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El padre que ama es el padre que corrige

¿Qué quiere decir la palabra «padre»? ¿Se puede decir que es un buen padre el que consiente todo, el que no marca unas reglas? ¿Como debe ser el padre que ama? El reputado Dr. Mario Guzmán nos trae la respuesta

«El padre que ama es el padre que corrige», Dr. Mario Guzmán Sescosse

Desde la década de los 70’s los psicólogos del desarrollo reconocemos al menos cuatro formas de criar a los hijos:

1- el estilo autoritario; padres tiranos, exigentes con reglas y castigos excesivos y con poco afecto y comunicación.

2- el estilo permisivo; padres sin reglas, sin castigos y consentidores.

3- el estilo negligente; padres que no atienden ni las necesidades físicas, ni emocionales de sus hijos (los niños crecen como Mogli en medio de la «selva» sin padres que los protejan)

4- el estilo autoritativo; padres que emplean dos herramientas; la disciplina y el amor. Estos padres tienen reglas y consecuencias positivas o negativas dependiendo de su cumplimiento o no, pero también tienen amor, afecto y aceptación incondicional hacia sus hijos, pues saben que el problema no es el hijo, sino sus conductas y que su labor como padres es la de corregirle y guiarle para que desarrolle las conductas que le permitan su sano e integral desarrollo. Sobra decir, que este estilo parental es el que en la investigación muestra una y otra vez que da los mejores resultados en el desarrollo de los hijos.

Hasta aquí he hablado de padres en plural y de su estilo parental, pero ahora quiero hablar del padre en singular.

Y es que en nuestra época la figura del padre ha estado bajo ataque. Los movimientos postmodernos han achacado todos los males a la figura del padre, gritando histéricamente que el problema es el «patriarcado«. Los hombres han sido acusados de no ser solidarios con las mujeres y los niños, sino de ser sus opresores. Cosa curiosa pues son los hombres quienes construyen las casas donde habitan las mujeres y los niños. Son los hombres quienes construyen el drenaje y las carreteras para que las mujeres y los niños (y no solo los hombres) tengan una vida más cómoda. Son los hombres los que van a la guerra para defender a las mujeres y a los niños. Son los hombres los que han inventado cosas que las mismas que reclaman al hombre aprecian tanto como el tampón, la píldora anticonceptiva y muchas otras cosas que les han permitido libertades que hace dos generaciones no las hubieran ni soñado. Cosa curiosa pues, que al hombre y al padre se le acuse de tirano y a la vez busque dar la vida por sus “oprimidos”, a la vez que se esfuerza por mejorarles las condiciones de vida.

Pero en el actual estado de las cosas, muchos hombres se sienten desorientados, no saben cómo conducirse y han pasado de la figura imponente (como el estilo autoritario del que hablamos) a una figura debilitada, consentidora e incluso acobardada (como el estilo permisivo que se mencionó).

Muchos hombres están en una confusión convertidos en una sombra de la esposa y en un consentidor bonachón de los hijos.

Eso mismo ha hecho una parte importante de la Iglesia en los últimos años con la figura del Padre (Dios) y con los padres (sacerdotes). Con su excesivo énfasis en la misericordia de Dios se han olvidado de la justicia de Dios. Con el constante «Dios te perdona» se han olvidado del «Dios te corrige«. Dicha situación llega a tal extremo que es común encontrar sacerdotes faltos de virilidad y masculinidad. Sacerdotes que expresan atributos maternales, pero no paternales. Pero lo más grave, es que en nombre de la misericordia se han pasado gravísimas situaciones por alto, y no se ha hecho la debida justicia. El caso más notable es el del perverso ex Cardenal McCarrick quien después de haber abusado sistemáticamente de un amplio número de víctimas ahora vive sus últimos años siendo atendido en un convento franciscano y no en la prisión. Está demás señalar los miles de millones de dólares que la Iglesia ha pagado para acallar víctimas y para salvarle el pellejo a hombres enfermos y depravados que no sólo afectan a sus víctimas, sino a toda la comunidad y a la imagen de Dios.

La Iglesia necesita salir de esta sesgada forma de presentar a Dios y volver a hablar de Él en toda su totalidad. Dios es amor, pero Dios también es justicia. Eso es lo que leemos página tras página en la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

Y es que el padre que ama es el padre que corrige, no el padre que complace.

Un buen padre sabe que su misión no es complacer a sus hijos, por el contrario, es un padre que está dispuesto a perdonarlos siempre, si ellos se arrepienten y están dispuestos a reparar sus errores. Ningún padre en sus cabales le diría a su hijo de 22 años: «no importa que hayas abusado sexualmente de tu hermana de 10 años, yo te perdono».  No, un padre en sus cabales le diría: «lo que has hecho es inadmisible. Has generado un importante daño a tu hermana y a la familia.Has transgredido los límites que nos protegen como familia. Tienes que disculparte y reparar el daño, tienes que pagar por tu crimen y por eso te denuncio a las autoridades».

Un padre tiene que hacerlo, no por venganza o por resentimiento, sino por amor a su hijo.

Un padre amoroso busca que su hijo enmiende sus errores y crezca de ellos.

Esa es la gran enseñanza que nos dejó Dostoyevski en su novela:»Crimen y Castigo» el castigo es la oportunidad del criminal de redimirse a si mismo y de surgir como un ser nuevo, un ser mejor. Pero dicho efecto solo es posible si quien ha cometido el agravio se ha arrepentido, si su dolor es proporcional al dolor que él mismo ha provocado.

Por eso en antaño la Iglesia ponía penitencias a los pecadores, pues era su proceso de redención. Hoy la Iglesia, en algunos casos les da una «penitencia» que parece más un all-inclusive en un convento o está dispuesta a gastar fortunas para que no vayan a la cárcel.

Pero el daño es mayor que eso, el daño es a la misma imagen de Dios. Pues el hombre ya no le teme, el hombre ya no le tiene reverencia, el hombre a fruto de presentarle solo un lado de Sus cualidades lo ve como un padre bonachón, falto de autoridad que todo perdonará, incluso sin el arrepentimiento necesario.

Sin embargo, Dios nos ama y porque nos ama nos corrige.

Dios nos ama y porque nos ama espera que nos arrepintamos. Dios nos ama y porque nos ama sabe que debemos expiar nuestras ofensas. Dios nos ama y porque nos ama nos perdona aún cuando no lo merecemos, pero sin dejar a un lado su justicia infinita. Dios es el ejemplo máximo del estilo autoritativo que, con amor y aceptación incondicional, busca corregirnos cuando nos hemos equivocado.

Como recientemente leí en un artículo, donde el autor expresaba su deseo de que habiendo terminado el año de la misericordia ahora inicie el año de la justicia, para que todos volvamos a temer, respetar y venerar a Dios. Para que todos los padres (sacerdotes y padres de familia) imiten su ejemplo autoritativo. Pero en especial, para que todas las víctimas de predadores como Mc Carrick vean que la Iglesia estuvo de su lado y no de sus agresores.

Dr. Mario Guzmán Sescosse

Así es, el padre que ama es el que corrige, recuérdenlo. Les invitamos a conocer a nuestras firmas en nuestra sección: Artículos de opinión

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Author: Mario Guzmán
Dr. Mario Guzmán Sescosse es profesor e investigador de tiempo completo en Trinity Christian College en la ciudad de Chicago en EUA. Es doctor en psicología y cuenta con dos maestrías en psicología y psicoterapia, además de la licenciatura en psicología y estudios en filosofía. Es autor del libro "La Transformación del adolescente", de diversas obras científicas y capítulos de libro. Tiene más de 17 años de experiencia como terapeuta. Sus intereses académicos son psicología y religión, psicoterapia, psicopatología y desarrollo humano. Además, está casado y tiene 3 hijos junto con su esposa. https://www.drmarioguzman.com/