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Las ideologías. 2ª Parte

30 – LAS IDEOLOGIAS 2da parte

Vimos en el artículo anterior la absolutización del absurdo que significa la ideología, y es así porque su veracidad no se funda en la realidad, sino en la ideología misma, de manera que aquel que no piensa como la ideología dicta es considerado una persona peligrosa y que debería ser rechazada por el sistema.

Las ideologías. 2ª Parte. Un artículo del Alberto Mensi

La ideología es la antesala del totalitarismo, de los totalitarismos, hasta que lleguemos al mas absoluto de todos que es el gobierno del anticristo, del sin nombre, el culmen del pecado y la rebelión del hombre sobre la tierra donde los hombres palparán la vaciedad más absoluta que les deja el apartarse de Dios.

Mientras, vamos revisando los elementos constitutivos de las ideologías lo cual es importante para no caer en la trampa ideológica de elegir el mal menor so pretexto de que si no hacemos así, resulta elegido el mal peor: ambos son males y generan males.

La legalidad de la ideología surge de la misma ideología, ella se auto justifica ya que la realidad no le significa nada al construir ella la realidad.

El poder vaciado de legitimidad debe buscar en sí mismo este vacío de justificación, por eso las técnicas de conquista y conservación del poder son la respuesta a una exigencia interna de la misma ideología.

Así podemos entender que la mentalidad del ideólogo es una mentalidad de ansias de poder, no sólo político, sino de poder de todas las esferas de la vida humana. Muchas veces el poder político es tan sólo un escalón y es buscado sólo por ser poder y permitirle alcanzar los otros reales objetivos.

Nos llama la atención ver a los dictadores aferrarse al poder como un perro rabioso se aferra a un hueso, y esto es fruto directo de este absolutismo de la ideología misma.

Por ello reiteramos que lo que se opone y enfrenta realmente a una ideología no es la ideología del signo contrario sino el orden natural.

El tradicionalismo verdadero propugna la reconstrucción del orden natural en la vida de las personas, en la vida social, política y religiosa.

Por eso causa verdadero dolor ver a tantos cardenales, obispos y sacerdotes enarbolar como verdades evangélicas banderas propias de las ideologías modernas como son el cuidado de la madre tierra, la Pachamama, Gaia, etc. La tibieza que tienen frente al totalitarismo de la Ideología de género, frente al Islamismo, frente al Nuevo Orden Mundial.

Si pretenden con ello acomodarse y salvar el pellejo, no van a lograr mas resultado que lo que logró Luis XVI con todas las agachadas, las concesiones a los revolucionarios: que le corten la cabeza.

IDEOLOGÍA, UTOPISMO1 Y ESPERANZA

La ideología seculariza la Esperanza trasladándola de un horizonte trascendente a un espacio futuro aquí en la tierra. Es la promesa de una vida futura que contrasta con las molestias de la vida actual, es un futuro donde no importa la justicia sino tan sólo la ausencia de injusticias actuales.

La eternidad cristiana es metamorfoseada por un futuro histórico alegre.

La ideología te mete en un infierno diciéndote que es necesario porque en un futuro la vida en este infierno será un paraíso.

Los ideólogos me recuerdan a esos jugadores de fútbol que están en la defensa o en el medio campo y cuando les llega la pelota, no saben qué hacer y patean la pelota afuera. Ellos no tienen la culpa, la culpa es de los delanteros que no subieron al arco contrario o de los defensores que no la tiraron arriba, al área contraria.

Por eso siempre van a criticar al que estuvo antes que ellos en el gobierno, el otro tiene la culpa, nunca la tienen ellos. Y cuando en un lugar se les muestra que en las décadas anteriores han estado ellos gobernando, la culpa es de…, o de… pero nunca de ellos, porque ellos son los campeones de esta ideología que es la única solución a los problemas… que nunca solucionan.

Dicho de otra manera el ideólogo tiene una marcada obsesión de los defectos actuales de la sociedad (no importa si son reales o no), al punto que la destrucción de este presente es una condición necesaria para la existencia del futuro.

Por eso la actitud psicológica y moral está marcada por una dicotomía2 entre lo destinado a la destrucción (lo presente) y las promesas de lo que debe permanecer (el futuro). Vive en una eterna utopía, su paraíso en la tierra no tiene lugar real, tan sólo en su declamado canto de sirena.

Por este motivo es fatalista en lo personal ya que de mi sacrificio presente, que es lo concreto, los que van a disfrutar son las generaciones que estén en el futuro.

Este utopismo reemplaza y ocupa el lugar de la esperanza.

El mundo utópico tiene un cartel en la entrada que dice: El que entra aquí deje atrás la esperanza.

Por eso el proceso revolucionario no es de ahora sino que viene ya de larga data con la revolución protestante, con la revolución francesa, con la revolución comunista.

Hoy día el objetivo es el Nuevo Orden Mundial donde nadie puede tener esperanza porque el único que te dice en qué creer, qué esperar, qué amar, qué odiar: es el Estado mundial.

Y si pensas diferente, si sentís diferente: serás tratado como una célula cancerosa que hay que aislar y extirpar.

El problema comenzó al recluir la esperanza al ámbito individual por obra del protestantismo y el liberalismo, se reemplazó la esperanza por los éxitos terrenales en base a un cierto optimismo. Ese verdadero giro copernicano destruyó las brújulas de nuestras vidas y de las sociedades, ya no tendríamos como Norte a Dios, sino que tendríamos como Norte al hombre que se erige en Dios, volvemos nuevamente al Génesis, el hombre que se quiere hacer como dios y tan sólo llega a ser una parodia, un ídolo con los pies de barro.

En cambio la Esperanza es una certeza en las promesas divinas. Da sentido a la existencia concreta, aquí y ahora y tiene por características la oscuridad y la paciencia.

La oscuridad porque se funda en la Fe y no en la razón; creo y espero en lo que no veo a pesar de lo que veo, porque Dios todopoderoso es fiel a su palabra y no puede engañarse ni engañarnos. Paciencia porque se soportan males que no son definitivos, y aún ahora mismo son sanadores de tantos desórdenes personales que tenemos. Como dice magníficamente el título de un libro que leí de joven acerca de un comunista que se convierte en buen cristiano en medio de su dolorosa enfermedad: “Estoy ciego y nunca vi mejor”.

Como verdadera virtud cristiana la Esperanza tiene un carácter social porque ya aquí y ahora voy mejorando no sólo mi vida sino la de los demás.

Por eso que los ideólogos no pueden tolerar que los ciudadanos del mundo tengan esperanza, porque tendrían como referencia de sus vidas a Dios, y para el Nuevo Orden Mundial: Dios ha muerto, pues el NOM se considera a sí mismo el único Dios.

Con la ideología desaparece la certeza de un destino de verdadera justicia y aparece una igualdad esquematizada existente en un posible futuro terreno.

La ideología crece en la medida en que desaparece la esperanza, ya que la ideología se alimenta de la desesperación.

¡Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y ESPERANZA nuestra!

Alberto Mensi

1 Utopía: ou: no; tópos: lugar. Un lugar que no está en ningún lugar

2 Dicotomía: del griego dichótomos, dixa=en dos partes, temnein=cortado: cortado en dos partes

Nuestra recomendación: Las ideologías. 1ª Parte

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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)