Las vestiduras recamadas es una novela publicada en 19321 por el escritor malagueño Salvador González Anaya. Comenzaré por dar una breve noticia sobre su autor2.
González Anaya (1879-1955) nació en Málaga. Desde muy joven desarrolla una gran vocación literaria. Estuvo también implicado en la vida política; fue miembro del Partido Liberal de Santiago Alba y alcalde de su ciudad en dos periodos distintos. Académico de la RAE y miembro de otras instituciones sociales y culturales. Representante de una burguesía ilustrada que se mueve en el mundo de los negocios, la cultura y la política. Su militancia se da en lo que hoy llamaríamos centro liberal; milita, como su paisano y amigo Narciso Díaz Escovar, en el Partido Liberal de Santiago Alba. Sin embargo, la guerra le sorprende de viaje fuera de España y no vuelve a Málaga hasta que la ciudad está en manos del bando nacional. Creo que, fuera de Málaga, no es una figura muy conocida y recordada y que su proyección pública no es proporcional a su importancia como autor.
Los días 11 y 12 de mayo de 1931, casi justamente al mes de proclamarse el nuevo régimen republicano, Málaga se vio arrasada por un torbellino de violencia anticatólica que destruyó edificios religiosos y civiles
La novela en cuestión desarrolla un argumento un poco truculento, que remata en un final totalmente sorprendente; presenta toques naturalistas y, lo que es normal en su autor, regionalistas. Pero lo que me interesa de esta obra es el trasfondo histórico en el que se desarrolla su argumento.
Los días 11 y 12 de mayo de 1931, casi justamente al mes de proclamarse el nuevo régimen republicano, Málaga se vio arrasada por un torbellino de violencia anticatólica que destruyó edificios religiosos y civiles y un patrimonio artístico -objetos, imágenes, documentos- riquísimo. La ciudad tenía -y tiene- una gran tradición cofrade y sus templos albergaban joyas de la imaginería religiosa que se destruyen en gran parte. La parroquia de Santo Domingo de Guzmán guarda el símbolo de la semana santa malagueña, el Cristo de Pedro de Mena, que es destruido junto con tantas otras imágenes sagradas. Hasta 40 edificios, la mayoría iglesias y conventos, sufren lo que D. Antonio Montero llamó “el martirio de las cosas”. Fue especialmente espectacular y casi dantesco el asalto e incendio del palacio episcopal. El obispo D. Manuel González García, muy querido en la ciudad por su gran bondad y por su labor con los pobres y marginados, hoy canonizado por la Iglesia, sale huyendo y vaga solitario por las calles de Málaga buscando refugio.
Los sucesos se reprodujeron en varias ciudades españolas, pero fue en Madrid, un día antes, y en Málaga donde alcanzaron mayor virulencia. En ambas ciudades, entre los primeros actos se repiten el ataque a los jesuitas (en Málaga, la residencia de calle Compañía) y a periódicos de significación conservadora (ABC en Madrid y La Unión Mercantil en Málaga). Éste y otros detalles, como indica el profesor José Jiménez Guerrero3 indican que no se trataba de sucesos improvisados y espontáneos provocados por masas ciegas, sino que respondían a un plan dirigido y organizado por los líderes políticos.
Los hechos narrados por González Anaya poseen, ciertamente, un gran dramatismo, pero el autor los muestra con indudable objetividad. Objetividad, en un sentido que podemos llamar histórico. He estudiado, en el trabajo citado, la secuencia de los hechos en la novela; y puede comprobarse su coincidencia con los datos que recoge Jiménez Guerrero en su obra. González Anaya escribe al poco tiempo de sucesos (concretamente, fecha la obra “en la madrugada del 11 de mayo de 1932, primer aniversario de los incendios de Málaga”). Se basa en la obra del periodista malagueño Juan Escolar García Los memorables sucesos desarrollados en Málaga los días 11 y 12 de mayo de 1931. Un reportaje histórico, publicada en el mismo año y que recoge fielmente los hechos.
Hay, además, una actitud de equilibrio y templanza en el aspecto ideológico. Hubiera sido normal, ante hechos tan violentos, usar de los tonos oscuros, subrayar el dramatismo que estos acontecimientos arrastraban. No obstante, el novelista mantiene cierta sobriedad y distancia, aunque la sola descripción objetiva de estas acciones destructivas ya es, por sí misma, una denuncia. Mi profesor Antonio Garrido Moraga escribió: “Es muy importante señalar que no es una novela de defensa de la Iglesia ni de la monarquía derrumbada sobre sí misma; es una elegía por el arte perdido, es un llanto por la belleza destruida por encima de cualquier otro planteamiento”4.
La persecución religiosa en la España de los años 30 es un acontecimiento histórico destacable por sus dimensiones y su cruel dramatismo, además de ser el momento en que surgieron tantos actos heroicos de martirio, perdón y santidad
Y bien, lo que destaco en esta obra es que sea una de las escasas, que yo se sepa, que se dedican a este tema. La persecución religiosa en la España de los años 30 es un acontecimiento histórico destacable por sus dimensiones y su cruel dramatismo, además de ser el momento en que surgieron tantos actos heroicos de martirio, perdón y santidad. ¿Por qué estos hechos, relevantes para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad histórica, han tenido tan poca repercusión en el arte, en el cine, en la novela? La respuesta a esta pregunta es compleja y quizá valga la pena volver sobre ello. Apunto una posible causa: se dice que siempre la historia la escriben los ganadores. En el caso de la guerra civil se da una anomalía que quizá ha pasado un tanto desapercibida. A saber, los ganadores fueron los hombres del bando llamado nacional, pero los que han impuesto su punto de vista, sus valores, su “narrativa” como se dice ahora, son los otros. Con la excepción apenas de los primeros años de la postguerra, ellos perdieron la contienda pero se impusieron -y siguen haciéndolo- en la batalla de las ideas.
Tomás Salas
1 Quien esté interesado en profundizar en el tema puede ver mi trabajo “Ficción, historia e ideología en Las vestidura recamadas de Salvador González Anaya”, en Analecta Malacitana (Facultad de Filosofía y Letras de Málaga), XXXIV, 2, 2011, págs. 529-549. Aquí entro en los aspectos literarios y estéticos, que no toco en el presente artículo.
2 En loc. cit. doy datos biográficos y artísticos en la nota 3 (pp.530- 531); datos que me aporta el escritor malagueño Francisco Baquero Luque, que, en su juventud, conoció y trató al novelista.
3 La quema de conventos en Málaga, Málaga, Arguval, 2006.
4 Artículo en Diario Sur de Málaga, 29/01/2006.
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