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Funerales por Luis XVI

Hoy traemos a nuestra página los funerales por Luis XVI que han tenido lugar en estos días, pero además de situarnos en el presente, nos vamos a remontar al siglo XVIII

Funerales por Luis XVI. Un artículo de Miguel Toledano

Hace nueve días tuvieron lugar en diversas iglesias de Francia Misas de Réquiem celebradas con ocasión del aniversario de la decapitación del rey Luis XVI de Francia a manos de los liberales de 1793.

En París, la Santa Misa fue celebrada por el P. Petrucci, de la Hermandad de San Pío X, y retransmitida en directo desde Saint-Nicolas-du-Chardonnet. Su sermón puede escucharse íntegro en este enlace.

Dos ideas principales recorren su meditación: El mismo Terror ejercido sobre la persona regia hace casi doscientos treinta años continúa en nuestros días, como entonces, contra nuestra Santa Religión Católica; y, conforme al papa Pío VI, la muerte del antepenúltimo rey legítimo de Francia gozó del carácter martirial.

En efecto, el Sumo Pontífice de aquella época pronunció un discurso dirigido al consistorio de fecha 11 de junio de 1793, en el que reconoció el título de mártir de la Fe al padre político de los franceses.

Después de alabar las inalterables virtudes de este príncipe como cristiano -dulzura, clemencia, paciencia, amor por su pueblo-, destacó su gran celo por la Religión Católica, que le llevó a ser inmolado en el altar sangriento de la Revolución (la Plaza de la Concordia) por odio a la fe y por espíritu de furor contra los dogmas católicos. Ese odio a la fe, dice el papa Pío VI, es característico del martirio.

Por su parte, el P. Petrucci recordó que el asesinato del inocente fue obra de una conjura impía de calvinistas, protestantes y masones. Posiblemente no se esperaban que, pocos días antes de morir, manifestaría sus principios cristianos a través de su inolvidable testamento, en el que afirmaba morir en unión con la Iglesia Católica.

Asimismo, pedía perdón a Dios por sus pecados, puesto que sus captores le negaron el acceso a un confesor antes de rendir su alma al Altísimo. También solicitó el perdón a quienes él hubiese podido ofender, aun sin haber tenido intención de hacerlo. Finalmente, perdonó de todo corazón a cuantos se consideraban sus enemigos hasta el punto de acabar con su vida, pidiendo expresamente a Dios que Él los excusase.

Para el P. Petrucci, la actitud de perdón del rey bueno recuerda a la de san Esteban ante sus lapidadores, e incluso a la de Nuestro Señor en la Cruz frente a sus verdugos.

A través de internet, un correligionario nuestro, don Manuel Morillo Rubio, rechazaba la naturaleza martirial de este regicidio, toda vez que Luis XVI habría sido cómplice de la Revolución, al haber aceptado la Constitución liberal de septiembre de 1791.

En su sermón se refiere también a esto el P. Petrucci. Sin embargo, el sacerdote señala que, posteriormente, el rey pidió también perdón por haber cedido a la Revolución, retractándose expresamente de ello. En la Misa correspondiente celebrada el año anterior, igualmente disponible a través de internet pero cuyo análisis dejamos para otra ocasión, el P. Puga confirmaba la palma martirial para el guillotinado, justificando que había sido muy mal aconsejado en sus últimas decisiones políticas.

En todo caso, el papa Pío VI le reconoció expresamente el título de mártir, cuya sangre grita e intercede para que Francia reconozca y deteste su obstinación por acumular sobre ella tantos crímenes. Al final de su discurso, el Santo Padre manifestó su confianza de que el finado hubiese intercambiado su corona real de frágiles flores de lis perecederas por una diadema inmortal, tejida por los ángeles con iguales flores de lis, pero que en este caso ya no se marchitarían jamás.

Tenidas en cuenta todas estas consideraciones, parece difícil discutir la gloria del martirio a este representante de la Casa de Borbón. Por consiguiente, deduce el P. Petrucci, es muy probable que su alma esté en el Cielo desde hace mucho tiempo; y, por ende, parece superfluo seguir celebrando funerales por su eterno descanso.

Entonces, ¿qué finalidades tiene una Misa como ésta? Fundamentalmente, dos, aunque cabe añadir una tercera:

La primera, manifestar nuestro espíritu de reparación por un crimen tan terrible; no sólo contra la persona del rey, sino, en su cabeza, contra la Francia católica, contra todo lo que Francia había recibido de la fe. Pío VI afirmó que se asesinaba al rey Luis precisamente por ser católico. Nosotros podemos añadir que, en la persona del primo de nuestros queridos reyes legítimos, morían un poco todos los monarcas católicos, que todavía entonces eran unos cuantos.

Por tanto, el primer elemento que le da sentido a esta Misa en particular es la reparación por el crimen terrible que pesa sobre Francia, que precisa de una celebración repetida regularmente para expiarlo; y ello, a pesar de la incomprensión e indiferencia de muchos franceses y no franceses, y de muchos laicos e incluso eclesiásticos.

La eliminación del rey dulce, paciente, clemente y devoto de su pueblo fue un acto de separación de Francia y de la Iglesia; un acto de separación del Estado y de la Iglesia; un acto de lucha contra la Iglesia y contra lo que de católico había en Francia, que después seria imitado por tantos otros.

El mismo espíritu de separación había sido expresado en la Declaración de derechos humanos de 1789 y en todas las que vinieron después; en la proclamación de que la autoridad viene del Pueblo, realizada en aquella Constitución y en todas las que hemos padecido después; de que la ley es expresión de la voluntad popular, como se impuso entonces y se ha seguido imponiendo en todas las constituciones liberales, incluida la española de 1978, que son hijas putativas de aquella primera de Francia.

Con la desaparición de su Rey devoto, Francia se hizo laica, eufemismo de su nueva condición atea, entonces como ahora. Borrada de un plumazo su más alta magistratura civil, se dejó de reconocer que Dios gobierna aquella nación y las demás a través de su representante político en la Tierra, que es el rey.

Al decapitar al joven monarca, se hizo realidad el deseo de rechazar la autoridad de Dios. Se llevó a efecto el eslogan de la revolución liberal, “Ni Dios ni Señor”, grito impío de los partidarios del nuevo régimen.

Pero todavía hay dos finalidades especificas más, propias de esta Misa. Añadida a la de reparación se encuentra la de manifestar nuestro ánimo de combatir todos estos principios humanistas que todavía dominan nuestras sociedades.

En la actualidad, el Terror y las leyes inicuas engendradas entonces se han mantenido, extendido y transformado en terror hacia los niños en el seno de sus madres y hacia la familia por medio del divorcio y de la equiparación de las uniones contra natura con los matrimonios.

La celebración anual de la Santa Misa el día 21 de enero permite recibir a los asistentes las gracias necesarias para seguir siendo soldados de Dios, que militen por la restauración del orden cristiano, de forma que Dios vuelva a reinar en el mundo según el derecho que a ello tiene.

El tercer y último fundamento de esta Misa lo evoca el P. Petrucci en dos ocasiones: la intercesión del propio santo mártir que le pedimos uniéndonos a su oración. Junto a todos los santos del Cielo, a la Santísima Virgen y a Nuestro Señor, el rey Luis XVI nos ha de ayudar, con su propio ejemplo, a comprender que la rabia contra él dirigida fue un ataque furibundo contra la fe; ataque que continúa a través de los mismos principios del derecho nuevo, abrazados por las sociedades modernas para separarlas de Dios, fuera del cual sólo hay tinieblas y muerte.

Miguel Toledano

Domingo cuarto después de Epifanía, 2022

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Author: Miguel Toledano
Miguel Toledano Lanza es natural de Toledo. Recibió su primera Comunión en el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y la Confirmación en ICADE. De cosmovisión carlista, está casado y es padre de una hija. Es abogado y economista de profesión. Ha desempeñado distintas funciones en el mundo jurídico y empresarial. Ha publicado más de cien artículos en Marchando Religión. Es fiel asistente a la Misa tradicional desde marzo de 2000. Actualmente reside en Bruselas. Es miembro fundador de la Unión de Juristas Católicos de Bélgica.