Por qué la persecución religiosa

Los sucesos de persecución religiosa contra los cristianos siguen dándose  en la actualidad, en este primer cuarto del siglo XXI, en este mundo que parecía que la Ilustración y la Razón iban a conducir a esa “Paz Perpetua” de la que habla Kant. Siguen dándose con un resultado escalofriante de muerte y destrucción y con el silencio (no sé si cómplice, pero  sí cínico) de los medios y la opinión pública de los países  de nuestro entorno y de los gobiernos de  esos países, en algunos de los cuales el Cristianismo está  desapareciendo. 

Sin embargo, el fenómeno no es nuevo. Desde los tiempos de Diocleciano  y Nerón, hasta la persecución religiosa en España en los años 30, pasando por las sangrientas revoluciones francesa, rusa o mexicana, parece que este estigma acompaña a la Iglesia desde siempre, como algo que le es constitutivo; como se diría en términos sociológicos, estructural.

Nos preguntamos  por cuáles son las raíces de la persecución religiosa, a qué causas obedece este fenómeno. Pueden aducirse razones históricas, sociológicas, económicas; razones, por llamarlas de alguna manera, externas. Pero quiero apuntar  aquí a las razones internas: ideológicas, morales, las que suponen actitudes personales. Una situación de carencias materiales y de postración social, de desigualdad y pobreza (argumento que usan algunos historiadores que quieren explicar y justificar la persecución en la España de los 30)  puede, en última instancia, influir pero no determinar la persecución y el asesinato de personas por motivos religiosos.

Late en este fenómeno un odio más a ideas y a instituciones que a personas concretas; un odio “impersonal” o despersonalizado; una honda disfunción moral, un mal de tupidas raíces que impele a una reflexión un tanto dramática, porque el mal  siempre nos sorprende y nos muestra su aspecto de irracionalidad y absurdo.

Encuentro un foco que puede arrojarnos  un poco de luz sobre este problema en un texto del primer tomo  del  libro de Benedicto XVI Jesús de Nazaret. En el capítulo dedicado al bautismo de Jesús (págs. 33-34 de la edición española) hay una referencia a los dos orbes: el político-civil y el religioso (Dios y el César), que, desde el punto de vista cristiano, están llamados a convivir cada uno desde su autonomía. Pero, dice el papa Ratzinger, “si el Imperio se considera a sí mismo divino”, como lo da a entender la figura del emperador Augusto proclamándose Salvador de la Humanidad, entonces, situado en esta encrucijada, el cristiano “debe obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch, 5, 29) y puede llegar al extremo de convertirse en mártir.

Desde el antiguo Imperio de Augusto a los modernos totalitarismos hay distancia cronológica, pero el mecanismo que los sustenta es el mismo: la ideología se endiosa a sí misma. Este endiosamiento le lleva, en efecto, a una pulsión totalitaria que le impulsa a hacerse dueña del todo el espacio (no sólo físico, sino vital). Hacerse dueña de la gestión de la cosa pública, pero también de la conciencia de los ciudadanos, sus costumbres, valores, creencias, mitos. Ese afán totalitario es, por su propia naturaleza, insaciable (no conoce límites) y excluyente (no reconoce adversarios). La ideología que así piensa y actúa no permite que ninguna otra instancia ocupe su espacio. Si esto ocurre, la expulsa de allí con violencia. El Cristianismo, al reconocer la autonomía de las realidades temporales y reclamar para sí un espacio propio donde actuar con libertad e independencia, tiene que chocar necesariamente con estos nuevos Leviatanes, que mueven su aparato de poder con una fuerza ciega y terrible.

No es casualidad que los grandes totalitarismos del siglo XX (Nazismo, Fascismo, Comunismo) sean movimientos anticristianos. Los dos primeros, buscando sus fundamentos  axiológicos en el mundo precristiano y en la mitología pagana; el último, basándose en un materialismo histórico, que en la negación de la trascendencia del hombre tiene una de sus claves.  No quiere decir esto que el Liberalismo, como supuesto antídoto de estas ideologías, se convierta en un aliado del Cristianismo. Todo lo contrario. En el mundo occidental y democrático puede que la confrontación sea incruenta, pero no menos  efectiva. ¿Qué decir de movimiento Woke, del Transhumanismo, de todas estas fuerzas empeñadas en enterrar la ley natural y el concepto mismo de hombre? Estos movimientos son mutaciones del virus liberal, del individualismo y el subjetivismo. Y, por otro lado, la persecución (ésta sí cruenta y sangrienta) de otras religiones (Islam, Hinduismo) en zonas de África  y Asia, con el propósito no ya de limitar la influencia de los cristianos, sino de extinguirlos (lo que entendemos por “genocidio ”).

En todos estos movimientos, en todas estos lugares y épocas,  la semilla del totalitarismo excluyente, que parece inherente a cualquier ideología,  provoca el fruto de la persecución y el martirio.

Tomás Salas

Te invitamos a leer en nuestra página todos los artículos de: Tomás Salas en MR

Te recomendamos el canal de Gilmar: Gilmar Siqueira profesor


*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.

 NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB

Marchandoreligión  no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:

  • Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
  • La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor
Author: Tomas Salas
Álora (Málaga), 1960. Profesor de Lengua, Doctor en Filología Hispánica. Estudios no terminados de Teología en el centro de Formación Teológica de la diócesis de Málaga. Libros: Ortega, teórico de la novela (Universidad de Málaga), Márgenes (poemas, en Corona del Sur), la traducción bilingüe del poema A los mártires españoles de Paul Claudel (Madrid, Ediciones Encuentro); coordinador del libro Laura Aguirre, una vida para los demás (en Álora, Imprenta Castillo), Un mundo al revés. Artículos sobre religión y sociedad (Credo Ediciones). Articulista de opinión en prensa y en webs, autor de estudios y ensayos. Interesado en el mundo de la religiosidad popular y las cofradías, ha participado en numerosos actos y congresos en este campo. En 2018 el Obispo de Málaga le asigna la tarea de postulador de la causa de beatificación de Laura Aguirre Hilla, la Señorita Laura. En su Twitter se define brevemente: Profesor de Lengua, lector, escribidor y opinador; curioso de todo y experto en nada.