Hoy reflexionaremos sobre el catolicismo liberal y sus principios. Nos enfocaremos en la realidad actual y sus complejidades. Asistimos a un mundo cada vez más alejado de Dios y en donde el relativismo es ya moneda corriente. Es preciso entonces identificar los principales errores de liberalismo para poder reconstruir el verdadero camino de la fe católica.
Catolicismo y Política. El Catolicismo liberal y sus consecuencias. Un artículo de Leonardo Olivieri
En los últimos años hemos visto la aparición de líderes y movimiento políticos que buscaban impulsar una plataforma ideológica que fusionaba a las ideas y principios liberales con elementos de la doctrina cristiana. Se autodefinen como cristianos conservadores, que son liberales en los aspectos económicos-políticos y conservadores en el orden social y de los valores morales. Pretenden justificar las bonanzas del sistema capitalista con la fe cristiana, siendo para ellos el capitalismo un orden socio-económico derivado de la verdad revelada por Dios.
Esta idea de mezclar liberalismo con cristianismo no es nueva. Ya en los orígenes del capitalismo la famosa ética protestante fue identificada como fundamento del capitalismo. Fue en el siglo XIX donde se produjo un significativo quiebre en el mundo católico, gracias al avance del capitalismo y sus promesas de bienestar material, del secularismo, de las teorías sobre la “muerte de Dios”, de una confianza ciega en la ciencia y del desarrollo tecnológico.
Es en este contexto donde se va expandiendo una nueva forma de catolicismo que pretendía adaptarse a la realidad del mundo y adoptar una postura más acorde a las complejidades del cambio de época. Es así que el catolicismo liberal pretende conciliar a la Fe católica con los principios provenientes del liberalismo.
Básicamente podemos definir al liberalismo como un sistema es que sostiene e impulsa la completa independencia de la libertad humana, y por lo tanto, niega de manera radical y absoluta toda autoridad superior al hombre, sea en el orden intelectual, sea en el religioso, sea en el político.
Bajo esta perspectiva, todo hombre es libre, no sólo de negar interiormente la revelación divina, sí que también de minar su autoridad en el ánimo de sus semejantes; y esta libertad es proclamada como uno de los derechos más preciosos del hombre. Así es que, la religión cristiana á los ojos de la sociedad no es más que una opinión del todo igual a los falsos cultos.
Por lo tanto, es una doctrina que hace de la libertad el principio fundamental en el cual todo debe organizarse. La libertad de la que aquí se hace mención no es el libre albedrío sino con constituye la libertad exterior de actuar según el capricho o voluntad del propio individuo. O sea, el fin último del hombre en la tierra es esa libertad exterior.
De este modo, Dios no es ya el Señor ni en el orden intelectual, ni en el religioso, ni en el socio-político. Conformándose el hombre como único soberano en esta triple esfera. De manera sencilla, tal es el principio del liberalismo que comprende la negación directa y absoluta de la doctrina católica que afirma la soberanía de Dios en todos los órdenes.
Resumiendo:
- La negación filosófica de la verdad cristiana (en sus caracteres específicos de revelada, salvífica y magisterial)
- El rechazo político a su calidad histórica de ley trascendente orientadora del orden social, político y económico.
- Los valores morales como patrimonio del mismo hombre y no como revelación externa de Dios.
- La libertad de conciencia y religiosa. Se niega la existencia de un solo Dios verdadero, objetivo y accesible por medio de la razón y la fe. Se promueve la pluralidad de creencias que se forman en el interior de la conciencia subjetiva de cada persona.
Pero vayamos más al catolicismo liberal y sus características. Obviamente a diferencia de los liberales radicales y de los más moderados, éstos no niegan la existencia de Dios, todo lo contrario, la afirman. Sin embargo, consideran que existe una separación de Dios con respeto a la vida social de los seres humanos, sosteniendo entre otras cosas, la separación Iglesia-Estado y fomentando los principios de la sociedad secular y de la libertad religiosa. Personalmente no niegan la divinidad de Cristo; pero no lo manifiestan, ni lo confiesan como deber de la comunidad política.
Es gracias a tipo de catolicismo, que la ideología liberal se haya afirmado en la negación de Jesucristo como Dios y Señor, a quien deben reconocimiento las sociedades y los pueblos, y todo se centre en el sujeto individual como única razón auto-causante.
Dios pasa a ser considerado como una deidad abstracta que no tiene injerencia en los aspectos sociales de los hombres, sino que es reducido a la mera conciencia interior subjetiva. Es más, el conocimiento que se tenga de Dios viene determinado por la propia conciencia del hombre, siendo un constructo del propio pensamiento humano. No existe un conocimiento concreto y objetivo de Dios que esté por fuera de la conciencia de los individuos. Para la ideología liberal no hay realidad alguna más allá de la que destila mi propio pensamiento.
La fe no se vincula con expresión política alguna en concreto, por lo que en nombre de la fe pasa a exigirse una concreta política. El ordenamiento social se seculariza y abandona el fundamento cristiano para pasar a constituirse como una construcción social producto de la libre voluntad de los hombres. Abandona así el carácter trascendente, con todos sus principios y fundamentos morales y valorativos objetivos. Todo vale lo mismo, todo se vuelve un acuerdo entre partes producto de la interacción individual. La Verdad ya no existe, solamente hay verdades que circulan entre los hombres.
Percibimos entonces que la Verdad pierde su esencia y se transforma o mejor dicho, se re-significa como una construcción social puramente nominal. Es así que podemos encontrarnos con católicos que apoyan a movimientos políticos que en sus principios, contradicen a la doctrina cristiana. Vemos como muchos católicos votan democráticamente a lideres pro-aborto, a favor de la eutanasia, que apoyan la ideología de género, que fomentan la separación del Estado de todo fundamento cristiano, que promueven el individualismo y el endiosamiento del mercado, etc.
Como se desprende de lo que hemos mencionado hasta ahora, el Reinado Social de Jesucristo es prácticamente reducido a la nada. Los católicos liberales afirman que el Reino de Nuestro Señor Jesucristo no es social ni político, porque no siendo de este mundo es simple y solamente espiritual. Que el reinado de Jesucristo es exclusiva y excluyentemente sobrenatural, celestial, nunca con dimensiones naturales y terrenales, carnales.
Ello conlleva a que estos liberales proclamen la separación de lo natural con respecto a lo sobrenatural. Esto obviamente incluye la separación de la Iglesia del Estado y la promoción de un sistema socio-político laico, en donde la autoridad temporal nada tiene que ver la Verdad objetiva del cristianismo.
La moral objetiva se vuelve subjetiva, lo que hoy es considerado como bueno en tiempos futuros puede no serlo, e incluso, hasta ser considerado como un prejuicio. Se parte de una idea evolutiva de las cosas y de los valores ya que la sociedad en su propia dinámica tiende al cambio. Nada es eterno, todo cambia.
Como venimos diciendo, la idea que se tiene de Dios también está sujeta a ese cambio constante. Es por ello que ya nadie plantea la posibilidad de conocer y acceder, aunque sea de manera imperfecta, al Dios verdadero y objetivo. El liberalismo construye una figura de Dios abstracto y en muchos aspectos lo humaniza, como sí la hizo con Jesús. Existen muchos dioses, pero lo importante es ser buena persona y acercase al “dios” que es amor, no importa quien sea y que nombre tenga.
Estamos ante un tiempo complejo en el cual el liberalismo y sus principios están haciendo estragos. La confusión y la perplejidad son ya elementos que compone nuestra realidad. Pero esta situación nos debe llevar a la búsqueda de la Verdad y a centrarnos en ella. En estos tiempos difíciles y anti-cristianos tenemos la obligación de aumentar nuestros esfuerzos y abandonar la comodidad complaciente.
Leonardo Olivieri
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