Pico della Mirandola, pensador postmoderno

Pico della Mirandola es una de las figuras más apasionantes, controvertidas y sugerentes de ese magnífico momento de la cultura occidental que llamamos Humanismo renacentista. Su breve vida (1463 – 1494) fue escenario para desempeñar muchos papeles: aristócrata,  aventurero, estudioso erudito, figura destacada del quattrocento, donjuán (raptor de la esposa de un Médicis), monje dominico y hereje condenado y luego absuelto. Hay momentos en los que se acerca a la más alta espiritualidad y otros en los que expone ideas abiertamente heréticas.

En 1486 publica en Roma su libro Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, conocido como Las 900 tesis. Teóricamente esta obra estaba destinadas a ser discutida por los   doctos en  Roma con el fin de llegar a un acuerdo pacífico entre las distintas doctrinas para lograr una doctrina moral universal que trajera la concordia a los hombres. Ese proyecto se vino abajo, pues algunas de esas tesis eran de dudosa ortodoxia y su autor fue condenado por herejía, aunque luego rehabilitado.

Para esta obra el ferrarés escribió una introducción titulada  Oratio de hominis dignitate,  conocida en las traducciones españolas como Discurso sobre la dignidad del hombre[1]. Este breve texto se ha convertido con el tiempo en su obra más conocida. Texto de intuiciones geniales, apasionado, pero abigarrado,  heterogéneo. Su erudición es grande y,  a la vez,  un tanto confusa, y divagatoria. Lo mismo cita algún fragmento de la Biblia o de la filosofía clásica, que  uno de la Cábala o del Corán o de la tradición hermética, mezclándolos y  estableciendo entre ellos forzadas relaciones.  

Su lectura resulta hoy curiosa y  un poco disparatada, pero me ha llamado la atención la actualidad de algunas de sus ideas y planteamientos. Llamar “postmoderno“ a Mirandola puede parecer una boutade, sin embargo en la lectura de este opúsculo he encontrado algunos rasgos que me parecen propios de esta época  en la que esa Modernidad, que comienza  con la Ilustración, hace aguas  y da paso a algo que, a falta de otro nombre, algunos teóricos han llamado “Postmodernidad“. 

Un rasgo muy actual es concebir la sabiduría, que tiene que dar como consecuencia el bien común y la paz, como una amalgama de distintas aportaciones (Cristianismo, Islam, judaísmo, filosofía esotérica, magia, filosofía clásica) todo en una mezcla un tanto revuelta y desordenada, en un conjunto falto de estructura y carácter orgánico. Lejos queda ese mundo ordenado y jerárquico de la Escolástica, que está tan bien reflejado en la obra de santo Tomás. Tampoco tiene relación directa con lo que va a ser, siglos después, el discurso ilustrado, en el que la Razón, las Luces se oponen a las fuerzas oscuras de la ignorancia y la superstición. En ambos está muy clara la distinción entre verdad y lo que no lo es.  En el pensamiento de Mirandola, extraordinariamente creativo, pero bullicioso y desordenado, parece que todo lo que venga del hombre sirva a la verdad y al bien, en una actitud de optimismo antropológico evidentemente alejada del Cristianismo que, para él, es como el océano donde vienen a confluir todas estas aguas. Conceptos tan actuales como “multiculturalismo“ y  “postverdad“  resultan aplicables a las ideas del texto.

Por ejemplo, Mirandola cita la famosa frase del Evangelio de Mateo “Venid a mí, vosotros que estáis cansados (…) y os otorgaré que no puede daros el mundo ni la naturaleza“. Luego sigue: “respondiendo a estos suaves llamados, con los alados pies de Mercurio, volaremos hacia los brazos del la beatísima madre“, para llegar a esa  “Mente celestial y única“, que es “la forma de amistad que los pitagóricos llamaron el propósito de toda filosofía“. Esta paz sublime y total “permite a los ángeles descender a la Tierra“ y a los hombres “ascender al cielo por ella y se vuelvan ángeles“ (pp. 49-50).  Esto es una muestra el estilo de nuestro autor. Comienza con una referencia evangélica,  pasa a la mitología romana y deriva al campo de la filosofía presocrática, para terminar con la idea cristiana de los ángeles, pero expuesta de  un forma personal  y  nada ortodoxa.

La verdad, por tanto, no es  exclusiva de una sola doctrina. “Esta razón -escribe- me ha llevado a presentar las conclusiones no de una doctrina única (…) sino de todas, de modo que de la apelación a varias escuelas y de la confrontación de diferentes corrientes nazca ´el fulgor de la verdad´ [expresión que toma de Platón]“ (p.81).

Todo esto sintoniza extraordinariamente con la actualidad. La verdad se convierte en un concepto superado, casi reaccionario. Cada cual tiene la suya que, más que una naturaleza gnoseológica, son impresiones, experiencias de un momento. La fin des grands récits, en la expresión de Jean-François Lyotard . Los grandes relatos se rompen y se atomizan en pequeños fragmentos dispersos. Atomización del conocimiento, subjetismo, nihilismo, postverdad.

Hay otra idea que me parece de gran actualidad. El autor relata cómo Dios va construyendo el universo, siguiendo el relato del Génesis. La región celeste, los animales, las plantas; todas las cosas las va creando, dice el autor, según su “arquetipo“, su modelo (lo que luego la Filosofía llamaría “esencia“ o “naturaleza“). Pero, después de crear todas esto, “deseaba que hubiese alguien que pudiese comprender la razón de una obra tan inconmensurable“ (30). Sin embargo, no quedaba ningún arquetipo sobre el que hacer a esta nueva criatura. El Creador le permite que él elija su propio arquetipo: “No te he dado, oh Adán, un lugar definido, un particular aspecto ni, desde ya, una prerrogativa peculiar. Esto persigue el objetivo de que tengas un lugar, un aspecto y las deferencias que conscientemente elijas (…) La naturaleza definida de los otros seres está constreñida  por las precisas normas que he prescrito. Sin embargo tú, no limitado por carencia alguna, la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado“ (32). El hombre se valora hasta un punto tan extremo, que se amplía el ámbito de su poder hasta el límite: puede autocrearse a sí mismo como Dios lo crea todo. Se “endiosa“, ese el verdadero alcance de esta palabra. En el sentido religioso es el supremo pecado (“seréis como dioses“, Gn 3, 5). En un sentido moral y sociológico, incluso ideológico nos encontramos con la ideología woke y con todo este movimiento que al que se le llama “Transhumanismo“. Cada cual decide, no sólo en sus actos y pensamientos libres, sino en su naturaleza. No existe, por tanto, una naturaleza independiente y previa a la persona. Se diluye el concepto de “Ley Natural“, tan importante en el Cristianismo[2].

Esa es la ideología que cristaliza en la legislación de muchos países, que permite, por ejemplo, a un ciudadano elegir su género  o abrir el concepto clásico de familia a nuevos modelos.

¿Podría haber en el Humanismo renacentista, al que tanto debemos culturalmente, en su actitud de tomar distancia del concepto cristiano de persona, semillas que luego han ido germinando para dar lugar al Transhumanismo? ¿Tiene el Transhumanismo su origen en el Humanismo laico?

Tomás Salas


[1] Uso la edición de Buenos Aires, longseller, 2023, traducción y prólogo de Antonio Tulián.

[2] Sobre este tema, véanse mis artículos:

– “Ley Natural“, en  https://www.eldebate.com/opinion/tribuna/20240804/ley-natural_217826.html

-“La batalla ingente del Rehumanismo,   en    https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=49795

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Author: Tomas Salas
Álora (Málaga), 1960. Profesor de Lengua, Doctor en Filología Hispánica. Estudios no terminados de Teología en el centro de Formación Teológica de la diócesis de Málaga. Libros: Ortega, teórico de la novela (Universidad de Málaga), Márgenes (poemas, en Corona del Sur), la traducción bilingüe del poema A los mártires españoles de Paul Claudel (Madrid, Ediciones Encuentro); coordinador del libro Laura Aguirre, una vida para los demás (en Álora, Imprenta Castillo), Un mundo al revés. Artículos sobre religión y sociedad (Credo Ediciones). Articulista de opinión en prensa y en webs, autor de estudios y ensayos. Interesado en el mundo de la religiosidad popular y las cofradías, ha participado en numerosos actos y congresos en este campo. En 2018 el Obispo de Málaga le asigna la tarea de postulador de la causa de beatificación de Laura Aguirre Hilla, la Señorita Laura. En su Twitter se define brevemente: Profesor de Lengua, lector, escribidor y opinador; curioso de todo y experto en nada.