1-Introducción.
Ya hemos dicho en artículos anteriores que el hombre tiene una naturaleza social y además posee características propias y únicas que son sus dones particulares. Es por medio del trabajo en donde cada uno de nosotros manifiesta esa sociabilidad natural y además exterioriza poniendo en acto las capacidades individuales y dones propios ( que nos hacen únicos) al servicio no sólo personal sino del resto de la comunidad.
También mencionamos en los artículos precedentes, la idea de un ordenamiento social como un cuerpo humano. Cada parte tiene un rol que cumplir, sin la cual el cuerpo estaría incompleto. Si una parte del mismo no logra cumplir con su función, el resto sugiere las consecuencias. O sea, cada elemento o parte es interdependiente con respecto al resto. Así es que el trabajo es una actividad conjunta e interdependiente de cada elemento del cuerpo social.
2-Definición de Trabajo.
Primeramente se puede definir al trabajo como un proceso entre el hombre y los recursos que ofrece la naturaleza. Es en este proceso donde el ser humano, mediante su propia actividad, mediatiza, regula, controla y termina por transformar la naturaleza a fin de cubrir sus necesidades materiales. Pero con el avance de la tecnología se fueron incorporando nuevas actividades al mundo del trabajo como ser: el comercio, los servicios, la investigación y desarrollo, entre otras actividades que lo fueron haciendo más complejo. De ahí que el trabajo sea una actividad humana de transformación de recursos naturales, pero también de aplicación de la inteligencia y de creación de bienes intangibles.
Tomando en consideración lo expuesto, llegamos a una definición más precisa, considerando al trabajo como:
- Una actividad física o intelectual propia y exclusiva del hombre.
- Busca satisfacer sus necesidades.
- Mediante la producción de bienes y servicios.
En la actualidad, se impone una perspectiva que privilegia los aspectos materiales del trabajo, considerándolo como un factor o elemento de producción que necesariamente es expuesto a las reglas de la oferta y la demanda. Prácticamente se lo considera no como un aspecto especial del ser humano sino como una mercancía. De ahí que cotidianamente se hable de mercado de trabajo.
La visión católica es totalmente distinta. Si bien reconoce que el trabajo consiste en una actividad humana tanto física como intelectual, se opone a considerarlo como una mercancía más. Para el Catecismo de la iglesia Católica, el trabajo humano procede directamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas y para mutuo beneficio, la obra de la creación dominando la tierra (cf Gn 1, 28; GS 34; CA 31).
De manera sencilla el Papa León XIII en su Encíclica Rerum Novarun de 1891 nos advertía que trabajar es ocuparse en hacer algo con el objeto de adquirir las cosas necesarias para los usos diversos de la vida y, sobre todo, para la propia conservación. Pero sin desconocer que el trabajo es parte de la propia esencia del ser humano. Una forma de exteriorización de lo humano en el mundo material de los recursos y las cosas.
“Es que el trabajo no es otra cosa que el ejercicio de la propia actividad, enderezado a la adquisición de aquellas cosas que son necesarias para los varios usos de la vida, y principalmente para la propia conservación. Con el sudor de tu rostro comerás el pan»
(Génesis III, 19). Tiene pues el trabajo humano dos cualidades que en él puso la naturaleza misma la primera es que es personal, porque la fuerza con que se trabaja es inherente a la persona y enteramente propia de aquél que con ella trabaja y para utilidad de él se la dió la naturaleza; la segunda es que es necesario, porque del fruto de su trabajo necesita el hombre para sustentar la vida, y sustentar la vida es deber primario y natural que no hay más remedio que cumplir. ( Encíclica Rerum Novarum).
Básicamente el hombre se diferencia de los animales por medio del trabajo. Ya que como actividad humana, trabajar implica que la inteligencia oriente a una voluntad libre, cuyo objetivo primordial consiste en transformar la naturaleza creada. Se transforma la naturaleza por el trabajo y la creatividad humana. Es por ello que, a través de su trabajo, el hombre continúa la obra divina de la Creación.
El trabajo es, por lo tanto, un deber y un derecho, mediante el cual el ser humano se constituye como un colaborador participe con Dios Creador. Trabajando con empeño y competencia, la persona utiliza las capacidades inscritas en su naturaleza, exalta los dones del Creador y los talentos recibidos, procurando así su sustento,el de su familia y finalmente sirviendo a la comunidad.
Es entonces cuando el bienestar particular y familiar se articula con el Bien Común de todo el entramado social. Se produce una relación de interdependencia sana, justa y equitativa. En donde todos los miembros de la sociedad se benefician del trabajo conjunto de cada uno de los individuos. Podemos afirmar que es por medio del trabajo se concretiza la naturaleza social del ser humano.
En efecto, el trabajo es la participación del hombre en la producción mediante el ejercicio voluntariamente prestado de sus facultades intelectuales y manuales, según la personal vocación, en orden al decoro y holgura de su vida y al mejor desarrollo de la economía de su comunidad. Siendo el trabajo una manifestación exteriorizada del mismo ser humano.
Por ser esencialmente personal y humano, el trabajo no puede reducirse a un concepto material de mercancía, ni ser objeto de transacción incompatible con la dignidad personal de quien lo preste.
Volviendo al Catecismo de la Iglesia Católica,el valor primordial del trabajo pertenece al hombre mismo, que es su autor y su destinatario. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo (cf LE 6).
Esta perspectiva se opone de manera tajante a la visión actual y secular del hombre y del trabajo. Hoy en día asistimos a un proceso social y a conceptos antropológicos que buscan cosificar al hombre, en reducir al concepto de persona humana al plano meramente material.
3-Cosificación de la persona humana como gran error de nuestro tiempo.
Consiste en tratar al otro como una cosa, deshumanizando su propio ser. Se le priva de la atribución de ser persona humana. Así es que el trabajo se separa de la esencia humana, siendo una variable de un esquema económico o un factor de producción junto con la tierra y el capital, como ya venimos mencionando.
Tal como lo plantean los diccionarios de filosofía y de ciencias sociales en general, la cosificación consiste en que la actividad del hombre ( el trabajo) pasa a ser derivada de las condiciones que dominan sobre ella, es limitada por las mismas y se reduce a funciones no creadoras. El hombre mismo sólo actúa como ejecutor del papel preparado, como medio funcional de producción de cosas. Aquí el trabajo se desprende de la persona humana, adquiriendo un sentido independiente y materialista.
Como lo empezamos a exponer en los párrafos precedentes, todo esto es contrario a la Doctrina Católica referida al trabajo. En el Radiomensaje del Papa Pío XII a los trabajadores de España en marzo de 1951 dice: La Iglesia nunca ha predicado la revolución social; pero siempre y en todas partes, desde la Epístola de S. Pablo a Filemón hasta las enseñanzas sociales de los Papas en los siglos diez y nueve y veinte, se ha esforzado tenazmente por conseguir que se tenga más cuenta del hombre que de las ventajas económicas y técnicas, y para que cuantos hacen de su parte lo que pueden, vivan una vida cristiana y digna de un ser humano.
4-Las dos dimensiones del trabajo
Para la Doctrina Social de la Iglesia, el trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. Estas dos dimensiones determinan una idea de trabajo relacionada con los fundamentos de la persona humana. Es decir, no puede existir trabajo sin persona y sin dignidad humana. Es el hombre que imprime su condición en las cosas creadas por medio del trabajo.
En sentido objetivo, es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir, para dominar la tierra, según las palabras del libro del Génesis. El trabajo en sentido subjetivo, es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal.
Es muy importante el sentido subjetivo, ya que determina una concepción antropológica del ser humano. Ya mencionamos en la parte anterior el proceso de cosificación del hombre, así es que el sentido subjetivo pretende volver a ubicar en centro a la condición natural de la persona humana. Cuando nos referimos a persona, hacemos hincapié en un ser subjetivo capaz de obrar de manera reflexiva y racional, con capacidad de discernimiento sobre los instrumentos a utilizar en la actividad del trabajo y los efectos del mismo.
Además, posee una facultad de decidir por sí mismo, tiene libre albedrío y voluntad, conjuntamente tiende a la autoreaĺuzacion individual y social.Como persona, el hombre es el sujeto del trabajo .
5-Conclusiones.
El trabajo es una actividad humana, es la manifestación del hombre sobre las cosas y los recursos materiales que lo rodean. Pensar al trabajo desde un punto de vista abstracto o considerarlo como un factor productivo más, sólo ocasiona una confusión que va en detrimento del mismo ser humano.
Trabajar implica el pleno uso de las capacidades y dones singulares que cada uno de nosotros tiene para transformar la naturaleza, la creación de bienes intangibles. Todo ello para asegurarnos el sustento y cubrir las necesidades. Pero también, el trabajo es una actividad que implica necesariamente la participación coordinada conjuntamente con otras personas. La condición de seres sociables se pone en acto por medio del trabajo. No existe trabajador aislado, siempre interviene otro.
Por otra parte, el trabajo no es una fuerza instrumental, una mercancía, que se compra y se vende, que se transporta a voluntad. Es, como nos indicaba el Papa León XIII , es personal, porque la fuerza activa es inherente a la persona . Por lo tanto, el trabajo debe ser tratado como algo humano, necesario al hombre para su subsistencia, y no como un artículo de comercio. Incluso el capital constituye un factor instrumental de la producción. Ya que por propia composición y naturaleza, el capital es el producto de un trabajo pasado que se convierte en instrumento de un trabajo futuro.
En esta misma línea, decía el Papa Juan Pablo II en septiembre de 1981 que el trabajo es ante todo una prerrogativa del hombre-persona, un factor de plenitud humana que ayuda precisamente al hombre a ser más hombre . Sin el trabajo no hay vida material posible pero tampoco es factible la propia autorrealización.
Leonardo Olivieri
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