos a que nadie os engañe, 5porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. 6Vais a oír hablar de guerras y noticias de guerra. Cuidado, no os alarméis, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final.
Mateo 24, 1-6. Biblia CEE
Esto debe suceder pronto
Hay un Capítulo en el Evangelio escrito por San Mateo que es sumamente misterioso, nos referimos al Capítulo 24.
¿Es un cuento de hadas? ¿De dragones? ¿De misteriosos buscadores de tesoros? En realidad nada de eso.
¿Entonces por qué es tan misterioso?
Simplemente porque nos acerca al Misterio, a eso que nosotros en nuestra limitación, es decir nuestra pequeñez, no podemos acceder si el mismo Dios no nos lo muestra.
El hombre moderno quiere racionalizar absolutamente todo, y lo quiere racionalizar de manera positivista, es decir, como si cada cosa fuera un peldaño que nos va subiendo a una plenitud de felicidad meramente humana y natural.
Por eso, cuando Dios irrumpe en nuestra historia y nos muestra qué es lo que ha de suceder, más aún nos muestra que lo que ha de suceder es conforme a su infinita y misericordiosa Providencia, entonces el pequeño hombre moderno se rebela y lo quiere silenciar.
El Capítulo 24 de San Mateo ha sido llamado el Apocalipsis abreviado, pues se da allí de una manera breve lo que en el libro del Apocalipsis se dará más explayado.
Para poder entender todo esto debemos, en primer lugar, comprender que una de las herramientas que posee este tipo de escrito es el TYPO y ANTITYPO.
Cuando el escritor sagrado quiere transmitirnos algo que se le ha revelado y que ha de suceder tiempo más adelante, va a mostrarnos ese acontecimiento futuro mostrándolo en un acontecimiento cercano. Es básico el enseñar a conocer lo desconocido por lo que ya se conoce.
En esta primera entrega vamos a ver uno de ellos, que nos figura el fin de los tiempos.
Cuando Jesús y sus discípulos se retiraban del Templo les dice a ellos: “¿Veis todo esto? En verdad os digo, no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.”1
Claro que eso conmocionaría tremendamente a los apóstoles pues para los judíos en aquella época, el Templo era la garantía de su fe, era la seguridad de que Dios estaba con ellos, era su motivo de orgullo.
El gravísimo problema de ellos, problema que se traslada a todas las generaciones del Israel de Dios, o sea a la Iglesia, justamente era que el Templo de Dios se había convertido en su seguridad, en lugar de tener puesta su seguridad en el Dios que habitaba ese Templo.
El eterno problema del hombre es no conformar su pensamiento y vida al Dios de la vida, sino, por el contrario, según su pensamiento y vida ver de darle las características a Dios, es decir, inventarse un Dios a su medida.
Y lo que Jesús les está diciendo es que están profundamente equivocados y que esa imagen de catástrofe será indicativa de una catástrofe aún mayor.
Esto que les está diciendo y que se concretará en el año 70 cuando las Legiones romanas a las órdenes de Tito logran tomar Jerusalén y destruir el Templo finalizando de manera sangrienta la primera guerra judeo romana, esto tan tremendo para los habitantes de ese momento, es imagen, es typo, de ese otro suceso más terrible aún que será el fin de los tiempos.
Y la pregunta que le hacen los apóstoles es la misma que siempre tratamos de hacer los hombres: “Dinos cuándo sucederá esto y cuál será la señal de tu advenimiento y de la consumación del siglo”2.
A partir del versículo 4 Jesús, Divino maestro, les da y nos da una serie de orientaciones amorosas: “Cuidaos que nadie os engañe. Porque…”3
Pero no les dice, ni nos dice, cuándo sucederá esto, porque responde a la Divina pedagogía tan necesaria para nosotros y que podemos resumir en dos puntos:
Primero: para que no caigamos en una falsa seguridad
Segundo: porque juega nuestra libertad.
Explicaremos, para terminar en esta oportunidad, estos dos puntos.
Primero: para que no caigamos en una falsa seguridad.
Supongamos que hoy día Nuestro Señor nos dijera que recién en el 2032 seria el fin de los tiempos, el común de los hombres se relajarían… total… quedan 10 años como para hacer lo que queramos y luego poner los papeles en orden. Pero si yo no sé cuándo vuelve, lo esperaré todos los días. Ya el pagano Séneca decía, referido a nuestra vida: “como no sabes dónde encontraras la muerte, espérala en todas las esquinas”.
Segundo: tambien juega nuestra libertad. No somos musulmanes fatalistas. No creemos que las cosas deben suceder de determinada manera y hagamos lo que hagamos las cosas van a ser así, como si fuéramos marionetas de un titiritero medio crápula.
Nuestro Señor Dios por ser Dios, por ser eterno, por estar fuera del tiempo no tiene ni antes ni después, ni pasado ni futuro, Él es un eterno presente. Por eso sabe lo que sucede y lo que sucederá, nosotros simplemente vamos realizando lo que él ya ve.
“Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”4 les decía a los ninivitas Jonás, y eso sucedería así, pero… los ninivitas hicieron penitencia y Nínive no fue destruida. Dios respetó la libertad de los hombres.
Cuándo han de suceder las cosas avisadas por Cristo en el cap. 24 del Evangelio según San Mateo y más explícitamente en el Apocalipsis escrita por San Juan, no lo sabemos, pero el buen Dios que tanto nos ama nos avisa qué cosas van a ir sucediendo, no para atemorizarnos sino para que levantemos los corazones y nos alegremos que pronto se ha de acabar este desastre en que vivimos y Cristo regresará para restaurar el orden total poniendo a sus enemigos a sus pies.
Terminamos repitiendo las palabras del P. Castellani: “El que no sabe adonde se dirige, no puede dar un paso. ¿Adónde va el mundo? Hay que dar, pues, la gran profecía primordial, la profecía escatológica de Jesucristo, de San Pablo, del Apocalipsis de San Juan. Este mundo terminará. Su término será precedido de una gran apostasía y una gran tribulación. A ellas sucederá el advenimiento de Cristo, y de su Reino, el cual no ha de tener fin”.
Nuestra Señora de los últimos tiempos, ruega por nosotros.
Alberto Mensi
1 San Mateo 24, 2
2 San Mateo 24, 3
3 San mateo 24, 4ss
4 Jonás 3, 4
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