pueblo Hebreo-Marchando Religión

El pueblo Hebreo

El Pueblo Hebreo: Explicación del mantenimiento del pueblo hebreo, a largo del tiempo, a través de la Ley de Sistemas Unificados:

pueblo Hebreo-Marchando Religión¿Cómo es posible que el pueblo hebreo haya subsistido casi por dos mil años, después de la diáspora del año 70? Si leemos los anales de las historias de las civilizaciones y de los pueblos que las componen, el pueblo Israelita constituye la excepción de la regla de todos los anteriores.

Si lo miramos desde la fe, evidentemente, está el misterio de Dios allí presente, de hecho, el gran castigo de Dios para ellos a causa de su apostasía fue la pérdida de la tierra prometida.

Por casi dos mil años, nada más y nada menos, la tierra prometida fue ocupada por otras naciones y otros reyes de la tierra.

¿Cómo explicamos, desde el punto de vista humano, el mantenimiento de esta nación en el exilio disipada alrededor de todo el mundo? ¿Cuál o cuáles son las causas de no haber sido absorbidos por las otras naciones ¿? Tal vez, muchos de ustedes nunca se hayan hecho esta pregunta, o si se la hicieron, nunca pensaron acerca de las razones más profundas del misterio de esta nación.

Hoy en día los vemos de vuelta en Israel, trayendo nuevamente el verdor en medio del desierto.

Comencemos analizando las razones prácticas que explican dicho fenómeno sociológico y étnico. Tal como lo expliqué en la primera entrevista para enfrentar cualquier problema que tenga el hombre, primero hay que identificar las causas y los efectos que dan cuenta del problema. Una vez identificadas las causas y los efectos de lo que me afecta, sea lo que sea, establezco la o las posibles soluciones por medio de Puentes Sistémicos que me permitan atacar o mitigar el o los efectos posibles.

El pueblo hebreo, producto de su sabiduría milenaria, conocía muy bien los peligros que enfrentaban como nación en el exilio. Ya tenían la experiencia anterior, producto de otras diásporas en el pasado, la clave para subsistir sin sucumbir ante nación o imperio alguno. Veamos ahora esos elementos, o medios- Puentes Sistémicos-, que permitieron conservar la unidad de su nación.

Comencemos con el idioma.

Qué instrumento más necesario e indispensable para mantener la unidad de una nación que la conservación del idioma. El idioma es el instrumento vaso comunicante por excelencia. Por medio de éste, expresamos nuestras necesidades y nos relacionamos de forma cercana con otros.

El idioma da cohesión, expresa costumbres y pensamientos propios de las naciones. Por el idioma, conocemos la historia, la religión, el arte, la música, la educación, en definitiva, cualquier actividad humana parte de la base idiomática. ¿Cómo lograr entonces que no se pierda? Lo primero que tenemos que hacer, para no perderlo, es hablarlo. La práctica hace al maestro, practicar el idioma es vivir nuestras propias experiencias diarias, en la vida cotidiana.

¿Pero cómo mantener el idioma en una nación extranjera?

Aquí nos encontramos frente a unos de los mayores escollos que enfrentó el pueblo israelita: la permeabilidad cultural en la juventud de la sociedad que los acogió. Ante tal problema ellos de antemano normaron su convivencia por medio de una serie de normas claras y estrictas que les permitiera funcionar lo más normalmente posible, y esa cohesión programada se dio entorno a la sinagoga.

La religión es, sin lugar a dudas, el principal puente de unión entre los pueblos, ya que la religión norma la vida de las personas desde que nace hasta que muere. No se puede mantener una religión sin un puente que la sostenga, ese puente que la sostiene, y que sirve como instrumento de uso para esta, es naturalmente el idioma.

La misma Iglesia Católica comprendió muy bien esto, y por ello fijó como su idioma oficial el latín, ya que al ser una lengua muerta permite expresar verdades de fe evitando el carácter evolutivo de las lenguas vivas, y asegurando el depósito de su revelación para la eternidad.

La sinagoga, centro de la vida comunitaria de los judíos, fue el centro físico de la integración de las familias judías en el exterior. El rabino, junto con otros representantes de las comunidades judías, por norma debía vivir muy cerca de la sinagoga. A su vez las familias o comunidades estaban obligadas a mantenerse a una distancia adecuada a dichos centros religiosos. Todo ello llevó naturalmente a formar verdaderos guetos, esto es, agrupaciones de personas que ejercían una vida independiente en las distintas ciudades de las naciones en las cuales les tocaba vivir.

Como ven los puentes sistémicos siempre se unen entorno al fin o a los fines que los convocan, y cada uno de esos puentes repotencia el fin al cual se busca.

Por ello es una ley de la naturaleza integrar sistemas. Una integración de sistemas por medio de puentes permite superar óbices naturales que opriman a personas o naciones. Pero continuemos con nuestra reflexión anterior.

El dinero, ¿qué representa el dinero? El dinero representa básicamente la posibilidad de adquirir bienes y servicios. En otras palabras, por medio del dinero se puede alcanzar la libertad de acceder a todo aquello que se necesite para vivir. El dinero otorga independencia, por consiguiente, si se tiene dinero se alcanza una forma de poder. El dinero subyuga a las voluntades, las obliga, por la necesidad, a someterse de cierta manera.

El oro es por excelencia la moneda de intercambio que trasciende naciones e idiomas.

Teniendo oro todas las monedas se someten a él. Y es precisamente ese metal precioso la moneda por excelencia del pueblo hebreo. Ellos, por costumbres e idiosincrasia, se dedicaron por generaciones a adquirir oro. Eso les permitía cruzar de una nación a otra sin inconvenientes monetarios, y les daba suficiente independencia para subsistir como pueblo. Como ven una cosa se entrelaza con otra para lograr los fines buscados.

No pretendo, polemizar ni establecer un juicio valórico acerca de lo que describo, sino sólo me remito a los aspectos fenomenológicos y sociológicos que se interrelacionan bajo condiciones que permiten establecer ciertas conclusiones.

Sólo les deseo mostrar como es posible, a partir de un paradigma intelectual como es la ley de los sistemas unificados, crear sociedades, mantener costumbres y, por qué no decirlo, mantener una religión y una nación.

Antes de terminar no puedo dejar de lado los oficios. El pueblo judío fijó sus oficios, y estos les permitieron sustentar todo su sistema, veamos algunos de ellos.

El oficio de banquero les permitió acrecentar su dinero y mantener su oro como respaldo monetario. El de orfebre, muy conocido entre la gente que pertenece a esta nación, el oficio de orfebre está girando siempre en torno a las piedras preciosas. El oficio de sastre, ya que la vestimenta, después de los alimentos, representa uno de los elementos de primera necesidad para las sociedades. No me quiero detener, en otros oficios. Sólo deseo explicar como se urde un sistema con otro, siempre redundando en lo mismo, en los fines que deseo alcanzar o buscar.

Para que vean, todo puede siempre ser explicado por medio de la Ley de Sistemas Unificados, la misma ley parte de la naturaleza, esa naturaleza es por esencia de carácter sistémico.

Christian Velásquez

¿Les ha gustado este artículo de Christian Velásquez, «explicación del mantenimiento del pueblo Hebreo«? Pueden leer más artículos suyos, aquí: Nuestras firmas


*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.

 NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB

Marchandoreligión  no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:

  • Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
  • La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor
Author: Christian Velasquez
Christian Velásquez (Viña del Mar, 1971) Licenciado y profesor de filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Católico tradicional, casado y padre de seis hijos, me he dedicado a aplicar la filosofía cristiana a mi empresa agrícola para a hacer producir la tierra con los dones que Dios pone a nuestro alcance. En mis tiempos libres escribo sobre todo aquello que llama mi atención..