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La falsa paz que el mundo ofrece

Se hace una pregunta nuestra compañera Beatrice: » ¿Quién hay en esta vida que no quiera estar en paz consigo mismo y con el prójimo? «, seguramente es un deseo diario que nos marcamos, pero no siempre alcanzamos el objetivo de cumplirlo

Un artículo de Beatrice Atherton: «La falsa paz que el mundo ofrece»

Amo la música de Antonio Vivaldi.  Sé que no es del gusto de todo el mundo –  recuerdo que en la serie del inspector Morse, él la encontraba fatal – pero a mí me regocija el alma. Hace unos meses escuché una versión para violín de un motete compuesto por Vivaldi llamado Nulla in mundo pax sincera que tenía unos acordes similares a una obra que uno de mis hijos cellistas tocó el año pasado. Me puse a buscar la versión original del motete, cantada, y me maravillé con la letra, de un autor anónimo, que habla de la imposibilidad de buscar y encontrar la verdadera paz en este mundo sin Cristo.

          Es imposible encontrar, tanto la paz individual, propia del alma de cada uno, como la paz social sin que esté fundada en Cristo.  

¿Quién hay en esta vida que no quiera estar en paz consigo mismo y con el prójimo?  

No existe alguien, creo yo, que en su sano juicio quiera estar batallando permanentemente contra sí mismo y contra su entorno. Todos anhelamos la paz,  pero si Cristo no reina en nuestra alma difícilmente podrá hacerlo en la sociedad. Busca la paz y síguela decía San Benito, y seguir a alguien, implica dejar atrás familia, «amigos», ambientes, etc que nos perturban y producen ruido en nuestra alma. En vistas al bien superior de la salvación del alma es necesario alejarse de personas o de cosas que finalmente nos hacen pecar y nos distancian de Dios. Si nuestra alma no está lo suficientemente preparada para estar con determinadas personas que siempre están sembrando la discordia o intrigando, mejor es alejarse y tratar de evitarlas.

Siempre se lo digo a mis amigos: nadie tiene el derecho a venir a arrebatarnos la paz. 

          En vano pues, son los esfuerzos que se hacen a todo nivel buscando la tan anhelada paz en el mundo porque el mundo está contra Cristo y sin Él no se puede construir nada. Y si se consigue en algún momento una pausa, se quiebra inmediatamente como una casa construida sobre la arena porque no está asentada sobre los Preceptos Evangélicos ni sobre la Caridad que es el amor al próximo por amor a Dios.  Sólo Cristo nos puede traer la paz, tal como Monseñor Benson nos lo repite en el Señor el Mundo en palabras de su papa Juan:

«En modo alguno desconocemos o despreciamos los beneficios de la paz y de la unión, y menos aún echamos al olvido que tales cosas sobre la faz de la tierra ha sido fruto de muchos males, que hemos condenado en su día. Esta falsa apariencia de paz es la que ha seducido a miles de infelices, llevándolos a dudar de la promesa del Príncipe de la Paz, único y verdadero camino por el que tenemos acceso al Padre. Esa paz verdadera, a la cual aspiramos con pleno conocimiento, no se refiere sólo a las relaciones de los hombres entre sí, sino también a las que nos unen con Nuestro Hacedor, y precisamente es este punto tan necesario es donde se echan en falta los esfuerzos del mundo. En verdad, nada tiene de extraño que un mundo olvidado de Dios haya olvidado a su vez esta cuestión esencial. Los hombres, pervertidos por predicadores de falsas doctrinas, ha llegado a creer que la unión de las diversas naciones constituía el mayor de los bienes de esta vida, olvidando las palabras de Nuestro Salvador, quien dijo que no vino a traer la paz, sino una espada, y que el reino de Dios padece violencia, de modo que sólo mediante muchas tribulaciones podremos entrar en Su reino. Por tanto, en primer lugar es preciso establecer la paz del hombre con Dios, y tras eso la unidad del hombre con el hombre vendrá por sí sola. Buscad ante todo, dijo Jesucristo, el reino de Dios, que todo lo demás os será dado por añadidura.
                    – Así pues, condenamos y anatematizamos una vez más las opiniones de los que creen y enseñan lo contrario de lo que acabamos de exponer, y renovamos una vez más todas las condenaciones estipuladas por Nos y por nuestros predecesores, en contra de aquellas sociedades, organizaciones y comunidades que se han formado con el fin de establecer la unidad sobre otras bases distintas de las sentadas por Dios, y recordamos a nuestros hijos en todo el mundo que les está prohibido ingresar en estas corporaciones, o ayudarlas, tal como se las nombra en las condenaciones.»

          En fin, hace tiempo que no me siento cómoda escribiendo y se me está haciendo muy difícil hacerlo, por lo que no voy a agregar nada más a este post. Sólo dejarles el motete de Vivaldi y abajo  la letra del mismo para que la disfruten y reflexionen.

Esta es la letra:

En este mundo no hay paz sincera libre de la amargura; la paz pura y verdadera,dulce Jesús, se encuentra en Ti.En medio de las penas y tormentosvive el alma contenta, cuando el amor casto es su única esperanza

Este mundo engaña al ojo por los encantos de la superficie, pero se corroe por dentro las heridas ocultas. Huyamos de quien sonríe, evita a quien nos sigue, Porque  este mundo, por hábil que sea en mostrar sus placeres, nos abruma por el engaño.

El siseo de la serpiente oculta su veneno, ya que se extiende de manera encubierta entre flores y colores. Pero con un toque furtivo de los labios, un hombre enloquecido por el amor a menudo besa como si lamiera miel.Aleluya.

Beatrice publicó este artículo inicialmente en su blog: Bensonians

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Author: Beatrice Atherton
"Beatrice Atherton, esposa, madre de seis, escritora aficionada, enamorada de la Santa Misa Tradicional. Cuando el tiempo alcanza me dedico a mi blog Bensonians, dedicado a la obra de monseñor Robert Hugh Benson."