Nuestro compañero Miguel Toledano se adentra en la lectura del libro de Andrés García-Carro y nos trae la reseña literaria de su última obra.
Un artículo de Miguel Toledano: «Reflexiones a la luz de la Fe»
Hablar del escritor católico Andrés García-Carro remite inevitablemente a Pascal, aunque, a diferencia del célebre jansenista galo, en el español brilla la ortodoxia más clásica. Pero su último libro “Reflexiones a la luz de la Fe y doce poemas religiosos” (Letrame Editorial, 2018) vuelve a cultivar, a lo largo de toda su primera parte, la misma forma del autor de los “Pensamientos”, esto es, breves reflexiones alumbradas siempre por el conjunto de creencias que conforman la religión católica o, más propiamente, por la revelación divina según el modo propuesto por la Santa Iglesia romana.
El estilo no es, ni mucho menos, afrancesado. Al contrario, predomina de principio a fin el castellano más azorinesco de sujeto, verbo y predicado. Cuando se trata de religión, ya sea en prosa o en verso, nuestra lengua española es ideal, quizás sólo superada por el latin o el griego, para no desviarse en florituras más o menos inútiles y expresar, con el solo rigor de la idea y la palabra, el modelo austero, casto y obediente que caracterizó siempre al cristiano hispánico, esa especie en peligro de extinción desde la transición democrática de 1976.
Yo me precio de añadir esta joya a las ya ocho con que cuenta mi biblioteca de Alcalá de Henares, obra del mismo autor. Y como tal joya pienso tratarla aquí, apreciando todos sus vértices y todos sus destellos y todos sus matices. Si el bibliófilo gusta de poseer primeras ediciones, privilegio del bibliófilo católico ha de ser contar con la primera edición de un texto que coadyuva a la salvación de las almas, incluida la del servidor de estas líneas. Enhorabuena a la editorial Letrame por este trofeo que tanto bien ha de hacer a sus destinatarios y esperemos que sean muchas más las reflexiones dadas a la imprenta por García-Carro.
La figura de Andrés como artista del catolicismo dialéctico no es ya nueva. En el erial de España posterior a la muerte de Franco, sobresalen los pocos cruzados que se atreven a retomar la Tradición perdida y, con “Católico ergo antiliberal”, “De mal en Rajoy”, “Contra la demoniocracia”, “Por Dios y por España” y “Un aguafiestas en la fiesta de Satanás”, el ensayista coruñés ya había proclamado, en fondo y forma, el Evangelio aplicado a nuestra realidad contemporánea. Otros lo hacen de modo semejante, no cabe duda, pero no con la misma combinación de claridad, valentía y talento.
La contraportada, como el mismo título, refleja con honradez y precisión lo que el afortunado seguidor del tratadista y poeta se encontrará en cuanto abra las páginas que aguardan el encuentro entre el creador y su público, lo que, en este caso, constituye por analogía una aplicación práctica del dogma esperanzador de la comunión de los santos. Lector, disfruta y pon en práctica las enseñanzas que contigo comparte este campeón de la Causa, y con esa unión intelectual de fines y medios se realizará, si Dios quiere, el bien de ambos, que es bien superador del bien particular de cada uno, porque redunda además en la gloria de Dios y en el bien de las realidades superiores a los dos sujetos, creador y lector, siendo buena la materia sobre la que ambos actúan en el ámbito respectivo de su estado.
Mi ejemplar goza además de la incrustación única de una dedicatoria personal a cargo de mi admirado amigo, que precede a la dedicación del libro al P. Luis María Canale. Hasta el momento no me ha sido concedido el privilegio de conocer al P. Canale, pero uno de los poemas de la segunda parte del libro le está precisamente dedicado, lo que nos permite saber por referencia de las cualidades de grandeza del sacerdote argentino: ponderación, buen humor, cercanía y ausencia de afectación.
Por este orden, las “Reflexiones” de Andrés abordan los siguientes asuntos clave: doctrina, práctica de la doctrina, Fe, razón, confesión, pecado incluido el de lujuria, el Rosario, la vida y la muerte, la santidad y la salvación, el amor -y el odio-, la amistad, la verdad, el juicio al prójimo, la felicidad, la mujer (con dos párrafos humorísticos dedicados a las señoras tontas y a las feministas), homosexualidad, libertad de expresión, liberalismo, pena de muerte, ateísmo y, por segunda vez y como colofón, verdad.
Una alabanza y una crítica: Es de agradecer y constituye signo de buen escritor católico la ausencia absoluta de citas de heterodoxos; cuántas disertaciones estropeadas, cuántos homenajes chafados con referencias a Napoleón, a Ortega o a Unamuno, como no sea para ponerles en su sitio. Las alusiones a la ponzoña me recuerdan a los alemanes en el vestir, a saber, bajo un traje de Hugo Boss aparecerán impasibles unos calcetines del Pato Donald. Andrés no sólo no cae en la trampa sino que advierte a jóvenes que quisieran continuar su escuela: Escritor católico, bebe en las fuentes del agua cristalina y no te mezcles con la confusión de la modernidad importada, para no salir contaminado. Y ahora la crítica: salvo error de quien suscribe, no recuerdo en el texto defensa alguna del carlismo, mientras que un español mínimamente ilustrado que reflexiona a la luz de la Fe, como es el caso, no debe hacerlo fuera del paraguas del tradicionalismo social y político, con expreso reconocimiento de la doctrina vieja, para la reconstrucción del Reinado de Nuestro Señor en la Patria.
La segunda parte, de mayor brevedad, recoge una serie de poemas, a cual más inspirado, con dos vectores fundamentales: el acceso a la salvación y la imitación de los santos. La gracia, la contribución de las causas segundas, la contemplación, el combate al enemigo y la ascesis se intercalan con Nuestra Señora de Fátima, San Sebastián, San José, San Pedro y San Pablo, Santa Ana y San Agustín, que escoltan al P. Canale ya citado, elevado así a la devoción privada; una auténtica galería literaria de teclas blancas y negras, de tonos mayores y menores, en una ferviente rapsodia de la soteriología.
Hemos empezado recordando a Pascal e igual cumple despedir las “Reflexiones”. Me dicen que el Papa ha sugerido la posible beatificación del famoso apologeta de Port-Royal. Ya veremos. Pero si algún día no lejano sube el matemático a los altares menores con Chaminade y Foucault, quizás otro día, que nosotros no conoceremos en este mundo, puedan ser elevados tres escritores hispánicos de heroica pluma: el Filósofo Rancio del siglo XIX, el P. Sardá del siglo XX y Andrés García-Carro del siglo XXI.
Miguel Toledano
Domingo de Quincuagésima
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