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Esto es mi cuerpo

MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO. Esto es mi cuerpo. Rev. D. Vicente Ramón Escandell

MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO

Esto es mi cuerpo

1. Relato Evangélico (Mc 14, 12-16.22-26)

El primer día, pues, de los ázimos, en que sacrificaban el cordero pascual, dícenle los discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de la Pascua?» Y Jesús envió a Jerusalén a dos de ellos, diciéndoles: «Id a la ciudad y encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle, y en donde quiera que entrare, decid al amo de la casa: El Maestro os envía a decir: ¿Dónde está la sala en que he de celebrar la cena de la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará una pieza de comer grande, bien moblada: preparadnos allí lo necesario». Fueron, pues, los discípulos, y llegando a la ciudad hallaron todo lo que les había dicho, y dispusieron las cosas para la Pascua.

Durante la mesa, tomó Jesús pan, y bendiciéndole, le partió y diósele, y les dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo». Y cogiendo el cáliz, dando gracias, se lo alargó y bebieron todos de él, y al dársele, díjoles: «Esta es la sangre mía, el sello del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos. En verdad os digo, que de hoy más no beberé de este fruto de la vid, hasta el día en que le beba nuevo en el reino de Dios». Y dicho el himno de acción de gracias, salieron hacia el monte del Olivar.

2. Comentario litúrgico

En el tiempo en que los sacerdotes recién consagrados ofrecen a Dios las primicias de su ministerio y las espigas que formarán el pan santo están todavía en flor, la Iglesia celebra una de las más populares solemnidades, el Corpus Christi, en honor del Santísimo Sacramento.

Sus remotos orígenes hay que buscarlos en el despuntar de la devoción eucarística, que aparece por todas partes después del 1000; pero próximamente se debe a las revelaciones de la Beata Juana de Rémite (1193-1298), y el milagro de Bolsena.

El primer oficio del Corpus Christi fue compuesto, a petición de la Beata Juliana, por un cierto P. Juan, agustino de Lieja, pero permaneció para uso local en esta ciudad. El Papa Urbano IV antes de promulgar la fiesta encargo la composición del Oficio a Santo Tomás de Aquino, que había seguido a la curia a Orvieto, donde enseñaba teología en el Studio. Lo realizó dignamente, sintonizando en gran parte los textos de la misa y componiendo otros ex novo, entre los cuales están las tres oraciones, la secuencia Lauda Sion y los tres bellísimos himnos Pange lingua, Sacris solemniis y Verbum supernum. En cuanto a los responsorios nocturnos y a algún otro texto de menor importancia, parece que se fijó en un oficio eucarístico en uso entre los cistercienses algún tiempo antes de que el papa Urbano instituyese la fiesta.

En general, la procesión con el Santísimo Sacramento en la fiesta de Corpus no se hizo obligatoria hasta el siglo XV. Desde esa fecha ha sido en muchos lugares nota distintiva de esta fiesta, hasta el punto que, en no pocas iglesias, incluso catedrales, se ha dejado de celebrar la misa solemne por dar mayor realce a la procesión, lo cual es una inversión de los valores.

La procesión del Corpus se debió a un instinto popular y surgió espontáneamente antes de que la prescribiese la jerarquía eclesiástica. Las primeras que se celebraron tuvieron lugar, al parecer en Colonia hacia el año 1279; más tarde aparecieron en Wurzburgo y en Augusta. En el siglo XIV hablan de ella, como introducida por inspiración divina, los cánones del concilio de Sens y del de París.

Al principio se llevó el Santísimo Sacramento oculto en la píxide; luego se quiso ver la hostia consagrada, y aparecieron las custodias u ostensorios, de los que en toda la Cristiandad se conservan ejemplares maravillosos por su riqueza y su arte.

3. Reflexión

Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Así pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz, porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.1

Con estas duras palabras, el Apóstol san Pablo amonesta a los cristianos de Corinto, a fin de moverlos a acercarse a la comunión sacramental con las debidas disposiciones. La fuerza de sus palabras, y la necesidad de recordaros la doctrina de la Iglesia acerca de la comunión eucarística, me mueven a ofreceros en este día, que celebramos el Misterio del Cuerpo y Sangre de Cristo, una breve explicación de las mismas.

  1. Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. La Eucaristia es manjar de los hombres, y no de los ángeles. Este divino manjar fue instituido por el Señor para los bautizados. Todos cuanto lo toman, lo toman como sacramento o sacramentalmente, aunque a los justos les aproveche y a los pecadores les sea perjudicial.

Pueden, sin embargo, recibir la santa comunión los que no están bautizados, pero para ellos no es un sacramento, sino una cosa, como para cualquier ser irracional que haga lo mismo. No la toman sacramentalmente, sino materialmente.

  1. Así, pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, sea reo del cuerpo y de la sangre del Señor. ¿Por qué conviene examinarse antes de tomar parte en la Eucaristia?

En primer lugar, para no incurrir en un pecado inmediato, el de tratar el cuerpo del Señor como otro cuerpo cualquiera, comer el cuerpo del Señor como se come otro cuerpo cualquiera. Esta comida no es una comida común y vulgar.

En segundo lugar, para no caer en un pecado mediato y consecuencia del primero: <<Come y bebe su propia condenación.>> Es una frase muy fuerte, la que dice el Apóstol, que se inspira en el lenguaje y en la esencia misma de la Eucaristia, que es <<pan de vida>> y se convierte en <<pan de muerte.>>

Quien comulga con conciencia de pecado grave peca mortalmente, porque la comunión tiene un sentido al que contradice quien la toma así. Significa unión vital con Cristo, porque quien lo come se hace uno con el manjar; y el pecador tiene impedimento para dicha unión. Por lo que comulgando simula una unión que no puede tener. El pecado que se comete es de sacrilegio, y de la gravedad del mismo, nos dice san Cirilo: El que hace una Comunión sacrílega recibe en su corazón a Satanás y a Jesucristo; a Satanás para que reine en él y a Jesucristo para ofrecerlo como víctima a Satanás.

Contra lo dicho no vale la duda que puede surgir del hecho de que Nuestro Señor se dejara tocar por los pecadores cuando vivía en este mundo; señal, por lo tanto, de que tocarlo y tenerlo en pecado no es pecar. Sin embargo, este tocar y tener no tiene sentido de unión intima; y el comer sí. Por lo que no hay engaño en aquello y lo hay en esto.

  1. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces como del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, como y bebe su propia condenación. Examinarse, arrepentirse, acusarse, pedir perdón utilizando incluso diariamente el Sacramento de la Confesión, era cosa natural para los santos. Y los frutos de santificación eran constantes y abundantes, porque el alma pura que acoge en sí a Jesús, trigo de los elegidos2, es como la buena tierra… que produce fruto con perseverancia3.

En efecto, si la pureza de alma tiene que ser máxima para recibir a Jesús, ninguna pureza brilla más que la se obtiene confesándose, con el lavado en la Sangre de Jesús, que hace divina, bella y esplendorosa el alma arrepentida.

¿Quién podrá subir al monte del Señor? ¿Quién podrá estar en el lugar santo? El de manos inocentes y de corazón puro, el que no dirige su alma a la vanidad, ni jura en falso. Él recibirá la bendición del Señor, y la justificación de Dios, su salvador4. Estos versículos del salmo 24 nos exponen las condiciones, el código moral mínimo, para que el Sumo Sacerdote pudiera acercarse al monte Sion, a la zona de <<santidad>>, que invade el recinto sagrado del Templo, el Santo de los Santos, morada de Yahveh.

Si esto exigía Dios a quienes celebraban el rito antiguo, el rito que era imagen del rito nuevo y que cesó la noche del Jueves Santo, ¿qué nos pide a nosotros para acercarnos a su Hijo sacramentado? Cuatro son las condiciones que Dios, a través de su Iglesia, nos pide:

  • Estar en gracia de Dios, es decir, tener la conciencia pura y limpia de todo pecado mortal.
  • Guardar el ayuno debido, como preparación para recibir al pan que sacia toda hambre.
  • Saber lo que se va a recibir, lo que supone conocer la doctrina eucarística y creerla.
  • Comulgar con devoción, con humildad y modestia, preparándose debidamente a ella y dar gracias después de recibirla.

Esta es la doctrina constante de la Iglesia que, desde san Pablo ha sido enseñada y transmitida, con la finalidad de guardar y hacer guardar el debido respecto al Santísimo Sacramento y favorecer el crecimiento espiritual de los fieles, a través de tan divino manjar.

Faltarían los ministros sagrados, y en ellos la Iglesia, a su deber en favor de las almas, si estos no hiciesen suyas la amonestación de san Pablo a los corintios, y permitiesen que los fieles se acercasen a tan divino sacramento, sin las debidas disposiciones. Quien se acercará a él, comulgando mal a sabiendas y con plena conciencia de ello, convertiría aquello que fue instituido como pan de vida y cáliz salvación, en pan de muerte y cáliz de condenación.

4. Testimonio de los Santos Padres

SAN BEDA EL VENERABLE (673-735)

<<Terminadas las ceremonias de la antigua Pascua, pasó a la nueva, es decir, sustituyó la carne y sangre del cordero con el sacramento de su cuerpo y sangre. «Durante la mesa, tomó Jesús pan», etc., para mostrar que Él era el mismo a quien el Señor había hecho este juramento: «Tú eres Sacerdote sempiterno, según el orden de Melquisedec» (Sal 109,4). «Y bendiciéndole, le partió».>>

In Marcum 4, 43

5. Oración

Señor y Dios nuestro, que en el misterio de tu Cuerpo y de tu Sangre, se ha cumplido tu promesa de estar junto a tu Iglesia hasta el final de los tiempos; haz, que, amando, conociendo y recibiendo tan divino manjar, nos transformemos en aquello que recibimos. Que vives y reinas. Amén.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad

1 1 Cor 11, 26-29

2 Zc 9, 17

3 Lc 8, 15

4 Sal 24, 3-6

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Author: Rev. D. Vicente Ramon Escandell
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad: Nacido en 1978 y ordenado sacerdote en el año 2014, es Licenciado y Doctor en Historia; Diplomado en Ciencias Religiosas y Bachiller en Teología. Especializado en Historia Moderna, es autor de una tesis doctoral sobre la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús en la Edad Moderna