Persona humana, orden social y bien común.

1-Conciencia humana y principios morales.

En los tiempos actuales asistimos a un relativismo moral que postula que no existe en absoluto una sola moral sino que hay varias morales que representan y están en función de una diversidad de maneras de ser. Que la moral es producto de una época histórica,de tradiciones o de patrones culturales que se repiten socialmente. Es decir, es un constructo social que persigue como finalidad mantener una hegemonía cultural reduciendo la autonomía de lo múltiple y diverso. Las ideas morales son útiles para mantener una ficticia y construida cohesión social, pero no representan ideales absolutos ni maneras del deber ser.

Sin embargo, el cristianismo nos brinda una perspectiva muy diferente a este relativismo exacerbado de nuestro tiempo. Nos ofrece una base objetiva y fundamentada que permite un sistema moral homogéneo y universal, válido para todos los seres humanos independiente del tipo de sociedad y del momento histórico.

La persona humana, en el ejercicio de su libertad, ha de ordenar todos y cada uno de sus actos al fin que constituye su perfección y que está establecido en su naturaleza. Para ordenar sus actos humanos y alcanzar su fin, Dios ha establecido la ley o el orden que es necesario seguir.

Para el cristianismo, existen principios morales trascendentes arraigados en la conciencia. Tales principios están fuera de toda construcción humana, pero no son ajenas a la propia naturaleza del hombre.“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal […]. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón […]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” ( Catecismo de la Iglesia Católica, sobre la Conciencia Moral, 1776)

Siguiendo la cita expuesta, la base fundamental y objetiva de la moralidad a la cual los seres humanos deben ajustarse es la Ley Divina, que es independiente de la libre creación y voluntad humana. Además, está la Ley del Derecho Positivo que debería ser un reflejo de la Ley Divina y por último, encontramos a la propia razón y conciencia.

Así es que:

  • La ley moral no se la da el mismo hombre, sino que proviene de Dios.
  • El ser humano está obligado a seguirla si quiere asegurarse una vida buena.
  • Esta ley está inscrita en la conciencia de los hombres y más allá de las propias limitaciones, puede ser conocida y es accesible.

La Ley Moral Natural, según santo Tomás de Aquino, constituye la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios, por la cual y gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Se le llama ley natural porque todo ser humano está sujeto a ella ya que contiene sólo los deberes que son derivados de la misma naturaleza humana y porque su esencia puede ser captada por la luz de la razón sin ayuda sobrenatural. La moral es entonces una regla objetiva por la cual se puede discernir la maldad o la bondad de las acciones humanas.

El Papa León XIII en su Encíclica Libertas Praestantissimun expone claramente la importancia de la relación estrecha entre la Ley Moral y la libertad humana. Subraya que sólo a la persona humana le es dada a conocer y discernir los principios morales, ya que a diferencia de los animales, posee razón, voluntad y libre albedrío. El hombre es responsable moralmente de sus acciones y la ignorancia o falta de conocimiento no justifica actos contrarios a los principios morales. También reconoce que las normas que rigen el comportamiento moral son de naturaleza trascendentes, no pertenecen ni fueron creadas por la sociedad humana

«Este juicio establece no sólo lo que es bueno o lo que es malo por naturaleza, sino además lo que es bueno y, por consiguiente, debe hacerse, y lo que es malo y, porconsiguiente, debe evitarse. Es decir, la razón prescribe a la voluntad lo que debe buscar y lo que debe evitar para que el hombre pueda algún día alcanzar su último fin, al cual debe dirigir todas sus acciones. Y precisamente esta ordenación de la razón es lo que se llama ley….De este modo es la ley la que guía al hombre en su acción y es la ley la que mueve al hombre, con el aliciente del premio y con el temor del castigo, a obrar el bien y a evitar el mal. Tal es la principal de todas las leyes, la ley natural, escrita y grabada en el corazón de cada hombre, por ser la misma razón humana que manda al hombre obrar el bien y prohíbe al hombre hacer el mal» ( Encíclica Libertas Praestantissimun)

Así es que existe una finalidad o fin teleológico tanto de la Ley Moral como de las acciones humanas. Por el término teleológico se entiende a un adjetivo que denota la cualidad de indagar en el sentido último de la realidad, de la vida o de los seres. Se encarga de conocer o reflexionar con respecto al fin último de la existencia.

Ya en la antigüedad, el filósofo griego y pagano Aristóteles en su Ética a Nicómaco,principalmente se dedicó a elaborar una Ética de carácter esencialmente finalista y eudemonista. Es decir, para este filósofo toda acción humana está orientada a algún fin y está unidad indudablemente con la búsqueda de la felicidad.

Por todo lo expuesto, afirmamos que la vida humana debe necesariamente tender a la búsqueda y a la contemplación de la verdad moral y la realización del bien. Por otra parte, la vida tanto individual como social debe estar dirigida por la razón. Y es por medio de ella que toda persona o sociedad se vuelve virtuosa. Por medio de la razón y su uso correcto, sin engaños ni falsos sofismas, es factible acceder a la objetividad de la verdad y el sentido moral de la vida.

Tal como lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica, la conciencia moral comprende la percepción de los principios de la moralidad, su aplicación a las circunstancias concretas mediante un discernimiento práctico de las razones y de los bienes, y en definitiva el juicio formado sobre los actos concretos que se van a realizar o se han realizado.

Está en la persona humana la capacidad de discernir su comportamiento en base a los principios morales, ya que permanecen en su propia conciencia. Con su libre albedrío es responsable de sus acciones, más allá del error y de la concupiscencia. Básicamente, el bien moral es lo que le conviene al hombre y el mal es todo aquello que no le conviene. Con el bien moral, el hombre agrada a Dios, se perfecciona, e incluso se vuelve más humano. Con el mal ,todo lo contrario, se aleja, se vuelve contrario a un Dios amoroso que lo busca constantemente para que goce de la vida eterna.

Por otra parte, involucra siempre al resto de la sociedad, esto es, a Otro. Hacer el bien implica desde lo social una relación con otras personas. Así es que llegamos al concepto de Bien Común.

Pero volvamos a Aristóteles, para este filósofo griego el hombre es un ser social por naturaleza ya que necesitamos de los otros para sobrevivir. Según Aristóteles se «es» en tanto se «co-es». Esto significa que cada hombre posee una dimensión individual que desarrolla su personalidad o su «ser», y que dicha dimensión está integrada en la dimensión social del hombre, para la convivencia en comunidad desde que nace, resultando coexistencia.

A lo largo de su obra filosófica Política,Aristóteles afirma que el hombre es un ser social y político. La sociabilización es la naturaleza del hombre. Según este filósofo, la familia es la primera comunidad o sociedad y posteriormente genera una sociedad en el seno de la cual satisfacer sus necesidades (polis).

Pero en la ya mencionada Ética a Nicómaco, en el primer libro se preocupó por dar una respuesta profunda sobre la finalidad del ser humano. La respuesta que da es que todo individuo persigue lo que él denominó la eudaimonia (buen espíritu) que comúnmente se ha traducido como felicidad. Sin embargo, aunque la búsqueda de la propia felicidad es un fin bueno y noble, es mucho más elevado perseguir la felicidad de todos.

2-El Bien Común y el Orden Social.

Aquí llegamos al punto de definir el Bien Común o como acabamos de mencionar la felicidad de todos. Es la Doctrina Católica y en particular su Doctrina Social que se ocupa de exponer este concepto.En el documento del Concilio Vaticano Ii Gaudium et Spes (Concilio Vaticano II, 1965: 74), se afirma que el bien común es el conjunto de aquellas condiciones de la vida social con las que los hombres, familias y asociaciones pueden lograr más plena y fácilmente su perfección.

El Papa Pío XII en su Mensaje Navideño de 1942, nos decía que un sano concepto del bien común es aquel que tiene la capacidad de abarcar a todo un conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección.

Por otra parte, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en su Tercera Parte referida a la comunidad humana, el concepto de bien común no consiste en una suma de los bienes particulares de cada individuo que compone el cuerpo social. Es de todos y de cada uno, es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Entre ambos bienes ( el bien particular y el bien común) existen relaciones y fundamentalmente condicionamientos, pero esto no implica necesariamente oposición o alguna forma de opresión de lo común a lo particular. Es por ello, que el bien particular no se consigue si no se orienta al bien común, y el bien común se realiza alcanzando el bien particular de cada uno. Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral.

Para Santo Tomas de Aquino el bien común es el fin de las personas singulares que existen en la comunidad, como el fin del todo es el fin de las partes. Sin embargo, el bien de una persona singular no es el fin de otra.

El bien común tiene una dependencia directa de la Ley de Dios y de la naturaleza humana. Ambas naturalezas son objetivas e inmutables, entonces el bien común es de carácter permanente y en su sustancia no está sujeto a cambios. Por ende, las concepciones sobre el bien común en su sustancia no pueden cambiar.

Santo Tomas de Aquino perfecciona la teoría aristotélica afirmando que la perfección y la felicidad deben necesariamente ser accesibles a todos y no es privilegio de un grupo social determinado. Nos manifiesta que el orden moral es obligatorio y es querido por Dios, creador y legislador de la naturaleza humana. La perfección humana consiste en acercarse a Dios, fin último y objetivo del hombre, por medio de la práctica de las virtudes morales.

De ahí que sea importante determinar cuál es la norma de moralidad a la que se deben ajustar las acciones humanas. Sólo conociendo la norma o regla moral podrá saber el ser humano cuándo sus actos son morales o inmorales, cuándo contradicen lo dispuesto por Dios para llevar una vida buena y virtuosa.

Existe una relación significativa entre los principios morales y el orden social. Ya dijimos que estos principios son de naturaleza trascendente y sirven como guía de conducta tanto individual como colectiva. También mencionamos que el ser humano es un ser sociable por naturaleza, no puede vivir aislado y toda concepción individualista de lo social constituye un grave error y es anti-natural. De ahí que es imposible pensar un orden social justo alejado de los principios morales trascendentes.

Lamentablemente la secularización y el subjetivismo religioso ( consecuencia del liberalismo) hicieron que se niegue la existencia de una moralidad trascendente y objetiva. Lo que se impone hoy en día es una concepción relativista de todo lo moral, como ya hemos dicho al principio de este artículo.

Para expresar la concepción católica basta con exponer lo que especifica el Papa León XIII en Sapientiae christianae del 10 de enero de 1890. «La sociedad no ha sido instituida por la naturaleza para que la busque el hombre como fin, sino para que en ella y por ella posea medios eficaces para su propia perfección. Si, pues, alguna sociedad, buscase sólo las ventajas materiales y el culto de la vida de lujo y la abundancia y se ignorase a Dios o se menospreciase las leyes morales, se desvía lastimosamente del fin que su naturaleza misma le prescribe, mereciendo, no ya el concepto de comunidad o reunión de hombres, sino más bien el de engañosa imitación y simulacro de sociedad».

Siguiendo a lo planteado por el Papa León XIII, el fin último de la sociedad es la persona humana en su totalidad, tanto en los aspectos materiales como espirituales. Un enfoque social orientado solamente en cuestiones materiales, sólo hace foco en una visión reducida de las dimensiones de la humanidad. El enfoque materialista y sus diversas manifestaciones ideológicas, reducen al hombre como un simple elemento de un engranaje social. Lo reducen como miembro de una clase social o como un constructo social. Negando su naturaleza espiritual y su llamado a la transcendencia.

En síntesis, un orden social acorde a la naturaleza objetiva de la persona humana implica necesariamente que su fundamento sea la Doctrina Católica. Negar la existencia de tal fundamento es caer en un vacío relativista, en un nihilismo social. Y es precisamente lo que ocurre en la actualidad; Las ideologías contemporáneas anularon prácticamente a la perspectiva cristiana de la vida social. Estamos ante una época de vacío espiritual pronunciado, con profundas crisis sociales y la reducción de la persona humana a una «clasificación» absoluta.

Es por ello que resulta necesario reencontrarse con el cristianismo, a fin de volver a recuperar la dignidad objetiva de la persona humana y transformar así el orden social vigente.

Leonardo Olivieri

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Author: Leonardo Olivieri
Tradicionalista Catolico, Licenciado en Ciencia Potitica por la Universidad de Buenos Aires, posgrados en ecomonia e integracion regional. Además músico.