La novia, un artículo de Fray Agrícola
Muchos habitantes de Quillota habrán escuchado hablar de la historia de La Novia, que se encuentra sepultada en un mausoleo del cementerio del cerro Mayaca. Quienes han tenido la oportunidad de asistir al camposanto, podrán ver -al ingresar por el acceso principal a mano izquierda- un sepulcro amarillo, que siempre se encuentra lleno de gente alrededor. Precisamente allí descansa La Novia.
Lo que más llama la atención de las personas es ver detrás de la puerta metálica, un ataúd que se trasluce a través de un simple vidrio. Sin duda, es algo singular en el recinto, ya que la mayoría o la casi totalidad de los ataúdes está sellado por ladrillos y cemento.
Desde que era muy niño he visitado el lugar, recuerdo que mis primeras visitas ocurrieron cuando yo tenía ocho años. Los días domingo, llegaba una multitud a saludar a la novia y muchas veces oí a los visitantes comentar cosas como «era muy milagrosa», «qué pena que no se haya podido casar», «dicen que el novio la viene a ver siempre» o «parece que el novio se casó nuevamente, pero nunca la olvidó». De alguna manera la trágica vida de la novia quedó en el inconsciente colectivo, incluso, las nuevas generaciones creen conocer su historia, aunque lo que se comenta es muy diferente a lo que realmente ocurrió.
La Novia padecía una enfermedad muy dolorosa que la llevó a transitar por largo tiempo por diferentes hospitales. Su largo y sufriente padecimiento terminó finalmente en un hospital de Santiago, donde dejó de existir.
Su muerte derrumbó a toda una familia, dejando un vacío indescriptible desde el mundo de las palabras, pues dejó a su esposo y tres hijos, de quienes fue apoderada en el Instituto Rafael Ariztía, donde en el último tiempo han sufrido la partida de varios apoderados y la muerte de la querida tía Fabiola.
Sin duda alguna, las más de siete mil millones de personas que hay en el mundo estamos de paso solamente, pero en todos los años que me ha tocado vivir he aprendido que hay que preparar el alma para el otro mundo y que como se vive es como se muere.
Ignoro cómo se gestaron todas aquellas historias sobre La Novia, lo que sí sé, es que la conocí desde los primeros instantes de mi vida y su recuerdo evoca un momento muy triste para mí, porque ella fue mi madre. Sin embargo, quien vive en el amor, muere en el amor. Y mi madre amó, ese fue su legado.
Fray Agrícola
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