Les proponemos la lectura del Salmo 2
2 Tú eres mi hijo
1 ¿Por qué se alborotan los pueblos paganos?
¿Por qué hacen planes sin sentido?
2 Los reyes y gobernantes de la tierra
se rebelan, y juntos conspiran
contra el Señor y su rey escogido.
3 Y gritan:
“¡Vamos a quitarnos sus cadenas!
¡Vamos a librarnos de sus ataduras!”
4 El Señor, el que reina en el cielo,
se ríe de ellos;
5 luego, en su ira, los asusta;
lleno de furor les dice:
6 “Ya he consagrado a mi rey sobre Sión, mi monte santo.”
7 Voy a anunciar la decisión del Señor:
él me ha dicho: “Tú eres mi hijo;
yo te he engendrado hoy.
8 Pídeme que te dé las naciones como herencia
y hasta el último rincón del mundo en propiedad,
y yo te los daré.
9 Con cetro de hierro destrozarás a los reyes;
¡los harás pedazos como a ollas de barro!”
10 Reyes y gobernantes de la tierra, entended esto,
¡aprended bien esta lección!
11-12 Adorad al Señor con alegría y reverencia;
inclinaos ante él con temblor,
no sea que se enoje
y muráis en el camino,
pues su furor se enciende fácilmente.
¡Felices los que buscan protección en él!
Salmo 2
Meditación sobre el Salmo 2. Un artículo deGonzalo J. Cabrera
Los reyes y gobernantes de la tierra se rebelan, y buscan librarse de las “ataduras” de Dios: es el drama del hombre moderno, con su concepción torcida de la libertad, que considera el pecado una legítima opción fruto de la auto-determinación humana. Desde esta perspectiva, toda ley natural y divina es un retroceso para el progreso humano, y debe ser removida.
En cambio, el hombre está hecho para Dios (San Agustín), y su auténtica felicidad no descansa en los bienes terrenos, sino en la Bienaventuranza eterna. Y ese debe ser el fin último de la política, tal como hace notar Fray Juan Márquez, en El gobernador cristiano: “No está la gloria del reino en ensanchar los límites, incorporar en sí la vecindad y hacer el pueblo numeroso, sino en conservar en todo su vigor la religión, mantener sin turbaciones la paz, desterrar la envidia, enseñar el temor de Dios, favorecer las letras, honrar la virtud y la sangre”.
La libertad negativa moderna es una potente tentación para el halago de las masas en los regímenes democráticos. Apunta Santo Tomás que “para castigo del pecado los impíos toman el poder por concesión divina”. Así, cuando el poder es tomado por los aduladores del pueblo, su propia tiranía es el castigo a los pecados de la nación. Castigo que cae sobre buenos y malos, pero del cual son responsables, no sólo quienes activamente procuran la apostasía de las naciones, sino también por quienes pretenden conciliar la religión con las ideas modernas, como bien sentenció el Syllabus. Aquellos llamados conservadores que consideran el lema “Dios y libertad” como el mejor para una res publica, queriendo o no, sea por mala voluntad o por grave negligencia, son cómplices de la estructura pecaminosa construida por las naciones que se han apartado de Dios. Ese lema es irrealizable sencillamente porque poner la libertad compartiendo el trono de Dios, es promover la libertad luciferina, que necesariamente termina apartando de Dios.
Recuerda el P. Pedro de Ribadeneyra, S.J., en El príncipe cristiano, que “los buenos reyes y príncipes han de alcanzar mayores y más excelentes premios de Dios que la otra gente”. Por el contrario, como recuerda el Salmo, de los malos, Dios se ríe, y sobre ellos cae su ira. “Adorad al Señor con alegría y reverencia”, manda Dios. Porque esa es la misión del gobernante cristiano: la paz es la Paz de Cristo, y no hay orden más perfecto que el conformarse con la voluntad de Dios, que se manifiesta a través de su ley divina y de los primeros principios de la naturaleza. El gobernante que se pretenda justo no puede prescindir de Dios, y el que no lo pretenda, es normal que quiera apartarle de Su trono. Porque el tirano, por esencia, tiene como fin actuar como si él fuera Dios. Hoy, la tiranía se encarna, ya no en monarcas absolutos o en sátrapas autócratas, sino en el propio pueblo, que queriendo ser libre de las “ataduras” divinas y erigirse juez de sí mismo, se esclaviza a sí mismo por las más bajas pasiones, que son las que realmente gobiernan el mundo de los sin-Dios. Como dijo Nicolás Gómez Dávila, “El mundo moderno no será castigado. Es el castigo”. En el pecado de la soberbia, llevamos la penitencia de los males que se ciernen sobre las sociedades.
¡Felices los que buscan protección en Él!
Gonzalo J. Cabrera
Nuestra sección recomendada: A la luz de la Palabra
Nuestros artículos recomendados en A luz de la Palabra:
Esto debe suceder pronto, un artículo de Alberto Mensi
Encontrar a Jesús en nuestro día a día. Un artículo de Félix Méndez
*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.
NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB
Marchandoreligión no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:
- Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
- La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor