¿Dentro de los Católicos Tradicionales existe el fariseísmo? ¿Hay conductas entre los Católicos que son impostadas en vez de emerger de la verdadera piedad?
He titulado este artículo con el nombre de “Fariseísmo Tradicionalista” a causa de las numerosas coincidencias que existen entre la secta farisea del pasado con algunos de los grupos o movimientos actuales de la Iglesia que se denominan como tradicionalistas, que son aquellos que conservan ritos y algún tipo de disciplina eclesiástica anterior a las reformas del Concilio Vaticano II.
El propósito del siguiente artículo no es cuestionar la doctrina inmutable de la Iglesia, la cual evidentemente se debe conservar si se quiere ser fiel a la Iglesia de Cristo. Lo que deseo destacar son las malas prácticas que deben ser eliminadas de todo católico que se defina como tal.
El fariseo de antes, al igual al de hoy, conserva la doctrina y es muy celoso de ella.
A tal grado llega su preocupación por la doctrina que separa dialécticamente a los seres humanos en dos grupos antagónicos e irreconciliables per se; unos son los que guardan la fe, es decir, ellos mismos, los santos por antonomasia, perfectos y casi impecables; los otros son los de la vereda del frente, los sucios, los cochinos, los miserables y pecadores, cuyas vidas pareciera ser que nunca podrán acceder a los premios eternos del cielo.
En esta visión dialéctica de la sociedad, los “fariseos tradicionalistas“ adoptan una forma de vida casi robótica, llena de normas y fórmulas de conducta que exige adoptar determinadas posturas de recogimiento ante los demás para mostrar una piedad propia de su condición de perfecto y elegido.
Para el “ fariseo tradicionalista” siempre van a estar muy presentes los pecados de los demás, pero no tanto los propios, ya que estos últimos pasan prácticamente desapercibidos a causa de la gravedad de los pecados de los demás. Siempre la paja en el ojo ajeno va a ser más vistosa y más grande que la viga en el propio ojo. Para este tipo de personas todo es escandaloso, se escandalizan a cada rato de los demás, llegando muchas veces a aislarse del resto de la sociedad formando verdaderos ghettos dirigidos por un gurú que resalta siempre entre el grupo que cumple la Ley de Dios y aquel otro perdido y descarriado que no la cumple.
Este tipo de fariseísmo siempre se apega a ritos y fórmulas de oración que son la base mediante la cual se presentan ante los demás como personas religiosas y piadosas.
Este tipo de fariseo ocupa palabras como “malditos”, “ miserables”,” oprobiosos”, “ herejes”, etcétera, omitiendo de antemano palabras que transmitan el amor misericordioso de Dios.
La intolerancia hacia los demás del fariseo actual se debe que, a causa de su soberbia, no comprenden los efectos del Pecado Original que nos traspasa a todos y que va a estar presente hasta el último instante de nuestras vidas. Este fariseo se olvida de todos los pecados que cometen en la oscuridad de la noche cuando nadie los juzga ni nadie los ve. Se guardan de manifestar sus pestilentes pecados ante los demás, ya que es más fácil juzgar a otros que juzgarse a sí mismos. Aparecen como sepulcros blanqueados que no comen ni dejan comer, se privan de la salvación ni dejan que otros se salven.
La doctrina de Cristo, junto con su forma externa como son sus ritos y sacramentos, son medios de salvación que Dios nos da para que muchos se salven, tal cual se expresa en el momento de la consagración. Cristo no vino a condenar, sino a salvar, y que incluso el cielo se regocija con la conversión de un solo pecador que con noventa y nueve justos.
Una doctrina sin caridad es una doctrina muerta, ya que carece del Espíritu de Dios, el cual desea que todos se salven en la verdad.
Dos señales muy características del cristianismo son la caridad y la misericordia, dos notas distintivas que deben poseer los cristianos que profesan como tal. La doctrina católica expresa el amor misericordioso de Dios, el cual guarda con sus leyes santas al pecador de los errores y oscuridades que el pecado ocasiona en cada alma. Esa doctrina clama siempre justicia, vale decir, que todo nuestro actuar debe ordenarse hacia las disposiciones que Dios establece para las almas.
Es muy fácil pararse desde el pedestal de nuestra propia persona, siendo complaciente con nosotros mismos y drástico con todos los demás.
Esa posición en vez de convertir, aleja de la religión de Dios, a causa de las inconsecuencias en las que cae a rato el fariseo tradicionalista desvirtuando todo lo que vocifera con sus actos .
Finalmente, en el fariseísmo caen fieles y Sacerdotes, todos estamos expuestos a lo mismo, a caer en la soberbia de pensar que somos superiores y perfectos ante todos los demás. Siendo que la verdad y la realidad es todo lo contrario.
Las pocas cosas buenas que realizamos son producto de la gracia de Dios, y las obras malas son realizadas por nosotros por nuestro orgullo y soberbia.
Christian Velásquez
Esperamos que hayan disfrutado con este artículo de Christian Velásquez sobre el farisesímo. Les invitamos a quedarse en nuestra página y a recorrer nuestras distintas secciones: Misa Tradicional, Arte, Historia de la Iglesia, Nuestras firmas…
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