Con dicho título ha sido publicada, en idioma inglés (A critique of Gender Theory, Gergely Szilvay, Center for Fundamental Rights, Budapest, 2022), una obra que pretende ser comprehensiva de los diferentes aspectos implicados por esta odiosa ideología.
El Dr. Szilvay, historiador y periodista de profesión en www.mandiner.hu, califica su libro, a modo de subtítulo, como “reflexiones sobre la Revolución Antropológica del Feminismo al Transgenerismo”.
El primer capítulo describe la teoría de género. Su antecedente inmediato es la filosofía falsa de Simone de Beauvoir, amante del existencialista Jean-Paul Sartre, la cual escribió en 1949 que “una no nace, sino que se hace mujer”. Seis años más tarde, el psicólogo neozelandés afincado en los Estados Unidos John Money, de costumbres sexuales aberrantes, empezó a utilizar el término “género” en lugar de “sexo”, para significar que el elemento primordial al determinar la alteridad hombre/mujer no es biológico, sino social. En realidad, el autor nos explica que los primeros precursores de la teoría pueden considerarse Descartes y Kant, al haber separado radicalmente, como dos sustancias, el cuerpo y la personalidad.
El éxito de esta ideología se produce en el contexto histórico de la crítica política anti-católica iniciada por el inglés John Locke, seguida del marxismo en el siglo XIX y el post-modernismo en el siglo XX. Según este movimiento, el lenguaje no refleja la realidad, sino que la distorsiona, como hacen igualmente la tradición, la costumbre y la sociedad. El homosexual Michel Foucault defendía la existencia permanente de relaciones de poder inherentes al lenguaje. En tal cosmovisión, hablar de hombres y mujeres tiene una finalidad de sometimiento de éstas por aquéllos.
En oposición a dichas ideologías, la filosofía cristiana enseña que la naturaleza tiene una finalidad, un sentido, una función. Tal finalidad fue negada por Bacon y Descartes, abriendo paso así, desde la confusión científica, al liberalismo filosófico. Siguiendo a Aristóteles, la doctrina católica enseña que hay un uso propio y uno impropio de la naturaleza, esto es, aquél que se separa de su finalidad. Para los católicos, la naturaleza, creada por Dios, es conocida por nosotros; no así para los modernos, quienes sostienen que es creada por el hombre.
El tercer capítulo discute el carácter binario del sexo frente al no binario de la teoría de género. Ya Freud analizó la psique supuestamente multisexual del niño, preparando el terreno para el bisexual Alfred Kinsey. Este zoólogo decidió meterse a psicólogo y desarrolló una escala de seis para definir las diferentes orientaciones sexuales, siendo 0 completamente heterosexual y 6 completamente homosexual. Pasó entonces a estudiar el porcentaje de la población adscrito a lo largo de la escala, con resultados harto caprichosos.
El capítulo siguiente estudia la institución del patriarcado. El catecismo nos enseña que la familia ha de seguir el modelo de la Sagrada Familia, dirigida por el patriarca san José. Tras el feminismo y la teoría de género, el patriarcado adquiere connotaciones intolerables. Otro término predilecto de las ideologías feminista y de género es el de “sexismo”, “sexista” o “estereotipos sexistas”, consistentes fundamentalmente en juzgar a una persona en función de su sexo cuando éste no es relevante. Fueron creados por las estadounidenses Pauline Leet y Caroline Bird en los años sesenta. Se percibe una vez más en ellos un desprecio por las diferencias sexuadas procedentes de la misma realidad.
Sentadas estas bases, los defensores de la teoría de genero han pasado a solicitar su “transversalización”, lograda tanto en Norteamérica como en la Unión Europea; resiste, frente a esa tendencia claramente dominante, Rusia. Toda relación entre hombres y mujeres occidentales se convierte en dudosa y problemática. Al enfrentar a hombre y mujer entre si, la generalización y aplicación de la teoría de género a todos los ámbitos de la vida niega el papel complementario de los sexos y erosiona la institución familiar. Sin embargo, el dominico francés del siglo XIII fray Vicente de Beauvais afirmaba que “la mujer no es ni amante ni sirviente del marido, sino su compañera”. La problematización de las relaciones entre sexos llega a considerar como problemático el embarazo en la mujer, ocultando las dificultades inherentes a la práctica del aborto voluntario.
(Continuará)
Miguel Toledano
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