En este artículo reflexionaremos sobre el concepto de tradición entendida como manifestación de los universales y no como construcción social o como un resultado de proceso continuo de evolución cultural. Se propone una idea de la tradición como fundamento único de una sociedad cristiana de carácter universal y que va desplegándose en la historia de los pueblos.
Catolicismo y Política Séptima Parte. El Concepto de Tradición. Un artículo de Leonardo Olivieri
En un primer sentido, podemos decir que el concepto de tradición viene definido como la conservación y transmisión de “algo” a través del tiempo a las nuevas generaciones. Ese “algo” es considerado como un patrimonio histórico, cultural, religioso, etc que forma parte del ser de una comunidad determinada y es transmitida de generación en generación.
Así es que, el concepto que se tiene sobre la tradición es la que etimológicamente hace venir el término del latín tradere, del que derivaría tradición, es decir lo que viene transmitido del pasado; por extensión, el conjunto de conocimientos que cada generación entrega a la siguiente.
Es por ello que se dice que la tradición es la vida de los pueblos. Entendida ésta como los hechos, que engendrados ya por los principios eternos de la justicia y de la verdad^ ya por el instinto de la conservación y de la gloria se eslabonan unos a otros de siglo en siglo, juntamente con las evoluciones y vicisitudes por que los pueblos van pasando en la prolongación de las edades, constituyen su historia, sus hábitos, su política, su arte, su literatura, su vida en suma; y esa vida literaria, civil y social, dilatándose de generación en generación, no es más ni menos que el conjunto de las tradiciones del pueblo; las cuales, purificándose con el transcurso del tiempo en el crisol de la experiencia, forman a la vez su educación y transmitiendo a las posteridades succesivas, las prosperidades y los infortunios, los errores y las grandezas de los hombres y de los tiempos pasados, constituyen su memoria (La Política Tradicional en España, D. Bienvenido Común-1870)
Desde el advenimiento de la modernidad se entiende a la tradición como una construcción social y se caracteriza por cambiar temporalmente, de una generación a otra; y espacialmente, o sea, de un lugar a otro. Por lo tanto, la tradición no es un concepto ligado a principios universales, que en cierto sentido trascienden lo histórico-cultural, sino que es un producto de la misma historicidad. En este sentido, la tradición está más relacionada al convencionalismo y a la inter-subjetividad que a fundamentos objetivos y constitutivos del ser social.
Siguiendo a esta idea moderna, la tradición, para ser funcional, debe permanecer en constante renovación. Es un proceso continuo en donde se crea, recrea, inventa y destruye cotidianamente. Sería una especie de significante vació, cuyo contenido-interpretación- es el resultado de las formas simbólicas de la contemporaneidad.
Además, todo ello ocurre básicamente porque la tradición en sí misma, contiene los gérmenes de la estabilidad y del cambio. Entonces desde este punto de vista, la función de la tradición seria garantizar un cambio ordenado, sin producir una alteración de manera radical o drástica, y promover la adaptación sociocultural.
De manera que la tradición se constituye como el resultado de un proceso evolutivo inacabado entre la continuidad que busca recrearse y el cambio que persigue la re-significación. La idea de tradición remite al pasado pero también a un presente vivo. Sería, entonces, la permanencia del pasado vivo en el presente. Las ideas, valores, y principios generales, son prácticamente “cáscaras vacías” que hacen referencia a figuras abstractas sin un contenido real sino que su valor simbólico resulta de la interpretación en un momento histórico dado.
Bajo este concepto, no existirían valores, doctrinas, comportamientos sociales, costumbres principios fundacionales universales, sino todo estaría bajo la ley de movimiento y de cambio. La tradición ya no es percibida como la trasmisión inter-generacional de la Verdad sino de constructos sociales destinados a la re-significación cultural de los tiempos que corren.
Las ideas expuestas por la postmodernidad conforman lo extremo del pensamiento nominalista, negando la existencia de tradiciones y reduciéndolas a meros juegos del lenguaje o estructuras simbólicas. Argumentando que constituyen fundamentos de un orden represivo y conservador en búsqueda de anular las fuerzas vivas de la libertad y del devenir.
En concreto, no existe fundamento último basado en la tradición. Todo es un proceso de creación, interpretación, re-significación, adaptación, aceptación. Este proceso es una dialéctica infinita que define el carácter particular del ser humano.
Para entender mejor a que consideramos tradición y diferenciarla de la idea moderna expuesta en los anteriores párrafos, volveremos al concepto de los Universales. Creemos que este concepto es fundamental para poder interpretar las diferencias entre la doctrina católica pre-conciliar con respecto a la actual.
Si consultamos un diccionario de filosofía encontramos la siguiente definición: Universales palabra derivada del latín universalis y hace referencia a ideas generales en la filosofía medieval. Y básicamente considera que estas ideas generales de carácter universal existen “antes de las cosas”, idealmente (realismo extremo, Erigena), o “en las cosas” (realismo moderado, Tomás de Aquino).
A diferencia del nominalismo que considera que estos universales pueden existir como construcciones mentales, “después de las cosas” o simplemente son un conjunto de palabras o nombres.
No entraremos en este artículo sobre el tema realismo vs nominalismo; pero sí nos interesa considerar a la tradición como forma en que se manifiestan los universales. Siguiendo la idea de Santo Tomas de Aquino, el universal expresa en una síntesis compresiva un conjunto de singulares, y existe con independencia respecto a la realidad singular. Además, el universal en todo su realismo esencial designa a los singulares y no al revés, ya que él no es una palabra otorgada desde la singularidad, como una simple voz producto de un acuerdo de la mente humana. Para Santo Tomás el universal no admite mutación alguna por otro término, debido a que no es de naturaleza consensual.
Si pensamos a la tradición como expresión de lo universal podemos entenderla que es más que una mera construcción social, y que no es consecuencia del devenir dinámico de la historia. Tampoco es un proceso dialectico de interpretación y re-significación al infinito.
El universal al manifestarse en la cosa singular, nos refiere a que cada “cosa”, por decirlo de forma sencilla, está impregnada o compuesta de una verdad objetiva, que es mucho más que el resultado de una auto-comprensión. Si reemplazamos el término “cosa” por la palabra tradición, podemos pensar que la tradición guarda dentro de sí misma a principios de carácter ontológico y objetivos. Serían los principios que definen su esencia, su ser, su identidad.
Entendemos entonces a la tradición como ese conjunto de principios y fundamentos de carácter ontológico que otorgan un sentido más allá de los convencionalismos y constructos culturales.
No se niega la voluntad y la capacidad que tiene el hombre en crear e innovar; los adelantos tecnológicos, los cambios en ciertos comportamientos sociales, hacen que el hombre sea creador de cultura, además de medios materiales para su supervivencia. Pero sí creemos que la naturaleza humana es mucho más que ese despliegue de la voluntad creadora.
La tradición nos muestra que hay algo más, que existe una naturaleza humana profunda y que está por fuera de la concepción constructivista. Es más, se puede argumentar que toda acción humana está orientada en concretizar los valores y principios universales de la tradición. Lo “vivo” de la tradición consiste en ese camino recorrido de búsqueda y de concretización de los universales. Es así que lo “vivo” no consiste en adaptación o re-significación sino en aplicación y acercamiento del hombre a los universales. Lo “vivo” constituye la particularidad histórica, pero no el contenido objetivo que trasciende a la misma historicidad.
A su vez, la tradición pone en evidencia la acción de Dios sobre la historia de los hombres y su amor vivo y presente. Un Dios que se involucra en la vida individual como social de los hombres, buscando que el orden social y político refleje su amor profundo para la salvación de las almas.
Lejos de pensarla desde una visión actual, hay que entenderla como fundamento último de la vida social de los hombres. Es desde esta última que se puede entender la estrecha relación entre la tradición, el orden natural y los universales. Todos conceptos claves para poder reflexionar con respecto a la política católica.
Sin embargo es importante destacar lo siguiente. No se trata de una concepción estática ni negar la capacidad que tiene el hombre de generar cambios. No son lo mismo la sociedad del siglo XXI que la del siglo X, eso es evidente. Pero sí, volvemos a repetir, los universales se despliegan a lo largo de la historia del hombre, revistiendo de diversas formas. Pero esas formar particulares de la historia no son las que definen los universales.
Hay una esencia en la tradición que está siempre presente, que se manifiesta desde el principio y será así hasta los últimos días.
A manera de síntesis:
1) La tradición puede ser entendida como la manifestación de los universales. 2) Conforma en parte importante del fundamento de todo orden social 3) No es el resultado de un proceso de interpretación ni de re-significación. 4) Constituye una verdad objetiva y accesible al ser humano. 5) Es el reflejo del amor vivo de Dios a los hombres 6) Como practica social, implica el conjunto de acciones de los hombres a fin de concretar en la vida social los principios de los universales.
Leonardo Olivieri
Si les ha resultado interesante este artículo sobre el concepto de libertad, les recomendamos leer las entregas anteriores de estos artículos en nuestra página. Nuestra recomendación: 1ª parte: ¿Es posible una política católica?
Nuestra recomendación externa, el canal del Padre Javier Olivera Ravassi: QNTLC
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