El odio de Satanás, con la pseudo paciencia de un espíritu inmortal, ha lentamente construido una anti-religión, un catolicismo falsificado, que tiene como propósito la condenación eterna de los hombres, tal como la religión católica tiene como su propósito su salvación eterna.
El odio de Satanás hacia Dios se hace más evidente en su odio a la virginidad, al matrimonio y a la procreación, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
La semana pasada observamos cómo Lucifer, rechazando servir al Dios de la fecundidad y del amor sacrificial, mereció su propia eterna soledad y esterilidad; y vimos también cómo él siempre busca llevar a las almas humanas a su reino del egoísmo, en particular, al rehusar subordinar lo natural a lo sobrenatural que es su rasgo definitorio y lo que explica porqué el odia el celibato y la virginidad más que cualquier otra cosa más en el mundo.
Satán odia el matrimonio por la misma razón anterior: también es una vida de autosacrificio hecha posible solamente por la bendición divina; un estado ordenado a la multiplicación de los hijos de Dios, que tendrán el potencial de recibir la elevación sobrenatural de la gracia y disfrutar de la gloria celestial, de la cual el demonio se privó a sí mismo. El poder de la generación en el hombre, ¡es un tremendo misterio! ¡Ser invitado a asociarse con el Autor de la vida para permanecer, en la procreación! en el origen del ser ex – nihilo. Este es un poder que no tiene ningún espíritu angélico. Es una participación directa en el acto creativo de Dios.
Tal como el gran teólogo tomista, Scheeben, explica: si Adán y Eva no hubieran caído, ellos hubieran transmitido no solo la vida natural a su descendencia, sino también la condición de vida sobrenatural. Sus hijos hubieran sido concebidos y nacidos en un estado de gracia. Esta es la razón de porqué el demonio odiaba tanto a Adán y Eva, resplandecientes en gracia como estaban. Él sabía que de sus lomos surgiría una raza entera de seres destinados a la gloria inmortal con los ángeles; aunque ahora somos naturaleza caída y no concebimos más “hijos de Dios,” sigue siendo nuestro el privilegio de la procreación y la libertad de cooperar con Cristo en la santificación de nuestros hijos. Tal como el Papa Pío XI testimonia elocuentemente en el más grande documento papal antes escrito sobre el matrimonio y la familia:
“Cuán grande sea este beneficio de Dios y bien del matrimonio se deduce de la dignidad y altísimo fin del hombre. Porque el hombre, en virtud de la preeminencia de su naturaleza racional, supera a todas las restantes criaturas visibles. Dios, además, quiere que sean engendrados los hombres no solamente para que vivan y llenen la tierra, sino muy principalmente para que sean adoradores suyos, le conozcan y le amen, y finalmente le gocen para siempre en el cielo; fin que, por la admirable elevación del hombre, hecha por Dios al orden sobrenatural, supera a cuanto el ojo vio y el oído oyó y pudo entrar en el corazón del hombre. De donde fácilmente aparece cuán grande don de la divina bondad y cuán egregio fruto del matrimonio sean los hijos, que vienen a este mundo por la virtud omnipotente de Dios, con la cooperación de los esposos»
“(…) Y con ser cierto que los cónyuges cristianos, aun cuando ellos estén justificados, no pueden transmitir la justificación a sus hijos, sino que, por lo contrario, la natural generación de la vida es camino de muerte, por el que se comunica a la prole el pecado original; con todo, en alguna manera, participan de aquel primitivo matrimonio del paraíso terrenal, pues a ellos toca ofrecer a la Iglesia sus propios hijos, a fin de que esta fecundísima madre de los hijos de Dios los regenere a la justicia sobrenatural por el agua del bautismo, y se hagan miembros vivos de Cristo, partícipes de la vida inmortal y herederos, en fin, de la gloria eterna, que todos de corazón anhelamos.”
Casti Connubbi, ns° 6 y 7
Satanás hace lo que puede para desbaratar este plan, y si lo dejamos, lo hace con cada uno de nosotros. El demonio se opone tanto a la generación natural como a la sobrenatural. Busca impedir el uso del don de la sexualidad de hombres y mujeres para traer más vida al mundo; busca imperar sobre ellos para matar el fruto que ellos producen; busca conducirlos lejos de las fuentes de la inmortalidad en los sacramentos de la Iglesia. Odiando la procreación, él ha centrado todos sus esfuerzos ya sea previniendo a través de la anticoncepción o destruyendo sus frutos a través del aborto. La anticoncepción es una abominación de la desolación en medio del templo, que es el cuerpo humano santificado por el Espíritu Santo. A través de la anticoncepción el Señor y Dador de la vida es arrojado como si Él fuera un mal espíritu, y en su lugar es bienvenido el espíritu de la lujuria y la avaricia, para hacer su hogar en el útero estéril, como una iglesia sin tabernáculo y sin la Presencia Real. A la luz de la fidelidad de Dios con la pecadora Israel y la fidelidad de Cristo a su todavía imperfecta Iglesia, el divorcio es una ficción irredimible, el adulterio una abominación y la comunión Eucarística a aquellos que están “vueltos a casar” es un acto de sacrilegio en el cual el Salvador es escupido, azotado, coronado de espinas, y crucificado en Su Sacramento.
Contrario al demoniaco espíritu del egoísmo, los esposos ceden su derecho a la auto-determinación sobre su propios cuerpos cuando prometen amarse fielmente el uno al otro hasta la muerte, pase lo que pase. También Cristo es fiel a Su Iglesia, pase lo que pase, y nunca da por vencido a sus pecadores miembros hasta que todos los que están destinados a la gloria hayan alcanzado la patria
No nos equivoquemos acerca de esto: Lucifer, con la pseudo paciencia de un espíritu inmortal, ha lentamente construido una anti-religión, un catolicismo falsificado, que tiene como propósito la condenación eterna de los hombres, tal como la religión católica tiene como su propósito su salvación eterna. El divorcio, y con este el adulterio, es el anti sacramento del matrimonio; la anticoncepción, y de este el aborto, es al anti sacramento del Bautismo; la autocomplacencia de la masturbación y la actividad homosexual es el anti sacramento de la Confirmación, que produce autocontrol y fortaleza; la eutanasia es el anti sacramento de la Extremaunción. En vez de las sagradas órdenes, existe una paternidad negligente y un feminismo que odia al hombre; en vez de la penitencia existe, una satisfacción hedonista de cada apetito carnal; en vez de la Eucaristía, existe idolatría al mundo, a la carne y al demonio.
Está lejos de ser una coincidencia que la sagrada liturgia haya caído en ruinas primero antes que el demonio pudiera llevar a cabo su ataque contra la virginidad y el celibato. Estos últimos no tienen significado, ningún propósito, aparte de las bodas del Cordero a las que la liturgia nos da acceso. Cuando la liturgia es privada de la fuerza de la adoración, belleza y contemplación, ya no puede despertar, nutrir y conducir el hambre y la sed que todo lo consume por el Reino de Dios. Ya no habrán más vocaciones sacerdotales y religiosas o no las sostendrá hasta el final. La Misa y el Oficio Divino tuvieron que ser abatidos antes que el celibato y la virginidad pudieran ser derribados. La así llamada “irreversible reforma litúrgica” tuvo que ser anterior al supuestamente irreversible declive de los “modelos tradicionales del ministerio y del servicio.”
En realidad, la auténtica liturgia de la Iglesia, en todo su profundo esplendor, siempre convoca abundantes vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
Esta es, una vez más, la razón de porqué el demonio odia el usus antiquior con tal implacable furia. Donde quiera que vuelva la liturgia tradicional, el celibato y la virginidad, florecen nuevamente; al igual que los matrimonios en los que el esposo y la esposa dan la bienvenida a muchos hijos con sacrificio. Satán odia todo esto y su incansable trabajo es combatir eso, usando cada medio de los que dispone.
Estamos ahora en una mejor posición para ver la conexión entre lo señalado por Sor Lucía de que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satán será sobre el matrimonio y la familia”, y el proceso de castigo del Papa Siricio a Joviano por negar la superioridad del celibato y de la vida virginal dedicada a Dios. Las falsas enseñanzas sobre el matrimonio y la “relajación” de la disciplina requerida del celibato sacerdotal son dos flancos de un solo ejército sitiando la Ciudad de Dios sobre la tierra. Cada palabra, cada acción contra la santidad del matrimonio, el bien de la familia o las exaltadas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa encuentra su origen en el General de este ejército, el Enemigo de la humanidad. Mientras soportamos la mayor confusión doctrinal, laxitud moral y desarraigo litúrgico que haya sufrido la Iglesia, que el Señor poderoso en la batalla (Salmo 23, 8), salve a Su pueblo y bendiga a Su herencia (Salmo 27, 9)
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/the-devils-anti-religion-of-selfishness-sterility-and-sacrilege
La primera parte de este artículo la puedes leer aquí
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