Hermann Heller en la introducción de su obra Las Ideas Políticas Contemporáneas, pone en evidencia la gran dificultad que posee la realidad de lo político y toda su dinámica con respecto a la comprensión de los elementos comunes que poseen las diversas ideologías de nuestra época. Siguiendo a este autor, existe una matriz de pensamiento de carácter común que traspasa todo tipo de pensamiento político. Es por ello , que logra identificar ciertas características que constituyen el espíritu de las ideologías del mundo contemporáneo.
Un pensamiento organizador de la realidad concreta, habrá de esforzarse en descubrir relaciones de dependencia entre los fenómenos políticos y determinar una estructura de elementos comunes.
El desarrollo de tipos ideales nos permite aislar y abstraer de la realidad las ideas esenciales del pensamiento político actual. Es un esquema interpretativo de los conceptos fundamentales más allá de las formas o matices externos de cómo se manifiesta en la realidad.
Es decir, es posible llegar al núcleo o si se quiere a la esencia que define lo político de una época lográndolo separ de los accidentes o factores propios de la realidad histórica del momento.
Es así que gracias a esta manera de razonar que el observador está capacitado para encontrar lo que es de común en la diversidad y pluralidad de lo singular histórico.
Podemos identificar los conceptos de primer orden que son más abstractos, e ir descendiendo a conceptos de segundo,tercer orden que se caracterizan por ser más sensibles a la realidad se una época.
Se hace el siguiente ejercicio, se observa la realidad de una etapa histórica, se establecen los conceptos tipos de carácter abstracto que definen los elementos y características esenciales y después se «desciende» a la realidad histórica con conceptos más singulares.
Los tipos ideales constituyen una cartografía que sirve de hoja de ruta y de guía para que podamos identificar la estructura ideológica del tiempo en que vivimos, y ubicarnos en relación al pasado e incluso con respecto al futuro
Pero ahora vayamos a lo primordial de este artículo y definamos entonces qué elementos comunes hay en el mapa ideológico contemporáneo.
1-Un primer elemento es el principio de Revolución y la dialéctica orden- conflicto. La conciencia política contemporánea manifiesta una concepción del conflicto social como inherente a la realidad, conjuntamente con una relación dialéctica entre el conflicto y el orden. Siendo esta dialéctica » el motor» de la historia social de la humanidad
El sociólogo John Horton distingue dos esquemas para interpretar la realidad socio política,los modelos de orden y de conflicto de la sociedad.
Básicamente las teorías del orden tienen en común una concepción de la sociedad como un sistema unificado, caracterizado por una cultura compartida, por consenso de valores comunes, además, por una organización sistémica que promueve el equilibrio entre sus diversos elementos. Las modificaciones se producen por medio de cambios graduales que son regulados por las instituciones de este mismo sistema. Lejos de producirse una ruptura, el cambio implica una evolución y adaptación a nuevas condiciones, sean éstas internas o del entorno. Una ruptura es considerada como una anomia del orden sistémico, es decir, como un desequilibrio , desorganización social y hasta un fracaso de la capacidad organizadora, que llevan inexorablemente a la desaparición o descomposición del sistema en cuestión.
La teoría del conflicto se basa en que el elemento constitutivo de la historia humana es la lucha y el conflicto que existe en el interior de la sociedad. El orden es interpretado como precario y no es de carácter natural, sino que es el resultado de una hegemonía de un grupo o clase social sobre el resto de los sujetos sociales. Las rupturas producen modificaciones estructurales de gran impacto; se pasa de un sistema a otro muy diferente. Bajo esta perspectiva, no hay gradualismos, y si hay un orden establecido, el conflicto está siempre latente hasta que sea inevitable.
Para ejemplificar esta postura, citaremos la Introducción al Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. «La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad….. Es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente.. ( Manifiesto Comunista)
2-Un segundo elemento es la autonomía del hombre, de la razón y de la voluntad. Existe como elemento constitutivo de las ideologías contemporáneas de que el individuo es por naturaleza libre e independiente. Se entiende a la libertad como la autonomía con respecto a una dependencia externa. Esta forma de pensar adquiere fuerza en lo que se denomina la Ilustración y continúa hasta nuestros días.
El filósofo Tzvetan Todorov, cuando se refiere a la Ilustración hace referencia a que por primera vez en la historia los seres humanos decidieron tomar las riendas de su destino y hacer que la búsqueda del bienestar de la humanidad sea el fin principal de la vida individual y social. Todo esto implica que los seres humanos deben liberarse de condicionamientos propios de una autoridad externa y gobernarse a sí mismos en base a la aceptación común de leyes, reglas morales y ordenamientos institucionales creados por ellos mismos.
La autoridad institucional es creada por los propios hombres y alejada de lo sobrenatural. Su legitimidad radica en la libre aceptación y obediencia de los hombres. La ley, las instituciones de gobierno se fundamentan en la voluntad y soberanía del pueblo. Se rompe con todo fundamento externo, o sea, sobrenatural, pero ese tema lo desarrollaremos en el próximo punto.
Los principios de libertad y de autonomía cambian significativamente a las formas de pensar de los individuos Se acepta la libertad de conciencia, la libertad religiosa, de opinión,de expresión, etc. A su vez se acepta que el ser humano es el origen de las estructuras normativas e institucionales. También se considera que es libre de perseguir sus propios intereses materiales, sus deseos y sus pasiones. Todas estos conceptos fueron desarrollados por el liberalismo clásico como es sus variantes más actuales.
En nuestros días, esa concepción de autonomía está más que presente en la ideología de género y hace hincapié en la libertad de autopercibirse fuera de un esquema binario hombre- mujer.
La filósofa Judith Butler en su obra El género en disputa, establece la necesidad de replantearse de forma crítica a la teoría que sostiene que el sexo y el género son dados de manera natural. Sin embargo, para esta autora el género es construido socialmente y que hay una concepción naturalizada por la sociedad de que solo existen dos géneros (masculino y femenino) y que esto a su vez presupone la heterosexualidad. Este modelo impone solo dos opciones a los cuerpos: ser mujeres y hombres, comportarse femenina o masculinamente, respectivamente, y desear solo al sexo opuesto.
Para Butler, el género es performativo, esto es que existe una generalización en las personas de ser de un género u otro como si ese fuera una realidad interna, un hecho, o algo verdadero acerca de nosotros. Pero en realidad, se trata de un fenómeno producido y reproducido constantemente a través de normas que son establecidas y controladas por poderes institucionales y prácticas informales para mantenernos en un determinado lugar.
El principio de autonomía en esta forma de pensamiento está dada por una ruptura con una forma de concebir a los individuos y a sus cuerpos como ya dadas. Ser autónomo significa cuestionar los conceptos naturales y la idea de una objetividad pura. Para esta perspectiva no existe una realidad dada sino una construcción simbólica e interpretativa de dicha realidad. Mucho menos existen conceptos, ideas y valores universalmente válidos y con existencia objetiva.
En síntesis, Don Bosco con pocas palabras resume esa autonomía inmanente del hombre: » No pienses que vives en el mundo para divertirte, enriquecerte, comer, beber y dormir, como los animales privados de razón; pues el fin por cual has sido creado infinitamente superior y más sublime; esto es: amar a Dios y salvar tu alma en la otra»
Aquí vemos que hay dos modelos de ser humano. El moderno vive inmerso en una concepción subjetivista, materialista y que su fin último es una felicidad mundana en base a la libertad de ser quien desee ser y de sus deseos y pasiones liberadas. Por otro lado, está el ser humano cristiano tradicional que vive con su mirada puesta en lo trascendente, en Dios como ser supremo, en lo espiritual y la salvación de su alma. Su objetivo final no es lo material del mundo sino la vida eterna en la patria celestial.
3-Un tercero es la desacralización del mundo. Ya hemos mencionado que la autonomía del hombre implica una emancipación con respecto a una autoridad externa. Ello implica la ruptura total con un fundamento trascendente o religioso. Se decreta la muerte de Dios y los individuos empiezan a vivir con una perspectiva de inmanencia y ocupando el lugar de Dios en cuanto principio absoluto de sus ideales.
Lo que define a esta desacralización es lo que comúnmente se denomina secularización. Tal como lo plantea Hermann Heller en su obra ya citada, en la Edad Media toda la vida individual y social del hombre gozaba de estabilidad, había un fundamento trascendente concreto que servía de justificación. La autoridad divina extra y supraterrenal era un importante punto de referencia. Tanto la cultura y la naturaleza se explicaban y tenían sentido en base a lo trascendente, o sea, Dios y la existencia de plan divino. En el pensamiento medieval no había conflicto entre Fe y Razón, ya que la Revelación divina se complementa con la racionalidad de los hombres.
Con la modernidad,todo este equilibrio se rompe, esto es, se revoluciona en un proceso de quiebre radical y antagónico con respecto al pensamiento tradicional. Como ya hemos dicho lo inmanente sustituye y desplaza a lo trascendente. Surge una nueva cosmovisión en donde el sentimiento inmanente de la vida es la piedra angular de todo el pensamiento moderno. Desde la idea de Kant de una religión natural encauzada por la razón pura, el Derecho Natural, el desarrollo de las ciencias naturales, un Humanismo antropocéntrico y por último un Estado y un sistema normativo independiente de un fundamento trascendente- divino.
A su vez, la revolución que llevaron a cabo tanto el Renacimiento como la Reforma Protestante, constituyeron un apoyo importante a ese proceso de desacralización. Con la revolución protestante la Fe se volvió un componente subjetivo y quedó relegada en el interior de las conciencias, perdiendo así su injerencia en lo social y político.
El orden socio- político ya no admite a Dios como fundamento externo y causa de su existencia. Se transforma en autónomo con respecto a la Revelación divina. Según Tzvetan Todorov en su libro el Espíritu de la Ilustración, lo que se rechaza es la sumisión del individuo y del conjunto social a preceptos cuya legitimidad proviene de una concepción trascendente y divina. Por lo tanto la religión queda afuera del Estado y encapsulada en la conciencia individual. El indiferentismo religioso y la libertad religiosa se hacen fuerte en la matriz de esta cosmovisión moderna.
4-Un cuarto elemento es el nominalismo y la realidad como constructo social.
Para la ideologías modernas la realidad es una combinación de por un lado, una naturaleza que no se puede conocer en su totalidad y por otro, una construcción social,que es creación pura de los individuos como conjunto.
El concepto fundamental de que la realidad es una construcción social, se sustenta en la afirmación de que los individuos crean la sociedad y ésta se convierte en una realidad que, a la vez, crea a las subjetividades de los mismos individuos. Por lo tanto,la realidad no existe en sí misma, sino que es un producto humano.
La realidad social está constituida por diversos elementos como son las propias personas que forman parte de la misma, las comunidades, las instituciones, los sistemas de comunicación existentes, las motivaciones de cada uno de sus individuos, los controles que están establecidos socialmente, las normas y los roles sociales, los factores culturales, entre otros.
El nominalismo sostiene que las nociones generales no son más que nombres de las cosas particulares. Por oposición al realismo ,sólo los objetos individuales existen mientras que los conceptos generales, creados por nuestro pensamiento, lejos de existir independientemente de los objetos, no reflejan ni siquiera sus propiedades y sus cualidades. “Las cosas existen antes que las ideas generales”, “las ideas generales no son más que nombres”.
De todo esto se desprende que no existen objetivamente conceptos universales, por ejemplo el Bien. No hay ninguna idea de Bien, sino que es una construcción mental, resultado de un proceso inductivo de lo que singularmente encontramos como idea de bien. Un concepto o valor general es un convencionalismo producto , como recién acabamos de mencionar, de la mente humana.
Ya hemos mencionado en el punto 2 lo que piensa la perspectiva de género, siendo un ejemplo de lo que nos estamos refiriendo en esta parte del artículo.
Conclusión.
Asistimos a una cultura del nihilismo como base de lo humano y a un movimiento constante sin horizontes de certezas o puntos de llegada. El devenir por sí mismo es lo que vale y el mismo hombre desconoce su finalidad en este mundo. De ahí que se promueva la vida del presente, del aquí y del ahora, y no se piense más allá de lo inmanente. Todo ello expresa un fundamento político que se crea desde un vacío y en donde las imposiciones caprichosas y sectoriales de grupos minoritarios son la regla. La Verdad fue desterrada del mundo, el vacío en cambio, ocupó su lugar.
Leonardo Olivieri
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