Para algunos católicos pareciera que la «Liturgia de la Palabra» en la Misa fuera la parte principal y se les olvida que la «Palabra de Dios» es el mismo Cristo presente en el Sacramento del Altar
¿Por qué la “Palabra de Dios” para los católicos no solo es la Biblia, sino principalmente, el mismo Jesucristo?, por Peter Kwasniewski para LifeSiteNews.
En algunas parroquias que celebran la Misa en el moderno rito papal de Pablo VI, algunas veces llamado Forma Ordinaria o del Novus Ordo, la parte denominada «Liturgia de la Palabra” consiste en dos lecturas, un salmo, el aleluya, el Evangelio, una homilía que explica las lecturas, el Credo y la Plegaria de los Fieles. Esto cubre un considerablemente espacio de tiempo, más que la parte de la llamada «Liturgia de la Eucaristía”, particularmente cuando es escogida la plegaria eucarística más breve, la segunda.
Podemos decir en general que esto es un desafortunado estado de cosas. Desde un punto de vista experimentado esto pudiera parecer como si un mensaje subliminalmente estuviera siendo transmitido, o quizás, explícitamente: que la Misa es principalmente para escuchar la lectura de las Escrituras y su explicación, y que la Sagrada Eucaristía es una atracción añadida, una especie de cursiva o punto de exclamación agregado al negocio central.
Cuando esto sucede estamos viendo nada menos que una total inversión del orden y de la proporción propia de las dos partes básicas de la Misa.
No estaría lejos de la verdad llamarlo Protestantización. Para los Protestantes, la “Palabra de Dios” es un texto escrito en un libro que ellos estudian detenidamente en sus “devociones». Van a la iglesia, escuchan las lecturas, escuchan la prédica sobre eso y se devuelven a sus casas, como si este libro fuera el lugar de la alianza con Dios. Pero esto no es lo que Jesús en realidad nos dijo:
“Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que se derrama para vosotros”.
Lucas 22, 20
La nueva alianza es algo que tiene su existencia en la forma de un banquete sacrificial. Cuando nosotros tomamos parte de Su carne y su sangre nos encontramos de modo más perfecto con Cristo mismo, de la manera que Él nos dejó.
Ante todo, La Palabra de Dios no es un libro, ni siquiera los Evangelios. La Palabra es el mismo Jesucristo:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era junto a Dios, y la Palabra era Dios… Y el Verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros lleno de gracia y de verdad
Juan 1, 1-14
La Liturgia de la Palabra (escrita) es en vistas a la Liturgia de la Eucaristía, en la cual la Palabra Encarnada, “por nosotros los hombres y por nuestra salvación” se entrega por nosotros, haciéndonos parte de su divinidad. El propósito de proclamar las Sagradas Escrituras en la Misa es para preparar a los fieles para la comunión con la Palabra, la fuente de la palabra escrita, aquel de quien las Escrituras dan testimonio.
La liturgia, sea la Santa Misa, el Oficio Divino o algún otro rito sacramental, no es un grupo de estudio de la Biblia, una oportunidad para sacar el Buen Libro y darle un poco de una bien merecida atención. Las Sagradas Escrituras son proclamadas con el fin de predicar a “Jesucristo y a Él Crucificado” (1 Corintios 2, 2). Esta es la razón de porqué en todos los santuarios católicos debidamente construidos el ojo es atraído hacia un prominente crucifijo, y si la liturgia misma está bien dispuesta, enfrentaremos en la misma dirección hacia el altar, al crucifijo, al ábside y al Oriente, todo lo cual simboliza a Cristo, que está en el altar, la Víctima, el Rey Celestial, el Oriente, que era, que es y que vendrá.
El objetivo de leer y de predicar las Sagradas Escrituras es la recepción de la Palabra, no la palabra escrita sobre un papel, ni siquiera la palabra interior escrita en el corazón, sino al Señor crucificado y resucitado que es “el poder y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1, 24) Louis Evely lo dice bien:
La palabra de Dios no solo revela, sino que actúa. Ilumina y transforma. Es sacramentalmente eficiente. Cada semana nos reunimos solemnemente a participan en la eficacia de una sola palabra de Dios. La verdadera palabra de la Misa no es la lectura de la epístola o del evangelio. Aquellas son una preparación para, una orientación hacia el misterio central.
La verdadera palabra de la Misa es hablada en el momento de la consagración.
“Jesucristo y a Él crucificado”: cuando el único totalmente suficiente sacrificio del Calvario es hecho presente en medio de nosotros por la consagración del pan y del vino sobre el altar, entonces El Verbo de Dios, concebido de la Virgen por el poder del Espíritu Santo, es “proclamado” en su realidad plena. El Verbo hecho carne, el pan de los ángeles, crucificado por nuestros pecados, resucitado por nuestra salvación.
Si la parte escritural de la misa no parece estar en plena continuidad con la parte Eucarística; si las lecturas y la homilía no son implícita o explícitamente ordenadas al misterio trascendente de la fe a punto de ser renovado sobre el altar y compartido por los fieles en su comunión mística con el Señor, entonces uno puede estar seguro que, en algún nivel, la naturaleza de la liturgia y sus partes no han sido entendidas o, peor aún, han sido a propósito distorsionadas a causa de una teología errónea.
En una correcta visión de las cosas, la Liturgia de la Palabra, o como alguna vez fue llamada y debería todavía serlo, la “Misa de los Catecúmenos”, o de aquellos que están siendo instruidos en el camino de la vida cristiana – es una antecámara, una promesa, una preparación, una labranza del suelo, un llamado a despertar y a estar atentos a la voz de Jesucristo, entonces así nosotros podemos estar listos para recibirlo en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
“He aquí el Cordero de Dios”: he aquí el único a quien las Escrituras proclaman en los Profetas y en los Salmos, en las Epístolas y en los Evangelios. Esta es la razón de porqué la segunda parte de la liturgia fue tradicionalmente llamada la “Misa de los Fieles”: la de aquellos que ya creen en las palabras de verdad. Quienes son bautizados en Cristo están listos ahora para recibir el Mysterium Fidei, el misterio de la fe, a Cristo mismo en persona, en la carne, en la gloria.
Peter Kwasniewski
Puedes leer este artículo en su original en inglés: https://www.lifesitenews.com/blogs/why-the-word-of-god-for-catholics-is-not-only-the-bible-but-more-importantly-jesus-himself
Para nosotros los católicos la Palabra de Dios no es solo la Biblia, sino el Verbo mismo, es Cristo que se hace presente en el altar. Si quieres profundizar más sobre la Santa Misa Tradicional no dejes de visitar nuestra página aquí:
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