Resulta complicado hoy día hablar con el común de la gente pues los ideólogos se han preocupado, y siguen preocupándose, de complicar todo y ponerlo patas para arriba, de manera que cuando uno habla de algo hay que andar aclarando qué es lo que se quiere decir.
Las ideologías. 1ª Parte. Un artículo del Alberto Mensi
Vamos a referirnos hoy a un tema que ya hemos iniciado en artículos anteriores especialmente el de las Tesis de Abril de Lenin: la ideología.
Tener en claro qué es una ideología y como actúan aquellos que sostienen las ideologías, sean del corte que sean, es sumamente importante para poder entenderlos y entender por qué muchas veces lo que se trata de hacer para corregir tantos desaguisados que hay en el mundo, terminan en la nada, simplemente porque por ignorancia le hacemos el juego a los ideólogos.
Partamos de una base primera: la idea y la ideología son cosas totalmente opuestas, contrarias.
La idea es cuando tenemos en la mente, y podemos decirlo, lo que sucede en la realidad. Por ejemplo, estoy en una plaza al mediodía y pienso y digo que ahora es de día, lo que pienso, lo que digo y la realidad coincide, por lo tanto ese pensamiento es una idea.
Si digo que el hombre es un animal racional, es una idea, pues el hombre tiene su parte de animalidad: nace, se nutre, crece, se reproduce, se mueve y finalmente muere, pero no es sólo animal sino que tiene inteligencia y voluntad, es un animal racional. Coincide mi pensamiento con la realidad.
En cambio cuando se dice que el hombre es un animal superevolucionado, se está en presencia de una ideología. No se condice lo que pienso y digo con la realidad. Si es un animal superevolucionado o hiperevolucionado sigue siendo tan sólo un animal. Niego su inteligencia y voluntad, facultades inmateriales. La ideología toma algo de la realidad (si fuera absolutamente falso nadie lo creería) y en base a esa parte arma toda una estructura basada en el error o la mentira.
La verdad no sólo es la adecuación de la mente y la realidad sino que es el descubrimiento del ser detrás de la apariencia. Al hombre veraz le interesa saber la verdad de la cosa, la verdad de la historia, la verdad de los hechos, por dolorosos que sean pues como dijo Nuestro Señor: “VERITAS LIBERABIT VOS La Verdad los hará libres”2
Dios nuestro Señor llamó a las cosas por su nombre y las cosas fueron, el hombre al llamar a las cosas que existen por su nombre vuelve a recrearlas en su pensamiento, de allí la perversidad de la mentira y del error, llamar a las cosas por un nombre que no es el suyo propio.
A la ideología no le interesa la verdad, ella se considera a sí misma una doctrina, un orden de principios de la conducta política, un sistema cerrado de pensamientos para el hombre que se identifica con ella.
Además la ideología se convierte, para sus seguidores, en la única fuente de toda verdad y de toda rectitud práctica o moral.
A la ideología no le interesa la función teórica de la inteligencia sino que todo lo funde en la función práctica.
No le interesa comprender la sociedad ni la historia, tan sólo le interesa modificarla, transformarla según sus principios, por eso no le importa cómo es el hombre, lo único que le interesa es cambiar al hombre según los conceptos de esa ideología.
El ideólogo, y utilizamos este nombre tanto para el que diseña una ideología como para quien la sigue, el ideólogo se considera el único poseedor de la verdad que es la ideología, y como todo lo demás es falso debe destruirse.
Por eso los ideólogos se consideran liberados de cualquier condicionamiento o regla moral, social o política. Para ellos la sociedad que pone esas condiciones es falsa y opuesta a la ideología y como la ideología es la única verdad, hay que destruir esa sociedad falsa. Son verdaderamente maniqueos: ellos son los seguidores y apóstoles del bien, los demás son seguidores del mal.
El BIEN es la ideología, el MAL todo lo que no concuerda con la ideología.
Para los ideólogos, la ideología ocupa el lugar de las virtudes (sabiduría, inteligencia, ciencia, prudencia) y del arte, en el orden intelectual.
Cuando el ideólogo piensa, juzga o reflexiona no es él quien piensa, juzga, reflexiona, sino que es la ideología quien lo hace en él y por él, ya que el ideólogo no se permite pensar de una manera distinta, diferente de lo que dice que hay que pensar la ideología.
Para la ideología en el orden moral es moralmente bueno todo lo que favorece la revolución que lleva adelante esa ideología y es moralmente malo todo lo que se opone a la revolución que hace esa ideología. No nos olvidemos que en la visión maniquea de la ideología ellos son los buenos y los demás son los malos que deben ser destruidos.
Psicológicamente el ideólogo es un poseído. Sus reacciones, respuestas, conductas no son fruto de su razonamiento sino que son las de un iniciado que pasó las pruebas de iniciación en la gnosis.
Sociológicamente la ideología es el final de un proceso iniciático, es un postulado fácil de repetir que reemplaza el juicio de las multitudes. La relación entre un ideólogo y la masa que lo sigue es similar a la relación entre un gurú y sus fieles.
Es de radical importancia saber que no hay real oposición entre las ideologías, aunque parezcan enfrentadas, en realidad son ideologías y por lo tanto se reducen al mismo principio de toda ideología, principio en el cual desaparece la Verdad.
Y si desaparece la Verdad, que es uno de los trascendentales del Ser, irremediablemente han de desaparecer los otros: Bondad, Unidad y Belleza.
Un mundo conforme al orden natural es Uno, Verdadero, Bueno y Bello. El mundo de la ideología es Falso, Malo, Feo y Dividido aunque esté unificado artificialmente por el Señor del mundo.
Entre el liberalismo, socialismo, nacionalsocialismo, fascismo, comunismo, hay UNIDAD SUSTANCIAL. Forman parte de un proceso único conformado por la gradual reversión del hombre que busca absoluta autonomía e independencia. Las distintas ideologías son pasos hacia la construcción de una nueva sociedad y un nuevo hombre.
Lo OPUESTO a una ideología NO ES una ideología de sentido opuesto, lo verdaderamente OPUESTO es el Orden propio de la existencia humana.
Por ello el Tradicionalismo católico es la verdadera respuesta, para nada fácil, frente a la ideología modernista surgida del averno que nos quiere unificar bajo la mirada fría del nuevo y antiguo gran hermano.
Nuestra bandera es la de la Verdad, de la Bondad, de la Unidad natural, de la Belleza.
¡¡María Santísima Madre del Amor hermoso, ruega por nosotros los desterrados hijos de Eva!!
Alberto Mensi
1 Para este artículo y el siguiente me basaré fundamentalmente en las enseñanzas del Prof. Jordán Bruno Genta y del Prof. Juan Antonio Widow
2 San Juan 8, 32
Nuestra recomendación: El mal menor es un mal
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