Nuestro articulista nos presenta un artículo muy interesante sobre algo que se suele debatir en los ambientes católicos, ¿el mal menor es un mal o por contra es aceptable para paliar una situación peor?
El mal menor es un mal. Un artículo de Alberto Mensi
En este mundo que vivimos se nota, cada vez más, una menor presencia del catolicismo en las tomas de decisiones, a pesar de que hay muchos católicos, o que se dicen católicos, en países considerados hasta hace un tiempo cristianos.
¿Qué es lo que ha venido sucediendo para que debamos ahora sufrir esta realidad?
Y no nos vamos a referir a estos 4 ó 5 últimos años, ni a los tiempos posteriores al Concilio Vaticano II, a todo ello podremos referirnos al final del artículo, porque el problema viene de más antigua data.
El grave problema de los católicos es el drama del mal menor, o podríamos decir también, de: apoyo esto porque si no, tengo que apoyar al lobo, como que los católicos nos metemos solitos en el brete dialéctico de elecciones de cosas con las cuales no estamos de acuerdo, ya sea que no estemos para nada de acuerdo o que no estemos en parte o poco de acuerdo.
No nos podemos olvidar que un mal es un mal aunque lo llamemos mal menor. De la misma manera que una mentira es una mentira, aunque se la endulce y disfrace de mentira piadosa.
Y debemos tener en cuenta que todo acto moral para que sea bueno requiere reunir tres características de bondad:
El fin por el cual se obra debe ser bueno
Lo que se hace debe ser bueno
La ocasión debe ser buena
Si alguna de estas tres características no es buena, basta que una sola no sea buena, el acto moralmente no es bueno. Esto es ética básica.
Comprendemos que a veces no es tan fácil para el común de los católicos el tener la tranquilidad de poder analizar estos tres aspectos cuando estamos metidos en medio de un conflicto que afecta a nuestra sociedad y que urge.
Por eso consideramos que el problema de fondo es la mala formación católica que recibimos los católicos, o como diría el P. Castellani: católicos de barniz.
Un viejo párroco que tuvimos en nuestro pueblo nos decía, para explicar esto, que la gente va a la Iglesia en cuatro ocasiones:
Primero para que le tiren agua, después para que le den pan, luego para que le tiren arroz, y finalmente para que le tiren tierra.
Iglesias con poquísima gente en las Misas, pero se llenan para buscar el ramito de olivo, o el pan del santo o… Y no es culpa de las ovejas si están como rebaño sin pastor.
Entonces quisiera ir por partes.
1ro la evangelización
2do la catequesis
3ro la formación doctrinal
4to la acción social y política
Dijimos en primer lugar la evangelización, porque lo primero, lo fundamental es que los católicos reciban la buena nueva de nuestra salvación y crean en la existencia de Dios, crean que Cristo Jesús es Dios, crean que lo que Él ha hecho y nos ha dicho son el camino para la salvación eterna.
Tantos santos mártires de los primeros siglos del cristianismo no tenían gran formación doctrinal pero tenían una Fe firme, creían firmemente que el negocio más importante de la vida es la salvación eterna, que lo demás es pasajero y que Cristo es quien nos guía.
Muchas veces, habrán tenido ustedes tambien la experiencia, hablando con católicos vecinos nuestros muestran en su conversación y opciones un divorcio absoluto entre lo que dicen creer y las decisiones que toman en el día a día. Que hay vida eterna, si, pero allá lejos. Que un día hay que morir, si, pero no empujen. Que la enseñanza de Cristo debe guiar mi vida, si, pero negocios son negocios.
Y no culpo a ninguna de estas personas, pero la realidad es que no han sido evangelizadas, no han tomado la decisión clave de sus vidas, no se decidieron a seguir a Cristo y con todas sus consecuencias. Soy católico, te dicen, pero ahora las cosas se hacen de tal manera, confundiendo lo que es instrumental de lo que es sustancial.
En segundo lugar la catequesis, almibarada, dulzona, intrascendente, que rellena algunos conocimientos pero no mueve ni la inteligencia a la verdad, ni la voluntad a la santidad. Con el pretexto de que antes la catequesis era un memorizar preguntas y respuestas, se hace un interminable curso de piruetas por lugares comunes, dibujitos, cantitos y decoraciones. Los chicos lo hacen con tal de que eso se termine, tener su Misa y la fiesta, fotos, comida, regalos. Y si te he visto no me acuerdo.
Y es cierto que en muchísimos lugares antes era un tedioso aprender preguntas y respuestas, que en el fondo no movían el corazón a la conversión, porque faltaba esa primera evangelización, por la que se deseaba unir mi vida a Cristo como piedra viva de la Iglesia.
Pero como dice el refrán alemán: quisieron cambiar el agua donde bañaban al bebe, y con el agua tiraron al bebe.
En tercer lugar la formación doctrinal. Y no me voy a referir aquí a los prestigiosos y meritorios lugares donde se hace un trabajo profundo de formación católica y que tantos frutos han dado.
Me voy a referir a los lugares comunes: colegios católicos, universidades católicas, ateneos, y otros centros de estudio que, con dolor debemos decirlo, son católicos porque tienen el título o un cartel que dice eso, pero se apartan tanto de la vida católica que se podrían denominar de cualquier manera.
Muchos de estos centros de estudio se han apartado tanto de la recta doctrina que en muchos de ellos se enseña cualquier cosa, incluso en contra de la enseñanza de la Iglesia Católica.
Si a esto le sumamos que el grueso de sus estudiantes no han sido verdaderamente evangelizados, no se han decidido por Cristo de manera total y radical en sus vidas, tienen una catequesis de firulete que les ha dejado un barniza católico llegamos al cuarto espacio que es el de la acción social y política donde no podemos pedirles que actúen en base a decisiones fundamentadas en su fe.
Tanta labor de la masonería difundiendo el liberalismo, especialmente desde la revolución Francesa, e instaurando el dogma de los estados demo liberales desde la nefasta 2da guerra mundial, teniendo una pobre formación del clero católico con una mezcla de filosofía, teología y liberalismo, termina produciendo los frutos que vemos hoy día.
Son los frutos propios del árbol plantado, regado, cuidado y que crecido ya no devuelve lo que él sólo sabe dar: frutos de división, error, maldad y fealdad.
Es preciso volver a los orígenes, una verdadera evangelización, a los que se deciden por Cristo con toda su alma con todo su corazón: una firme y sólida catequesis y desde allí una buena formación doctrinal que ilumine todos los aspectos de su vida.
Para quienes dicen que: y bueno, pero peor es nada, no es lo peor esto, y tantas perogrulladas como esas les recordamos: EL MAL MENOR ES UN MAL, Y EL MAL NO VIENE DE DIOS.
Todos tenemos en estos días santos la posibilidad de convertirnos y escuchar las mismas palabras que le dijeron al rey Clodoveo: “quema lo que adoraste, adora lo que quemaste”
“NO TENGAMOS MIEDO DE ABRIR LAS PUERTAS A CRISTO” Juan Pablo II
Alberto Mensi
Nuestra recomendación: El Patriarca San José
Les invitamos a seguir nuestros debates en nuestro canal de Youtube: MR
*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.
NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB
Marchandoreligión no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:
- Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
- La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor