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La guerra cristera (2ª parte). La Ley Calles y la supresión de culto

Nuestro compañero Manuel nos trae la 2ª parte de la guerra cristera, hoy nos habla de la ley calles y lo relacionado con la supresión de culto. Les invitamos a seguir esta serie de artículos

La guerra cristera (2ª parte). La Ley Calles y la supresión de culto. Un artículo de Manuel Cuevas

El conflicto religioso en México debido a la persecución del gobierno de Plutarco Elías Calles desencadenó la llamada “Cristiada” o guerra Cristera como ya vimos en un artículo previo, los antecedentes y circunstancias llegaron a ser insostenibles para los católicos mexicanos cuando se promulga la “Ley Calles” que reformaba el Código Penal sobre delitos de fuero común y delitos contra la Federación en materia de culto religioso y disciplina externa iniciando su vigencia el 31 de julio de 1926.

La ley Calles aprobada el 14 de junio se publicó el 2 julio de 1926 en el diario oficial de la federación, esta ley sancionada por el Congreso de La Unión contenía 33 artículos que entrarían en vigor el 31 de julio de ese año. La Constitución y las leyes emanadas por Calles para su aplicación, convertían a los sacerdotes y fieles católicos en personas fuera de la ley, calificándolos de ciudadanos de 2ª categoría y en muchos casos de rebeldes y sediciosos, para poder legitimar la persecución a la Iglesia, así el estado utilizó toda su fuerza contra el pueblo católico y la jerarquía eclesiástica.

Se prohibía el culto público, el gobierno permitía que se celebrara solo una Misa a la semana, decía cuántos sacerdotes podían servir en cada templo, los sacerdotes tenían que registrarse en un censo si eran mexicanos por nacimiento para poder así realizar sus actividades de culto religioso, en algunos estados de la republica los sacerdotes tenían que estar casados si querían ejercer su ministerio con el fin de abolir el celibato sacerdotal, los sacerdotes extranjeros fueron expulsados del país mientras que miles de creyentes fueron encarcelados y ejecutados en toda la república. Los Obispos mexicanos respondieron con una carta pastoral el 25 de julio y suspendieron el culto en las iglesias de toda la República Mexicana en el momento en que el Decreto entrara en vigor.

El documento decía:

“Contando con el favor de Dios y con vuestra ayuda, trabajaremos para que ese Decreto y los artículos antirreligiosos de la Constitución sean reformados y no cejaremos hasta verlo conseguido hasta que dispongamos otra cosa, se suspenden en todos los templos de la República, el culto público que exija la intervención del sacerdote, ya que es el único medio del que disponemos al presente para manifestar nuestra inconformidad, no se cerrarán los templos, para que los fieles prosigan haciendo oración en ellos.

En la Carta la iglesia llamó a sus feligreses a luchar para derogar, por todos los medios lícitos y pacíficos, las “leyes que a vosotros y a vuestros hijos arrebatan el tesoro necesario e inestimable de la vida religiosa”.

Fueron los Obispos mexicanos quienes decidieron la suspensión total del culto ya que no había garantías para el libre ejercicio de la libertad religiosa, ni para salvaguardar la integridad y vida tanto de sacerdotes como de los fieles, pues en años previos el gobierno ya había demostrado de lo que era capaz aun sin un apoyo legal como ahora se los daba la “Ley Calles”.

El 21 de agosto, Mons. Leopoldo Ruiz y Flores, arzobispo de Morelia y Mons. Pascual Díaz Barreto, obispo de Tabasco, se sentaron a la mesa con Calles en el Castillo de Chapultepec para encontrar las mejores soluciones. La sentencia del Presidente Calles es conocida: “No les queda más remedio que las Cámaras o las armas” Investigadores e historiadores coinciden que la suspensión del culto público el 31 de julio de 1926 por parte de la Iglesia católica para protestar contra la ley Calles que entraba en vigor, llevó a su vez el gobierno a cerrar los templos para hacer los inventarios y a prohibir el culto privado, eso detonó la Guerra Cristera.

El ultimo día, previo a la aplicación de la arbitraria ley, miles de católicos mexicanos desbordaron templos e iglesias con devoción ante lo que se preveía un largo tiempo sin tener culto y sacerdotes católicos que guiaran al pueblo creyente ante la persecución que se veía venir por el gobierno Callista.

Muchos sacerdotes y religiosos optaron por pasar a la clandestinidad ante la persecución que inició el gobierno contra los que no cumplían sus órdenes, se dedicaron a celebrar Misa en casas y lugares privado, así como los oficios propios para asistencia de los fieles , todo eso de forma oculta para evitar su detención, arresto y posible asesinato, así a partir del 31 de julio de 1926 el gobierno prohíbe definitivamente el culto público, iniciando la persecución contra todos los sacerdotes para encarcelarlos, y asesinarlos.

Es importante señalar que el gobierno de Calles como la misma Jerarquía Eclesiástica subestimaron lo que fue el elemento más importante en el conflicto, me refiero al pueblo católico, su fidelidad, amor a la fe cristiana y a la Iglesia estaba por encima de leyes arbitrarias o voces de mesura que Gobierno y Obispos pretendían usar para afianzar su poder e influencia en el pueblo, para muchísimos fieles esto fue suficiente para que se alzaran en armas por defender a Dios, la Iglesia y su fe católica.

Tanto el gobierno como la jerarquía católica se enfrentaron moviendo sus fichas en el tablero, los conflictos entre Iglesia y Estado buscan el poder en sus respectivos ámbitos, pero para los creyentes se trató de un conflicto completamente religioso, era cuestión de fe, no de poder, los católicos estaban convencidos de que peleaban por defender su religión, las únicas opciones posibles eran ganar o morir, la rendición jamás se contempló, por la sencilla y única razón de que la fe no es negociable.

Por su parte el gobierno, en lo que parece un error táctico, no comprendió que para acabar con una religión lo menos acertado es reprimirla, Plutarco Elías Calles llegó a decir que la Iglesia Católica desaparecería de México, nunca pensó que los mártires siempre son semilla para el fortalecimiento de la Iglesia Católica.

Los Obispos rechazaron siempre el uso de la violencia, nunca apoyaron la lucha armada, pero los fieles católicos pensaron otra cosa, ellos esgrimían una legítima defensa de sus libertades, derechos e independencia como mexicanos, por eso la suspensión del culto fue la gota que derramó el vaso en el ánimo de los fieles que empezaron a organizarse para defender sus derechos ante el gobierno opresor así fuera con el uso de las armas.

El 18 de noviembre de 1926, el Papa Pío XI dedicó una severa y suplicatoria Encíclica por la cuestión religiosa y la persecución de la Iglesia mexicana. “Iniquis Afflictisque” sentenció de esta forma: “No queda más, Venerables Hermanos, sino que imploremos y roguemos a Nuestra Señora de Guadalupe, celeste patrona de la nación mexicana, que quiera, que borradas las injurias que a ella misma se le han inferido, restituya a su pueblo los dones de la paz y de la concordia. Pero si por el secreto designio de Dios, aquel día tan deseado todavía estuviera lejos, llene los ánimos de los fieles mexicanos de todos los consuelos y los fortalezca para luchar por la libertad de la Religión que profesan”. Algunos tuvieron el martirio por la resistencia pacífica, otros tomaron las armas para salvaguardar la existencia de la religión católica.

Muchos laicos y fieles cristeros, se acercaron a los Sacerdotes y autoridades religiosas para ver la licitud ya no digamos de la resistencia sino del alzamiento armado contra el gobierno, incluso el 2 de agosto de 1926 el Osservatore Romano dice que “no le queda más recursos a los fieles que la rebelión armada” el Comité Episcopal finalmente en noviembre de ese mismo año ante las acusaciones del gobierno de que eran los obispos los que apoyaban y dirigían el levantamiento Cristero, respondieron “Hay casos en que los teólogos católicos autorizan no la rebelión sino la defensa armada contra la injusta agresión de un poder tiránico, después de agotados inútilmente los medios pacíficos” en los hechos los Obispos dejaron de tener el control sobre los grupos de Cristeros que se alzaron principalmente los estados de Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Querétaro, Durango, Colima, Nayarit, Guerrero, Estado de México, Morelos, Tlaxcala, Puebla, Oaxaca y el Distrito Federal.

(Liga Nacional para la defensa de la libertad religiosa, boicot)

Los católicos en las ciudades bajo la coordinación de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDR) organizan marchas, mítines, panfletos para exponer sus ideas y un boicot contra el gobierno pues decían los miembros de la LNDLR “La liga es una asociación legal, de carácter cívico, que tiene por fin conquistar la libertad religiosa y todas las libertades que se derivan de ella en el orden social o económico, por los medios adecuados que las circunstancias irán imponiendo.”

La Liga había sido fundada en 1925 por los lideres católicos Miguel Palomar y Vizcarra,René Capistran y Luis G. Bustos como defensa de la Iglesia ante los ataques delgobierno como el intento de cisma e invasión del templo de la Soledad por el “Patriarca Perez” apoyado por la CROM de Luis N. Morones, indondicional esbirro de Calles.

La LNDLR trató de organizar una resistencia ante esos abusos y por ello conformaron la “Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa” invitan a diversos grupos católicos para fundar la Liga bajo un proyecto de 1918 que realizó el Padre Bergöend SJ con la Acción Católica Juvenil Mexicana, declarandose formalmente constituida el 14 de marzo de 1925.

Grupos como los Caballeros de Colón, la Unión de Damas Católicas, la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y la Unión Nacional de Padres de Familia fueron quienes apoyaron e incluso formaron parte de esta Liga.

Los miembros de la Liga no querían derrocar al gobierno sino reformar los artículos de la Constitución que limitaban la acción de la Iglesia, así organizaron un boicot, que consistía en abstenerse de pagar impuestos y de reducir el consumo, no comprar sino lo mínimo indispensable para afectar las finanzas del gobierno, lógicamente el estado declaró sedicioso y fuera de la ley a este grupo y todas sus acciones que afectaban la gobernabilidad de Calles y su camarilla.

Se forzó a la clandestinidad, pues empezó la persecución en contra de la LNDLR ya sin posibilidades de dialogo ni soluciones por la vía pacífica o legal, solamente encontraron en la defensa y la lucha armada la última opción para poder defender sus derechos ya que el gobierno de ninguna manera modificaría la Constitución.

La Liga crea un “Comité de Guerra” que pretendía conseguir recursos para apoyar el movimiento armado y dirigir las acciones, se buscó ayuda tanto en el interior de la república como en el extranjero, pero poca apoyo tuvieron de la Jerarquía Eclesiástica y el gobierno de Estados Unidos cerró el mercado de armas para los rebeldes pues buscaba apoyar al gobierno de Calles y terminar un nuevo conflicto como el de la revolución de 1910.

El comité de guerra fue capaz de organizar un levantamiento armado, que finalmente estalla en 1927, encabezado por René Capistrán Garza, presidente de la ACJM y de la propia Liga. Así al momento de la suspensión de culto y el inicio de la represión gubernamental la LNDLR ha organizado a los grupos alzados que ya se empezaban en el interior de la república, cuando solo podían hacer una defensa de “guerrillas” por falta de adiestramiento, armas y munición, cosa que cambió al año siguiente.

En julio de 1927 la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa (LNDR), contrata al general Gorostieta, que en un principio no compartía las creencias religiosas de los Cristeros, era Agnóstico, pero está de acuerdo con la idea de que el pueblo debía ser libre de profesar libremente su fe Católica, apoyaba la libertad de culto, además, disentía muchísimo del modo de actuar del presidente Calles y de Álvaro Obregón.

El General Gorostieta fue contratado por $3,000.00 pesos oro al mes, y además la LNDR le contrató un seguro de vida a favor de su familia. El genio militar de este hombre fue fundamental para los Cristeros, antes de él no se podía hablar de un ejército formalmente organizado

En 1928 se conforma un mando militar único en el movimiento cristero, bajo el mando del General Enrique Gorostieta Velarde, como militar de carrera reorganiza, entrena y disciplina al ejército Cristero, quedó cautivado por la gran fe de sus soldados, entrenado al Ejército logró que el movimiento cristero creciera.

El investigador Jean Meyer afirma que el General descubrió la auténtica cristiandad en la fe de sus soldados»,Gorostieta organizó a los cristeros quienes dejan de ser un cuerpo de múltiples grupos aislados para conformar un verdadero ejército que puso en jaque al gobierno federal, su área de influencia estaba en los estados centrales del país principalmente Jalisco Colima y Nayarit, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Durango y Aguascalientes

El ejército Cristero llegará contar con unos veinte mil efectivos, lo que le permitirá dominar una amplia zona de la República Mexicana. El día de la fiesta de Cristo Rey, el 28 de octubre de 1928, publicará un manifiesto en el que propondrá el regreso a la Constitución de 1857, pero sin las Leyes de Reforma.

El conflicto había iniciado, el dialogo roto y las armas prestas al combate en ambos bandos.

Manuel Cuevas Ramírez

Bibliografía

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2.-Jean Meyer, La Cruzada por México. Los católicos de Estados Unidos y la cuestión religiosa en México.

3.-Luis Arturo García Dávalos* México, Tusquets/Océano, 2008, 339 p.* Posgrado de Historia, Universidad Nacional Autónoma de México

4.- Jean Meyer, La Cristiada, traducción de Aurelio Garzón del Camino, México Siglo XXI, 1973–1974 (t. I: La guerra de los cristeros; t. II: El conflicto entre la Iglesia y el Estado, 1926–1929; t. III: Los cristeros).

5.- Edmundo O’Gorman, «Fantasmas en la narrativa historiográfica», alocución leída en el salón de actos de la Universidad Iberoamericana en la ceremonia de recepción del doctorado Honoris Causa en Humanidades, México, 4 de octubre de 1991, Nexos, año 15, v. XV, n. 175, julio de 1992, p. 51.

6.- Jean Meyer, «Juan Rulfo habla de la Cristiada», Letras Libres, mayo 2004, p. 54–57.

7.- Cita por Luis Romo Cedano, «La inquietante originalidad de La Cristiada», en Evelia Trejo y Álvaro Matute (eds.), Escribir la historia en el siglo XX: treinta lecturas», México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005, p. 391.

8.- Jean Meyer, La Cristiada, México, Clío, 1997. Reimpresión México, Clío/Fondo de Cultura Económica, 2007.

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25.-El conflicto religioso en México, Evaristo Olmos, Instituto Teológico Salesiano , Ediciones Don Bosco 1991.

26.-http://www.palabradeclio.com.mx/src_pdf/la_guerra_de_religion_en_Mexico_interiores.pdf

27.-http://www.elitelore.org/Vol_II/MiguelPyV.pdf

No se pierdan la primera parte de este artículo: La guerra cristera, 1ª parte


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Author: Manuel Cuevas-Miles Christi
Católico,mexicano, felizmente casado y con tres hijos, Médico Ortopedista de profesión, vive y trabaja cerca de la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. Colabora con algunos foros de formación y de apologética católica en redes sociales. Preocupado por su salvación y la de sus hermanos, fiel a Dios y al Magisterio infalible de la Iglesia Católica.