Los atardeceres tienen un no sé qué de calma, tranquilidad y sosiego que nos invitan a recogernos y reflexionar.
Esta tarde suave del primer día de la Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad, con el sol poniéndose mientras nos deja los últimos rayos de calor, se presenta con un carisma particular.
Espejo de la Cristiandad. Un artículo de Alberto Mensi
Mientras vamos caminando por el borde del campamento, observamos.
Trabajo febril, alegre y esperanzado de armar las carpas que nos van a asegurar el merecido descanso.
Reencuentro de otros años compartidos.
Humo de fogones que van impregnando el aire con ese olor característico de la leña ardiendo.
Y a un lado, la esforzada labor de la gente de cocina preparando el guiso carrero que nos renovará las fuerzas desgastadas por la larga jornada.
Justo antes de la cocina, la carpa de enfermería comienza a recibir los pies doloridos, ampollados, llagados, magullados que una hilera de penitentes presenta ante médicos y enfermeras como testimonio del esfuerzo del día y la falta de práctica diaria en largos caminares.
Es admirable el despliegue de banderas y estandartes que, enhiestos, flamean llevados por la brisa vespertina.
Esto es la cristiandad, esto es una viva imagen de la cristiandad. Grupos de personas venidos de lugares distintos. Y sin embargo, hay una total armonía que justamente es lo diferente a la absurda uniformidad moderna.
Esto es clave y a la vez es triste y alegre.
Ver en las ciudades las multitudes homogeneizadas en todos los aspectos que se pueda imaginar, repetidoras de avisos comerciales y políticos, armados por los grandes poderes de la prensa televisiva, escrita y oral, al servicio del señor dinero. Ver eso da pena.
La desgracia de hoy día es el minimalismo moral.
Si un hombre o una mujer es un libertino sexual, el común de la gente plantea: no seas exagerado, no hace falta andar arrastrándote con todos, con un poquito y disimulado es suficiente.
¡Moral hipócrita!
Lo que está bien, está bien y lo que está mal, está mal.
Como personas tenemos un alma inmortal que debe rendir cuentas a Dios quien en Su amor infinito nos da todos los recursos para sanar nuestra debilidad. Dios me ha dado inteligencia para conocer la verdad y voluntad para ir en pos de esa verdad en cuanto bien. Las pasiones son facultades nuestras que deben ser impulsadas por la voluntad, orientada, ordenada, por la inteligencia.
Cuando esto no sucede son pasiones desordenadas, lo opuesto a ordenadas. Y esto viene del ordenamiento que pone la inteligencia y de la orden que les da para actuar.
Por eso es perversamente revolucionario no educar la inteligencia en la verdad, no educar la voluntad en el ejercicio de las virtudes.
Por eso lo revolucionario quita de la vida de la gente todo rastro de Dios. Si no existe un Dios creador de todo lo que existe, que le concede un orden para vivir felices y en paz, si Dios no existe: todo está permitido y todo vale.
Pero esta tarde de campamento no causa sólo tristeza por contraste de lo malo que vemos en las sociedades hodiernas.
Esta tarde es sumamente alegre, y nos colma de felicidad, de alegría… de esperanza.
Ver tantos jóvenes sacrificándose en estos tres días de caminar movidos por la Fe, por el amor a la Santísima Virgen.
Ver tantos jóvenes que a voz en cuello cantan canciones patrias, canciones religiosas, canciones de nuestro folklore.
Ver tantos jóvenes que unen sus voces en una común plegaria, que escuchan atentos y expectantes enseñanzas de los mayores.
Eso da gran esperanza.
Y es un mensaje para quienes ya vamos pegando la vuelta de la vida, para que nos oriente en este tiempo que nos queda con fuerzas.
Los mayores debemos hablar, debemos iluminar, debemos dar testimonio.
Debemos transmitir a las generaciones que nos siguen todo lo que gratuitamente hemos recibido para que ellos puedan algún día transmitirlo a las generaciones siguientes.
Si, totalmente convencido estoy que este campamento es un Espejo de la Cristiandad, y ahora que tan sólo recordamos esos momentos les pido a ustedes queridos lectores una oración, un Rosario por todos esos jóvenes peregrinos para que den fruto, fruto abundante, algunos 10, otros 40 y habrá los que den 100 por uno.
No olvidemos que la parte más difícil de la Peregrinación comienza justamente en el momento en que termina la peregrinación.
¡María Santísima Reina y Señora de los Peregrinos, ruega por nosotros!
Alberto Mensi
Pueden leer los artículos anteriores y seguir la peregrinación con Alberto:
Nuestra Señora de la Cristiandad
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