¿Libertad Religiosa? El demonio anda suelto.
El demonio viene a casa por Navidad, un artículo de Miguel Toledano.
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Hace seis años, un congresista norteamericano de Oklahoma donó un monumento de los Diez Mandamientos para ser emplazado ante el Congreso de dicho estado.
El Templo Satánico, una de las principales sociedades satanistas, decidió contrarrestar dicho monumento religioso, encargando a su vez a un escultor de Nueva York una estatua de Bafometo de casi tres metros de altura; erigida finalmente en 2014, el imponente ser, medio hombre medio cabra, es entronizado y adorado por un niño y una niña, ambos con igual expresión de arrobamiento.
Bafometo no podía durar mucho en la ciudad de Oklahoma, toda vez que la Corte Suprema de dicho estado determinó en 2015 la inconstitucionalidad del monumento dedicado a los Diez Mandamientos, por haber utilizado “la propiedad pública para el uso, beneficio o apoyo de un sistema religioso”. De acuerdo con dicha jurisprudencia estatal, ni un sistema religioso ni el otro -judeocristiano o satánico- debe ser desplegado en las instalaciones propiedad del legislativo, que a todos representa o dice representar.
El cornúpeta fue, pues, retirado, como lo fueron también las Tablas de la Ley.
Mas éxito habían tenido los seguidores del Príncipe de la Mentira en el capitolio de Florida, donde los diputados y senadores aceptaron en 2014 que un diorama del ángel caído, procedente de una escuela de enseñanza media, fuese instalado durante las celebraciones de la Navidad al lado de símbolos más tradicionales y también junto a un “palo festivo” o tubo de aluminio con el que algunos laicistas se vienen mofando de estas entrañables Fiestas, en uso de sus libertades de expresión y religiosa, desde finales de los años sesenta del pasado siglo.
En 2015 viajó el cornudo a Michigan, donde Bafometo cara-cabra y sus dos incautos seguidores fueron ceremoniados en Detroit después de que setecientos vecinos de aquella localidad hubiesen vendido públicamente su alma al diablo. Es otra interpretación del principio de separación iglesia-estado que el mundo occidental puede seguir, imitando el ejemplo secular de los Estados Unidos.
El gran escritor católico Andrés García-Carro ha dedicado dos brillantes obras a la relación entre liberalismo y satanismo.
En 2016, los principales representantes del Templo Satánico se trasladaron a Arizona, donde solicitaron intervenir en la audiencia pública del ayuntamiento de Scottsdale, invocando una vez más el principio de libertad religiosa. El asunto se halla en la actualidad bajo la jurisdicción de un juez federal, que en agosto pasado ha admitido a trámite la demanda de los satanistas. Es un nuevo caso desgraciadamente interesante en uso del mencionado principio, puesto que el noveno circuito judicial de los Estados Unidos agrupa a un territorio muy amplio de aplicación, a saber, Alaska, Arizona, California, Idaho, Montana, Nevada, Oregón, Washington y Hawaii, que aguardan la decisión.
También en este año, Bafometo visitó el estado de Arkansas, cuya constitución consagra, nuevamente, el principio de libertad religiosa:
“La ley no dará preferencia sobre otro a ningún establecimiento, denominación o modo de culto religiosos.”
Como en el caso de Oklahoma, el Templo Satánico reaccionaba a la instalación de un monumento a los Diez Mandamientos en los jardines del congreso de Little Rock en agosto, que en este caso sigue en su sitio. Por el contrario, un defecto de forma no ha permitido que el astado y sus jóvenes monaguillos hayan sido acogidos, por el momento, con carácter permanente; de otro modo, hubiera sido difícil no admitir la base política norteamericana invocada expresamente por el presidente de la sociedad satánica:
“El gobierno debe permanecer neutral en su punto de vista. No puede imponer una creencia religiosa sobre otra.”
Más recientemente aún han cosechado los seguidores de Luzbel un importante logro, siempre en ejecución del principio de libertad religiosa. En el parlamento de Illinois, junto a un Belén y un árbol de Navidad figura estos días una tercera efigie, aportada por el ubicuo Templo Satánico: Se trata de una mano que, rodeada por una serpiente, alza una manzana, el fruto prohibido del árbol del conocimiento que provocó la caída de la humanidad.
Desde la capital Springfield, el fiscal general del estado federado ha confirmado la legitimidad de la presencia diabólica en el modelo institucional de los Estados Unidos:
“El grupo satánico tiene derecho a que su estatua sea desplegada junto a imágenes de la Navidad.”
A continuación, el secretario de estado de Illinois ha enunciado la fundamentación expresa de dicha legitimidad, a saber, la Primera Enmienda de la Constitución, que establece la libertad religiosa.
Asímismo, el presidente del Templo Satánico invoca similares poderes para justificar su triunfo:
“La estatua de Bafometo es un símbolo del pluralismo religioso; si el símbolo de una religión se despliega en propiedad pública, entonces todas las religiones deben tener la oportunidad de ser desplegadas también.”
Terminamos añadiendo dos nuevas citas que entroncan los principios satanistas con el liberalismo y el abortismo, según reza la propia misión de la asociación:
“El Templo Satánico se propone rechazar la autoridad tiránica y apelar a la conciencia humana para llevar a cabo nobles fines guiados por la voluntad individual.”
Y tan clara manifestación liberal viene complementada por esta otra, igualmente extraída de la misión de los simpáticos acólitos de Lucifer, de conocidos resabios abortistas:
“Políticamente conscientes, los satanistas cívicos y los aliados del Templo Satánico proporcionan exención religiosa y protección legal contra las leyes que de modo anticientífico restringen la autonomía reproductiva de las mujeres.”
O sea, que se comienza negando a las autoridades públicas su deber de confesar la Fe revelada y se termina invitando al demonio a casa por Navidad, para que lo acojan solícito las mujeres autónomamente reproductivas y los liberales, libertarios y librepensadores de diverso pelaje.
Miguel Toledano
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