Hoy trataremos la parte final del concepto de la Sociedad Orgánica. Expondremos su concepto y sus características para dar el cierre final a esta serie de artículos.
Catolicismo y Política. Conceptos Sociológicos, última parte. La Sociedad Orgánica. Un artículo de Leonardo Olivieri
En este artículo culminaremos con el tema de la Sociedad Orgánica. Ya hemos dicho que el origen de la sociedad es la inclinación natural que posee y caracteriza al ser humano de en vivir en comunión con otros hombres. Es por ello que se puede afirmar que el ser humano es un ser social por naturaleza. Dicha naturaleza a la sociabilidad es de forma objetiva y está presente en la realidad misma del ser humano y lo constituye como miembro de una totalidad de índole superior a todo individualismo o subjetivismo. Esa totalidad de carácter superior es la sociedad orgánica y a la cual la definiremos a lo largo de este artículo.
Para Santo Tomás de Aquino existen tres razones o motivos fundamentales que sirven para explicar la causa del surgimiento de la sociedad. Estos tres motivos se encuentran desarrollados en el capítulo primero del libro primero de su obra Tratado del Gobierno de los Príncipes. El primero motivo consiste en que el hombre que no se basta a sí mismo para atender a las necesidades de la vida, como ser la procreación. El segundo, que necesariamente precisa de la ayuda y la cooperación de otros para conocer y acceder a los bienes materiales que indefectiblemente garantizan su subsistencia; y el tercer motivo se basa en que el ser humano es esencialmente comunicativo, como lo demuestra el hecho del lenguaje.
Siguiendo al tercer motivo, podemos inferir que esa esencia comunicativa del hombre lleva implícita a la cultura, entendida en un sentido amplio del concepto. Y además, es de carácter heterogénea en donde la multiplicidad y la diversidad afloran. Esto se puede apreciar cuando observamos la diversidad de culturas y de idiomas que poseen los pueblos y las naciones que habían nuestro planeta. Sin embargo esto no debe llevarnos a pensar de que lo plural es el ser de lo social en sí mismo. Podríamos decir que estas características culturales de una determinada sociedad serían accidentes, en el sentido aristotélico del término. Y que más allá de esta pluralidad, la esencia de lo social es la unidad y la armonía, ya que existen principios universales, objetivos y verdaderos que son aplicables a toda la especie humana sin distinción de culturas. Estos principios se encuentran en el orden natural y sus leyes, que son el fiel reflejo de la Ley Divina.
Además de esa tendencia natural a vivir en sociedad, el hombre como ser individual, posee determinados caracteres que lo hacen único e irrepetible. Esa singularidad está expresada en sus dones, cualidades, tendencias, gustos, características físicas, entre otros. Todas estas particularidades que poseemos se integran en el todo social. Nuestros dones nos definen como seres individuales pero forman parte de una totalidad que nos supera y hace que tales dones estén al servicio de los otros hombres.
Por último, esa sociabilidad del hombre está alcanzada por una idea de moralidad ligada a la misma naturaleza humana. Esta moralidad está expresada en el Bien Común, que es de esencia superior a los bienes individuales y que sin este bien, todo lo individual sería de imposible realización. Ya hemos tratado sobre el Bien Común en otro artículo. Lo que sí diremos, es que el Bien Común trasciende lo meramente material, o sea, alcanzar la plenitud de una felicidad terrenal, sino que incluye al Bien por excelencia, que es alcanzar la Salvación y la Vida Eterna.
Por lo tanto, una sociedad ordenada debería ayudar al hombre a realizarse materialmente, pero también, y fundamentalmente, a desarrollarse espiritualmente para alcanzar la verdadera felicidad de la vida eterna.
Para poder explicar lo que acabamos de exponer, citamos algunos párrafos de la Primera Carta a los Corintios:
1 Corintios 12 Porque así como el cuerpo es uno, mas tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, forman un mismo cuerpo, así también Cristo.
1 Corintios 20-21: Más ahora son muchos los miembros, pero uno solo el cuerpo. Ni puede el ojo decir a la mano: no te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros
1 Corintios 25-27: Para que no haya disensión en el cuerpo, sino que los miembros tengan el mismo cuidado los unos por los otros. Por donde si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; y si un miembro es honrado, se regocijan con él todos los miembros. Vosotros sois, pues, cuerpo de Cristo y miembros (cada uno) en parte.
De esta Carta a los Corintios podemos reflexionar lo siguiente. Si bien es cierto que se refiere al Cuerpo Místico de Cristo, esto es, a la Iglesia, según nuestro parecer estos párrafos nos sirven para tener una mayor claridad sobre lo social. La Iglesia no existe en abstracto, sino vive y se desarrolla en el mundo social, con sus particularidades temporales, históricas, culturales, sociales y políticas, etc. Por eso creemos oportuno citar esos textos y extrapolarlos a la problemática de lo sociológico.
Por ello mismo, es factible definir a la sociedad orgánica como un cuerpo formado por diversas partes singulares. Este cuerpo es una totalidad el cual posee un sentido final o fundamento último y cada elemento singular que lo compone tiene una finalidad y función propia. Sin esta totalidad cada elemento no tendría sentido en sí mismo, ya que cada parte aislada estaría desvinculada de su función, “Ni puede el ojo decir a la mano: no te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros”. Sin embargo cada parte tiene una identidad propia y un margen de libertad. Además, si bien es cierto de que existe una “naturaleza de las cosas” las singularidades no son seres autómatas, ni están sometidos de manera arbitraria e incluso, hasta pueden actuar en contra del cuerpo orgánico.
Resumiendo:
- Existe una idea de totalidad que es más que el resultado de la suma o adición de las partes. Esta totalidad es entendida como un cuerpo orgánico que tiene su propia naturaleza.
- Este cuerpo está formado por diversos miembros y cada uno de ellos tiene sus características, funciones y finalidades propias. Además están integrados entre sí en base a su funcionalidad.
- Cada parte fuera de esta totalidad que forma el cuerpo orgánico no tiene razón de ser.
- Todas estas partes están ordenadas por principios universales reconocibles, pero que las trascienden objetivamente (son superiores a la libre aceptación o no de las partes) y que otorgan fundamento y razón de ser a cada singularidad. Leyes del ordenamiento natural.
- Sin embargo, esto no anula a lo singular. Cada parte posee libre albedrio y un margen importante de iniciativa propia, incluso de rechazar y constituirse como antagonista de la totalidad.
- Por lo tanto estos universales (principios y valores morales) rigen el comportamiento de cada parte ordenando al todo social. Ya mencionamos antes que estos universales se manifiestan en el Bien Común.
Lamentablemente, en los tiempos actuales caracterizados por el auge del pensamiento posmoderno y de-construccionista, lo singular y lo múltiple es tomado como lo esencial que compone a lo social. Ya hemos dicho que para este tipo de pensamiento, todo orden social implica relaciones de poder, hegemonía y conflicto latente. A su vez, no existe fundamento único, sino un juego de distintas y divergentes verdades. El orden es un equilibrio precario y está siempre cuestionado por lo múltiple que rompe todo intento de unidad y estabilidad.
Es por ello que el objetivo de estos artículos fue tratar de reflexionar que este tipo de pensamiento dominante no es el único. Es posible desarrollar una mirada católica de la realidad sin tener que claudicar a las posturas político- ideológico que ocupan hoy en día la centralidad del discurso filosófico y de las ciencias sociales en general.
Postulamos el realismo metafísico, entendido como una postura filosófica-social según la cual plantea que las cosas existen independientemente de que haya una conciencia que se las perciba. Se antepone a la concepción tanto moderna de la ilustración, pero fundamentalmente plantea batalla a lo políticamente correcto de hoy en día del de-constructivismo posmoderno.
El concepto de sociedad orgánica es mucho más vasto y profundo a lo tratado en estos artículos. Existen cuestiones cómo la relación entre las diversas partes, el pluralismo cultural, si existe o no conflicto entre las partes, y las cuestiones del gobierno, entre otras. Todos estos temas deberán ser tratados con más rigurosidad, sin embargo ya hemos hablado algo en otros artículos anteriores.
Creemos que recuperar estos conceptos que forman el “corpus” de la doctrina social y política católica, resulta fundamental en estos días de confusión. Y es en estos tiempos donde se requiere un mayor esfuerzo de cada uno de nosotros para mantenernos vivos en nuestra Fe y con la Esperanza en las Promesas hechas por nuestro Señor. Nuestra vida individual y social no está desligada de la Verdadera Fe. No existe neutralidad valorativa de lo social con respecto al Dios verdadero. Sus principios y su realeza rigen la creación independientemente de nuestra aceptación.
Leonardo Olivieri
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