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¿El final del amor?

Para algunos, el matrimonio, es el final del amor, ¿Qué opinan Vds.? Nuestros artículos de Familia Tradicional siempre ofreciéndonos pistas para mejorar en la vida de familia

¿El final del amor?. Por Raoul Plus, S.J

(Preparación de los textos: Augusto Pozuelos)

CIERTO ensayista hace esta cita demoledora: «Qué época tan triste es ésta, en la que cuando uno hace su Primera Comunión, acaba la religión; cuando se recibe la licenciatura, terminan los estudios; y con el matrimonio, el amor llega a su fin.»

Omitamos las dos primeras declaraciones de esta consideración y abordemos la tercera.

¿Es cierto que para algunos, el matrimonio es el final del amor?

Esa afirmación se puede tomar de diferentes formas. Algunos piensan que antes del matrimonio se puede jugar al amor. Entonces, cuando los sentidos se hayan embotados, uno intentará encontrar un compañero para sí. “La juventud se cura”, dice la gente condescendiente al observar la liviandad de los jóvenes. Incluso hay ciertos pseudo-moralistas que aconsejan a las jóvenes que no se casen, sin antes  “tener abiertamente una aventura, al igual que los chicos”, consejo que desgraciadamente algunas de ellas no dejan de seguir.

Este es un concepto odioso del amor y del matrimonio o de la preparación para él. Ciertamente no quiero nada de eso. Insisto, hay quienes piensan que el amor está muy bien antes del matrimonio. En cuanto al matrimonio en sí, es ante todo una inversión.

El problema no es tanto casarse con alguien por quien se siente una fuerte atracción, sino concretar un buen negocio. No es la persona a quien se busca, sino el nombre, el estatus, la fortuna. No hay nada de amor en esto. No, en efecto, todo es una cuestión de interés: un concepto tan odioso como el primero, igualmente repugnante. Lo que probablemente quiso decir el autor de la cita es que antes del matrimonio, el hombre y la mujer jóvenes son fuego y llama, y ​​quizás también por un corto tiempo después del matrimonio; pero pronto, o al menos comparativamente poco después del matrimonio, ya no hablan de amor. Se han convertido en dos bajo el yugo, dos que llevan las restricciones necesarias de sus existencias unidas. Atrás quedó el encanto de los días de los esponsales o de los primeros días de la vida matrimonial. No queda nada más que la prosa grisácea de la existencia monótona con un individuo, del que se había hecho un dios o una diosa, una persona que, después de todo, es sólo una pobre criatura.

  • Un hombre, «un pobre que come, bebe, viste camisa y calzoncillos, y pierde los botones», como alguien lo describió en broma. “Un hombre que nunca podrá encontrar nada en una cómoda o armario de ropa; que nunca apreciará la cocina ni el menú; que por la noche tira su ropa amontonada sobre una silla y a la mañana siguiente se queja de que los pliegues de sus pantalones no están lo suficientemente planchados; un hombre que antes parecía un caballero, un mago, un príncipe azul, y cuyos atrevidos gestos tan dominantes, pero tan delicados conmovieron el corazón y estremecieron todo el ser, haciendo que la imaginación lo coronara con la aureola de la perfección » . . .
  • Una mujer, pobre criatura en verdad, sedienta perpetuamente de cariño y atenciones, incluso en los momentos más inapropiados; una mujer que tiene ideas tontas, dolores de cabeza, ataques de humor; que manifiesta un entusiasmo desmedido por el gasto, que nunca puede resistir el atractivo de cualquier escaparate, especialmente si hay una venta de liquidación que a elle le resulta interesante; una mujer que quiere un guardarropa capaz de arruinar al hombre más trabajador, al marido más rico, ¡una mujer pobre, en verdad!

¿No es por todas estas cosas, al menos en parte por ellas, que Nuestro Señor quiso hacer del matrimonio un rito de gracias divinas, un sacramento? Quizás hayamos exagerado la poesía de la vida conyugal; no exageremos ahora la prosa de la vida en común. Como preparación para esta prosa, que siempre es posible y, a menudo, muy real incluso en los matrimonios más exitosos, intentaré santificarme en la práctica de la caridad y la paciencia.

¿El final del amor? Preparación de los textos: Augusto Pozuelos

Raoul Plus, S.J. (1882-1958) escribió más de cuarenta libros para ayudar a los cristianos a comprender el amor de Dios por el alma. Sus obras enfatizan el papel vital de la oración en la vida espiritual y muestran cómo se pueden vivir las verdades de la fe.

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