El derecho al aborto se tambalea en Estados Unidos un artículo de Miguel Toledano
El aborto en EEUU
Humanamente hablando, Donald Trump es un ganador. Ha hecho una gran fortuna; ha alcanzado, contra pronóstico, la Presidencia; está casado con una mujer espectacular que, encima, es católica; y juega bien al golf. Pero quizás su éxito más importante, hasta la fecha, haya sido conseguir del Senado la reciente confirmación de Brett Kavanaugh como miembro asociado de la Corte Suprema. Por primera vez en la historia de esa nación, su más alto tribunal tiene una mayoría conservadora de 5 a 4. Donde incluso Reagan falló, Trump ha triunfado.
New Hope, Alabama, 27 de febrero de 2009: El ciudadano negro Jessie Phililips y su esposa blanca Erica, acompañados de sus dos hijos, vuelven al concesionario de automóviles donde unos días antes ella ha adquirido un Lexus de segunda mano que no funciona bien. El matrimonio pide a los vendedores que les devuelvan el dinero pero éstos ofrecen alternativamente un Nissan Maxima.
A Jessie le parece bien, pero Erica no está de acuerdo. En el McDonald’s de Hampton Cove, a apenas un cuarto de hora de trayecto, donde almuerzan los cuatro, la joven madre de 23 años discute con su marido en los siguientes términos, que preferimos no traducir del inglés original para evitar malsonancias en nuestra querida lengua:
“What the fuck did you get that Maxima for? You dumb-ass nigger, I could have just not took nothing and just left the money there and just said fuck it!”
A su vez, Jessie le recrimina a ella no haber cambiado los pañales a su hija pequeña. Minutos después de acabar de comer, en el aparcamiento de un lavado de automóviles de Guntersville, Jessie dispara a su mujer en la cabeza. Erica muere esa misma noche en el hospital de Huntsville. Estaba embarazada de ocho semanas.
Tras un juicio en el Condado de Marshall por el doble asesinato, el jurado popular de 23 miembros solicita unánimemente la condena a muerte del acusado, que podrá elegir, de acuerdo con las leyes del estado, entre la inyección letal o la silla eléctrica – aunque desde 2002 nadie ha preferido morir a los brazos de “Yellow Mama”, el apodo con el que se conocía al eficaz asiento amarillo de la capital Montgomery.
Jessie recurre la sentencia, que es confirmada por la Corte de Apelación de Alabama el 21 de octubre de 2016.
Una vez más, la representación legal del condenado apela el fallo, esta vez ante la Corte Suprema del Estado. Por unanimidad de sus ocho miembros presentes, la más alta instancia judicial de Alabama ha dictado dictado sentencia del pasado 19 de octubre, confirmando la condena por el asesinato de su esposa Erica y del hijo nonato de ambos, llamado Baby Doe.
Nuestros lectores se preguntarán, a estas alturas, qué tiene que ver esta historia truculenta sucedida en un pequeño pueblo del Cinturón de la Biblia con el título del artículo, pues más parece que se esté ventilando aquí un supuesto relativo a la pena de muerte (asunto, por otra parte, que en los debates más o menos vulgarizados se suele mezclar con el del aborto), o incluso a la utilización de armas de fuego en los Estados Unidos – dígase de paso que ni Jessie ni Erica tenían licencia para poseer la pistola que se encontraba en la guantera de su coche.
Pues bien, la argumentación de Jessie viene, precisamente, a tocar de lleno el asunto que nos ocupa.
Tras alegar discriminación por el hecho de que el pleno del jurado estuviese constituido por ciudadanos de raza blanca, y habiendo sido un negro y un hispano previamente impugnados como eventuales miembros, la defensa de Jessie desarrolla su tesis principal: El asesinato de una sola persona llevaría aparejada la pena de cadena perpetua aun sin posibilidad de libertad condicionada pero no la pena capital, toda vez que la “evolución de los estándares de decencia” no permite considerar este supuesto con una gravedad tal como para mandar a Jessie al patíbulo; además, se trata del único individuo de los Estados Unidos en el corredor de la muerte por haber acabado con la vida de una mujer cuyo hijo estaba en el primer trimestre de desarrollo gestacional.
Conviene recordar que la octava enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América prohíbe los castigos que fuesen inusualmente crueles.
No obstante, ya el tribunal de instancia había sido claro: “El asesinato de dos o más personas lleva aparejada la pena capital” y Jessie había causado la muerte de dos personas, Erica y Baby Doe.
En efecto, en 2006, el Estado de Alabama había aprobado la Ley Brody, denominada así en honor del hijo nonato de la joven Brandy Parker, asesinada cuando estaba embarazada de ocho meses y medio; dicha Ley considera “persona” al nonato, a los efectos de incluirlo en las dos víctimas susceptibles de generar la aplicación de la pena de muerte. Jessie sabía del embarazo desde aproximadamente dos semanas antes del crimen; su caso constituía, pues, la primera ocasión en la que se aplicaba dicha provisión legal que, como tuvo ocasión de recordar el Fiscal al jurado popular, supone entender la ejecución como más conforme que la prisión en la lucha contra la violencia doméstica que termina con la vida de quienes han padecido dicha violencia.
La Corte de Apelación, al confirmar la sentencia de instancia, recalcó la consideración de “personas” aplicable a los nonatos, apreciando una clara intención legislativa de proteger de actos homicidas incluso a los fetos no viables.
La Corte Suprema de Alabama coincide con la definición de persona de la Corte de Apelación: “Ser humano, incluyendo al nonato en el útero en cualquier estado de desarrollo, con independencia de su viabilidad”.
También coinciden ambos tribunales en la siguiente consideración: “La legislación de este Estado ha reconocido al nonato como vida que merece respeto y protección. Los padres fundadores de esta nación reconocen toda vida como merecedora de respeto y de un debido procedimiento legal”.
Finalmente, ambas cortes recuerdan que, en efecto, ha habido en Alabama cuatro casos de homicidio de madres embarazadas que no han llevado a su autor al cadalso, pero se trataba de supuestos anteriores a la modificación legislativa de 2006, que viene a reconocer expresamente el carácter de persona de Baby Doe.
Sentencia la Corte Suprema del estado federado para lo que a nosotros nos interesa: “De acuerdo con las leyes penales del Estado de Alabama, el valor de la vida de un nonato no es menor que el valor de la vida de otras personas”.
Hasta aquí la sentencia en el caso de Jessie Livell Phillips contra el Estado de Alabama, pero hay más: Como es sabido, en la jurisprudencia de los Estados Unidos los magistrados pueden formular votos particulares en los que, aun concurriendo con la decisión de sus colegas, exponen líneas específicas de razonamiento de las que consideran importante dejar constancia formal.
Y aquí el magistrado Tom Parker, conocido adalid del derecho a la vida, ha ido más allá incluso que sus compañeros, que ya dijeron lo dicho para uso posterior de quienes tengan el honor de continuar el combate jurídico contra el aborto. Ha afirmado el Magistrado Parker que la sentencia Roe contra Wade de 1973, que se sacó de la manga el derecho al aborto a partir de ninguna parte en la Constitución de los Estados Unidos de América, es una “anomalía legal y una falacia lógica” que la Corte Suprema de la nación debería ahora revocar.
Recordemos que Roe contra Wade prohibió a los estados federados reconocer el inalienable derecho a la vida del nonato cuando dicho derecho entra en conflicto con el “derecho” de su madre al aborto.
Por su parte, el Magistrado Parker brama contra dicha afirmación, que califica de “aberración frente al derecho natural y positivo y al derecho común de los estados”, pues el derecho a la vida del nonato es “fundamental, inalienable y concedido por Dios”.
Conforme estados como Alabama, en su modificación legislativa de 2006, aumentan su protección de la dignidad de la vida de los niños no nacidos, Roe contra Wade constituye una excepción que contrasta en buena lógica con la fábrica legal americana actual, de la que cada vez se encontraría más alienada.
Además de la Ley Brody de 2006, el Magistrado Parker cita la Ley civil de Muertes Erróneas y la Ley de Peligrosidad Química como textos que igualmente se ocupan de la muerte de fetos en el estado sureño, para protegerlos con independencia de su viabilidad.
Jessie argumentaba que el estado inicial de la gestación de su hijo (seis a ocho semanas) de alguna manera disminuiría el valor del niño como persona pero, constata el Magistrado, dicha aserción es “absolutamente inconvincente a la luz del derecho natural, de la ley de Alabama y de las numerosas sentencias recientes de esta Corte que consistentemente reconocen que un niño no nacido es un ser humano desde la primera instancia de su desarrollo y por consiguiente posee el mismo derecho a la vida que una persona nacida”.
Concluye el Magistrado: “Una persona es una persona, con independencia de su edad, desarrollo físico o lugar. Baby Doe tenía tanto derecho a la vida como Erica Phillips; Erica y Baby Doe eran igualmente personas”.
En definitiva, la Corte Suprema de los Estados Unidos ha recibido esta llamada desde el Sur a los efectos de “devolver el poder a los estados para proteger plenamente a los más vulnerables entre nosotros” y terminar con esa aberración constitucional de 1973.
No es la única llamada, pero por el momento lo dejamos aquí. Veremos cuánto tardan Kavanaugh y sus colegas en acometer esta cuestión pendiente.
Miguel Toledano
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