Los filósofos paganos veían con claridad que la virtud del autocontrol en las materias sexuales era fundamental para una vida buena y santa, nosotros con mayor razón tenemos el deber de ser castos en cualquier estado de vida en que nos encontremos.
El deber de ser castos: hasta los filósofos paganos lo sabían mejor que algunos cristianos de hoy, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Traducido por Beatrice Atherton para MR
Mientras estaba preparando una lectura de Aristóteles para una clase de filosofía, no pude evitar sentirme impresionado por las palabras de este pensador pagano:
“Mas no toda acción ni toda afección admiten el término medio: en efecto, algunas han tomado su nombre directamente por estar envueltas en la vileza: por ejemplo, la malevolencia, la desvergüenza, el rencor, y, entre las acciones, el adulterio, el robo, el asesinato. En efecto, todas estas acciones y otras tales son censuradas por el hecho de ser malas en sí y no se censuran sus excesos o defectos. No es posible, efectivamente, acertar nunca con ellas, sino siempre errar. Y el «obrar bien o no bien» con respecto a tales cosas no reside en el con quién, cuándo, y cómo hay que cometer adulterio, sino que realizar sencillamente cualquiera de estas acciones es errar.”
Ética Nicomaquea, libro II, cap. 6)
Aristóteles, que vivió más de 300 años antes de la llegada de Cristo y no que había tenido el beneficio de la revelación divina, está afirmando aquí que ciertas acciones humanas libres son intrínsecamente perversas. Ninguna circunstancia o excusa pueden hacer de ellas algo bueno.
Cuando los apóstoles se reunieron para el primer sínodo en la historia de la Iglesia (no se cuenta entre los concilios ecuménicos, siendo una especie de protoconcilio o modelo para el resto), ellos debatieron la cuestión de si los gentiles conversos necesitaban observar la ley mosaica. ¿Cuál fue su conclusión? No, ellos no necesitaban seguir los preceptos ceremoniales, sino que necesitaban observar un par de simples preceptos, uno de los cuales era “abstenerse…de la fornicación [o, como otras traducciones lo tienen, falta de castidad)” (Hechos 15, 20). Como si dijera: la misma base, el mínimo común denominador, es evitar compartir la cama con alguien con el cual no estás casado. Esto no significa que sea presentada como el peor pecado, ni el evitarla como el colmo de la virtud. Sin embargo, es tratada como un sine qua non, una mínima adherencia a la ley moral natural que debe ser exigida a cualquiera que se atreva a llamarse a sí mismo cristiano.
Pero ¿Cuándo fue la última vez que has escuchado una prédica en contra de la fornicación, la actividad sexual ilegal?
Aparte de unos pocos valientes pastores que están dispuestos a arriesgar sus carreras en vez de ocultar la verdad, la Iglesia, al menos en el Occidente moderno, ha perdido completa y absolutamente su convicción y coraje cuando llega a este punto elemental de la revelación bíblica.
Lo que observamos entonces es que lo mejor de los paganos y de los judíos (esto es, de los primeros cristianos) ven claramente que la virtud del autocontrol en las materias sexuales era fundamental para una vida buena y santa, y que aquellos que se apartaban de esto eran incapaces de ser contados entre los cristianos practicantes.
No ha existido la más mínima duda sobre este punto en la tradición católica. Independiente de lo que podamos pensar de sus a veces demasiado entusiastas seguidores, el Papa Juan Pablo II en obras como Amor y Responsabilidad, y Hombre y Mujer Él los creó, entregan una elocuente expresión a la belleza moral, valor psicológico y significado teológico de la castidad, una virtud que todos deben vivir en cualquier estado de vida, sea soltero, casado, clerical o religioso.
Queda claro que el capítulo 8 de Amoris Laetitia del Papa Francisco se aparta de la sabiduría pagana y de la ortodoxia judeo cristiana al enseñar que las parejas que viven en una sexualidad activa en los así llamados “vueltos a casar” (mientras que aún siguen vivos sus cónyuges casados sacramentalmente) no precisan de ser considerados como viviendo en estado de pecado, y pueden incluso ser considerados como que están haciendo lo que Dios les está pidiendo, permitiendo de este modo el acceso a la absolución y comunión sacramental. Según esta deformada manea de hablar, ellos pueden estar actuando de manera virtuosa al cohabitar extramaritalmente, y hasta agradan a Dios al hacerlo así. Ambos, filósofos paganos y creyentes cristianos, han sabido siempre que esto no es así y rechazan tal error, que es contrario tanto a la razón como a la fe.
La postura que sostiene que las relaciones sexuales adúlteras son lo mejor que cierta persona es capaz de hacer en ciertas circunstancias se ve que es una falacia cuando la consideramos en conexión con cualquier otro pecado mortal. Como el abortista que dice “Lo mejor que puedo hacer ahora es matar solo diez bebés a la semana, lo cual es mejor que matar a cien,” ¿Listo para recibir la comunión? Hay otro que dice “Lo mejor que puedo hacer es robar una barra de caramelo a la semana, lo cual es mucho mejor que una al día,” o “Yo solía sacar una buena cantidad de dinero en efectivo que entraba a mi empresa de una manera tan inteligente que nadie lo notaba, pero me sentí mal al respecto, así que hoy solo tomo un poco de vez en cuando para llenar la billetera,” ¿listo para recibir la absolución? Lo que tienen en común estas personas es que ellos están todavía sujetos a serios pecados. Esto no requiere de una iluminación psicológica especial, ni de un grado superior en teología, ni de la oficina jerárquica para verlo. Primero, tienen que trabajar, rezar, hacer penitencia y seguir el consejo de superar sus malos hábitos de una vez para todas, de verdad. Los sacramentos no son “mágicos” como a los progresistas les gusta decir (cuando les conviene). Los sacramentos no sustituyen, ni pueden sustituir las prácticas mediante las cuales se superan los vicios y se prepara al alma para la readmisión a la comunión de la Iglesia, tales como la oración, el ayuno, la limosna y otras penitencias.
La excepción hecha al adulterio deriva de la premisa del hedonismo como un defecto no negociable en la sociedad occidental. Se dan las mismas razones a las excepciones (en diversos grados) para otras acciones intrínsecamente malas contrarias a la virtud de la castidad tales como la masturbación, fornicación, anticoncepción, aborto, relaciones homosexuales, pedofilia y pornografía. Estas acciones son intrínsecamente malas desde la ley natural, no solo desde la revelación sobrenatural, lo cual quiere decir que los seres humanos puedan conocerlas y deben conocerlas. Puesto en simple, todo ser humano es culpable ante Dios por no conocer la ley moral natural y vivir de acuerdo con ella. San Pablo en Romanos enseña que esto está en la base, al menos, en la que todos los hombres serán juzgados al fin de los tiempos con un recuento de si han vivido o no de acuerdo con la “ley escrita en sus corazones” (Romanos 2, 15).
Por otro lado, la perspectiva moderna, mientras se llena la boca de que Cristo nos llama a renunciar a todo pecado en nuestro esfuerzo por ser santos, trata el uso de los órganos sexuales como si fuera un caso especial. Las acciones en esta esfera no son consideradas en absoluto como malas o como malas pero incontrolables y excusables. En nuestra sociedad hipersexualizada, algunos psiquiatras incluso argumentarán que no es posible estar “saludable” sin sexo frecuente, y que la virginidad, castidad y continencia son defectos más que perfecciones. Una “fe” irracional que hasta ahora ha demostrado ser notablemente resistente a las montañas de evidencia contraria, tanto estadísticas y anecdóticas.
Como R.R. Reno de First Things sostuvo, la debacle del capítulo 8 de Amoris Laetitia es un signo inconfundible de que la revolución sexual ha finalmente conquistado las mentes de muchos miembros de la jerarquía de la Iglesia. Ni sueñan con predicar algo contra el sexo antes del matrimonio o la anticoncepción, porque “así es como están las cosas hoy en día.” Ellos intentarán encontrar los “valores positivos” en esto. ¿Nos aconsejarían los mismos líderes no predicar contra la destrucción del medio ambiente o contra la creación de fábricas explotadoras en el Tercer Mundo porque “así es como se hacen las cosas hoy en día”? Desde luego que no. La justicia social es real, pero también es algo que está de moda, se gana el aplauso del mundo. La justicia sexual es real, pero ya no es algo que está de moda. De hecho, es algo amargamente odiado, ridiculizado y suprimido por todos aquellos que se yerguen a sí mismos como árbitros de la cultura moderna.
Sin embargo, los cristianos no reciben órdenes de mundo, sino del Señor y de Sus apóstoles.
“Porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os abstengáis de la fornicación; que cada uno de vosotros sepa poseer su propia mujer en santificación y honra, no con pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que nadie engañe ni explote a su hermano en los negocios, porque el Señor es vengador de todas estas cosas, como también os dijimos antes y atestiguamos; porque no nos ha llamado Dios a vivir para impureza, sino en santidad. Así pues, el que esto rechaza, no rechaza a un hombre, sino a Dios, que también os da su santo Espíritu.”
1 Tesalonicenses 3, 8
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/the-duty-to-be-chaste-even-pagan-philosophers-knew-it-better-than-some-chri/
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