«Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”.» Jn 2, 3
¿Por qué el hombre es superficial? ¿Por qué evitamos en la mayoría de las veces entrar dentro nuestro para conocer las raíces de nuestras tristezas, angustias y miedos paralizantes?
Muchos católicos viven oprimidos por nuestros enemigos, el mundo, el demonio y la carne, puesto que éstos infectan las heridas cualquiera sea su gravedad, porque al igual que las enfermedades y traumas del cuerpo, también las enfermedades y traumas afectivos/psicológicos, tienen diferentes “tamaños” o gravedad… Yo suelo decir, por ej que no es lo mismo una quemadura de primer grado en la mano, que una en todo el torso y de tercer grado. Para la primera va a hacer falta sólo un poco de pomada, mientras que para la segunda muchos días en la unidad de quemados, quizá también operaciones, dolerá muchísimo más y el enfermo y su familia es de esperar que clamen más fuerte a Dios, médico de las almas y los cuerpos.
Y lo que quiero en este escrito subrayar, es que éstos enfermos demandarán más atención, y la pregunta es ¿La reciben?
«Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante a mi parecer sin considerarlo, sino de presto esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira»
Moradas 6, 10 Santa Madre Teresa de Jesús.
En otra parte de sus escritos, la Santa Madre dice cuán importante es entrar dentro de uno y conocer, tocar nuestras miserias. Está claro, no hay manera de limpiar si no dejamos que la luz del Espíritu Santo entre en todas nuestras habitaciones, para que con la gracia de Dios y muchas veces una buena ayuda en la Dirección Espiritual y en la psicoterapia, cazar todos los demonios y alimañas que nos chupan las fuerzas vitales. Sabemos que vale todo la pena con tal de vivir ya aquí la bienaventuranza que Dios nos tiene preparada para los aguerridos, en el Cielo.
«Estimo, pues, que esos padecimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros»
Rm 8, 18
La razón por la cual muchos heridos de desamor desde los primeros años de vida o de la infancia creo yo consciente o medio inconscientemente, se resignen a vivir una fe pobre y estén siempre a la defensiva y dependientes de los muros y armaduras que sirvieron para sobrevivir pero una vez pasado el peligro sean asfixiantes y muchas veces no dejan vivir ni a la persona ni a su entorno, es en primer grado por una ausencia de pastoral eclesial dedicada a esos heridos de guerras, que la mayoría de las veces suceden dentro de las paredes de los hogares y también por una catequesis superficial que no tiene la fuerza de la conversión, de manera que lo demos todo por Cristo, que vale la pena pasar por Él mil batallas, para ir llegando al olvido de si…
Olvido de lo criado,
memoria del Criador,
atención a lo interior,
y estarse amando al Amado.
Santo Padre Juan de la Cruz.
Gabriela Gorkin
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Nuestra recomendación exterior: Las moradas
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